Bienhechor. Que aporta buena palabra. Quien tiene un destino feliz.
Martirologio Romano: En Roma, junto a la basílica de San Pedro, san Bonifacio IV, papa, que obtuvo del emperador Focas el templo del Panteón, el cual transformó en iglesia dedicada a la Santísima Virgen y a todos los mártires, y fomentó mucho la disciplina monástica.
Nació en Valeria (Abruzos); según una tradición no aceptada, fue benedictino en el convento de San Sebastián de Roma. San Gregorio Magno le confió asuntos de importancia y le nombró dispensario de la Iglesia Romana, el cargo de mayor responsabilidad de la administración de las finanzas pontificias.
Durante su pontificado dedicó el Panteón a María y los Santos Mártires (609), templo pagano que consiguió que el emperador se lo cediese a la Iglesia. Se dice que fue el primer templo pagano transformado en iglesia. Se instituyó entonces la fiesta de Todos los Santos, que se comenzó a celebrar los días 13 de mayo en recuerdo de la consagración de esta basílica (aunque un par de siglos más tarde se trasladó a su fecha actual, el 1 de noviembre).
Consiguió del emperador Focas el reconocimiento de la sede de Roma como primada de las otras sedes episcopales; procuró que la tolerancia religiosa, hacia otro tipo de liturgia (especialmente la fecha de la Pascua) y la forma de entender la ascesis, rigiese en los monasterios, especialmente en aquellos de inspiración anglosajonas, que eran bastantes intolerantes, sobre todo los de san Columbano al que tuvo que enviar una carta de exhortación, después de un sínodo celebrado en Roma en el 610. También consiguió recomponer la controversia doctrinal de los “Tres capítulos” y persiguió una política de conciliación con los longobardos, que durante su pontificado renovaron varias veces el armisticio con los bizantinos. Su pontificado se vio azotado por el hambre, la peste e inundaciones que él afrontó prodigando limosnas y socorros a las poblaciones más afectadas.
En aquellos momentos pesaba sobre el emperador Heraclio la amenaza simultánea de ávaros, eslavos y persas. Necesitaba más que nunca un imperio unido y su preocupación principal consistía en que las numerosas comunidades monofísitas de Siria y Egipto no le traicionaran. Se entiende, pues, que en esa coyuntura presionara al papa para que mostrara a los monofisitas la mayor comprensión posible. Y Bonifacio se comportó con tal benevolencia y espíritu conciliador que fue acusado de herejía por san Columbano. Es evidente que este prelado estuvo mal informado, puesto que el papa no se comprometió hasta ese extremo. Murió en Roma y sus restos se encuentran en la basílica de San Pedro.
Nació en Valeria (Abruzos); según una tradición no aceptada, fue benedictino en el convento de San Sebastián de Roma. San Gregorio Magno le confió asuntos de importancia y le nombró dispensario de la Iglesia Romana, el cargo de mayor responsabilidad de la administración de las finanzas pontificias.
Durante su pontificado dedicó el Panteón a María y los Santos Mártires (609), templo pagano que consiguió que el emperador se lo cediese a la Iglesia. Se dice que fue el primer templo pagano transformado en iglesia. Se instituyó entonces la fiesta de Todos los Santos, que se comenzó a celebrar los días 13 de mayo en recuerdo de la consagración de esta basílica (aunque un par de siglos más tarde se trasladó a su fecha actual, el 1 de noviembre).
Consiguió del emperador Focas el reconocimiento de la sede de Roma como primada de las otras sedes episcopales; procuró que la tolerancia religiosa, hacia otro tipo de liturgia (especialmente la fecha de la Pascua) y la forma de entender la ascesis, rigiese en los monasterios, especialmente en aquellos de inspiración anglosajonas, que eran bastantes intolerantes, sobre todo los de san Columbano al que tuvo que enviar una carta de exhortación, después de un sínodo celebrado en Roma en el 610. También consiguió recomponer la controversia doctrinal de los “Tres capítulos” y persiguió una política de conciliación con los longobardos, que durante su pontificado renovaron varias veces el armisticio con los bizantinos. Su pontificado se vio azotado por el hambre, la peste e inundaciones que él afrontó prodigando limosnas y socorros a las poblaciones más afectadas.
En aquellos momentos pesaba sobre el emperador Heraclio la amenaza simultánea de ávaros, eslavos y persas. Necesitaba más que nunca un imperio unido y su preocupación principal consistía en que las numerosas comunidades monofísitas de Siria y Egipto no le traicionaran. Se entiende, pues, que en esa coyuntura presionara al papa para que mostrara a los monofisitas la mayor comprensión posible. Y Bonifacio se comportó con tal benevolencia y espíritu conciliador que fue acusado de herejía por san Columbano. Es evidente que este prelado estuvo mal informado, puesto que el papa no se comprometió hasta ese extremo. Murió en Roma y sus restos se encuentran en la basílica de San Pedro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario