(Nicolás de Bolonia. it.: Nicolò Albergati).
Vencedor en el pueblo.
Martirologio Romano: En Siena, en la región de Toscana, beato Nicolás Albergati, obispo de Bolonia, que ingresó de joven en la Orden de Padres Cartujos y, una vez ordenado obispo, prestó un gran servicio a la Iglesia con su celosa labor pastoral y con su participación en legaciones pontificias.
Era natural de Bolonia y pertenecía a la potente familia de los Albergati. Después de estudiar jurisprudencia decidió hacerse cartujo en su ciudad (1418); fue prior del monasterio de Casara. Trabajó por conseguir la unidad de toda la orden en tiempos del cisma de occidente. En 1427, fue nombrado contra su voluntad obispo de Bolonia. Fue siempre justo y caritativo. Visitó la diócesis y reformó las costumbres del clero y pueblo; se preocupó de manera especial de la formación del clero y contribuyó a la renovación de las órdenes religiosas, y de la catequesis popular. Conservó durante toda su vida la austeridad monástica. Vivía en una modesta casita e iba, con frecuencia, a visitar a los pobres. El papa Martín V y sus sucesores en la Cátedra de San Pedro le confiaron varias misiones diplomáticas de importancia, que el beato desempeñó con gran éxito.
El papa Martín V le creó cardenal de la Santa Cruz de Jerusalén y el papa Eugenio IV, le quiso siempre al lado suyo, nombrándole su limosnero e impidiéndole volver a Bolonia, por lo mucho que lo necesitaba. Secretario de Tommaso Parentuccelli (después Nicolás V). Se le llamó para que hiciera de mediador entre el emperador y el Papado, entre éste y el rey de Francia, y tuvo un papel importante en los concilios de Basilea y de Ferrara-Florencia, éste último lo presidió; fue un generoso protector de los intelectuales. El éxito con que ejerció sus funciones le mereció el título de «el ángel pacificador». Murió en Siena de un cólico de riñón durante una visita a un convento de los agustinos, de los que era protector. Aunque era inaudito que un papa acudiese a las exequias de un cardenal, Eugenio IV asistió al entierro del purpurado Albergati en Bolonia. El beato escribió varios libros. El papa Benedicto XIV confirmó su culto el 25 de septiembre de 1744. Patrón de Bolonia.
Era natural de Bolonia y pertenecía a la potente familia de los Albergati. Después de estudiar jurisprudencia decidió hacerse cartujo en su ciudad (1418); fue prior del monasterio de Casara. Trabajó por conseguir la unidad de toda la orden en tiempos del cisma de occidente. En 1427, fue nombrado contra su voluntad obispo de Bolonia. Fue siempre justo y caritativo. Visitó la diócesis y reformó las costumbres del clero y pueblo; se preocupó de manera especial de la formación del clero y contribuyó a la renovación de las órdenes religiosas, y de la catequesis popular. Conservó durante toda su vida la austeridad monástica. Vivía en una modesta casita e iba, con frecuencia, a visitar a los pobres. El papa Martín V y sus sucesores en la Cátedra de San Pedro le confiaron varias misiones diplomáticas de importancia, que el beato desempeñó con gran éxito.
El papa Martín V le creó cardenal de la Santa Cruz de Jerusalén y el papa Eugenio IV, le quiso siempre al lado suyo, nombrándole su limosnero e impidiéndole volver a Bolonia, por lo mucho que lo necesitaba. Secretario de Tommaso Parentuccelli (después Nicolás V). Se le llamó para que hiciera de mediador entre el emperador y el Papado, entre éste y el rey de Francia, y tuvo un papel importante en los concilios de Basilea y de Ferrara-Florencia, éste último lo presidió; fue un generoso protector de los intelectuales. El éxito con que ejerció sus funciones le mereció el título de «el ángel pacificador». Murió en Siena de un cólico de riñón durante una visita a un convento de los agustinos, de los que era protector. Aunque era inaudito que un papa acudiese a las exequias de un cardenal, Eugenio IV asistió al entierro del purpurado Albergati en Bolonia. El beato escribió varios libros. El papa Benedicto XIV confirmó su culto el 25 de septiembre de 1744. Patrón de Bolonia.
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