11 de octubre de 2014

San JUAN XXIII. Papa (1958-1963). (1881-1963).


Martirologio Romano: En Roma, san Juan XXIII, papa, cuya vida y actividad estuvieron llenas de una singular humanidad y se esforzó en manifestar la caridad cristiana hacia todos, trabajando por la unión fraterna de los pueblos. Solícito por la eficacia pastoral de la Iglesia de Cristo en toda la tierra, convocó el Concilio Ecuménico Vaticano II.


Agnelo Giuseppe Roncalli, nació en Sotto il Monte, una pequeña localidad de Bérgamo en el seno de una familia campesina. Estudió en el seminario de Bérgamo, y después en el Seminario Romano; en 1902 interrumpió la carrera eclesiástica para hacer el servicio militar. Fue ordenado sacerdote en 1904, e Roma, ya doctorado en Teología. Fue secretario particular de monseñor Radini Tedeschi, obispo de Bérgamo, y en este tiempo se inscribió en la congregación diocesana del Sagrado Corazón y enseñó Historia eclesiástica en el seminario de Bérgamo. En el ejercicio de este ministerio fue injustamente denunciado por poseer una obra sospechosa de modernismo e incluída en el "Índice". Muerto su obispo sirvió como capellán castrense, en los hospitales militares de Bérgamo, durante la I Guerra Mundial. Tras la guerra regresó a Bérgamo, donde fundó la Casa del Estudiante, para favorecer los estudios de los muchachos que venían del mundo rural. Fue nombrado canónigo de la catedral bergamasca. Benedicto XV confió después el cargo de presidente nacional de la Obra Pontificia de Propagación de la Fe, con el título de prelado doméstico. 
En 1925 fue consagrado obispo en Roma, con el título de obispo de Aerópoli y fue nombrado Nuncio apostólico en Bulgaria, donde tuvo que dirimir asuntos bastante conflictivos. En 1934 fue trasladado a la delegación apostólica de Estambul con el encargo de Regente de la delegación apostólica de Grecia; en ambos cargos logró un mayor conocimiento del mundo musulmán y ortodoxo y consiguió que se mejoraran las relaciones con la Iglesia católica. Fue el primero en introducir la lectura del evangelio en turco. Durante la II Guerra Mundial, desde su puesto en Turquía, fue un nexo de unión entre el Vaticano y el rabino de Palestina y una ayuda permanente para la población griega ocupada, necesitada de medicinas y alimentos. En 1944, fue Nuncio apostólico en Francia, nombrado por Pío XII, donde se revelarían todas sus cualidades humanas y espirituales y logró que casi todos los obispos acusados de colaboracionismo con el gobierno de Vichy, permanecieran en sus sedes. En 1950 realizó su primera visita a España. Desde 1951 fue nombrado observador permanente de la Santa Sede ante la UNESCO. En 1954 fue nombrado Cardenal patriarca de Venecia, donde demostró sus altísimas cualidades como pastor; en 1954 realizó una segunda visita a España. Realizó muchos viajes a los centros de peregrinación de todo el mundo. A la muerte de Pío XII fue elegido Pontífice. Le llamaban el “papa bueno”. Fue un hombre sencillo y con un gran sentido del humor. Convocó el concilio Vaticano II en 1962, aunque no pudo verlo terminar. En 1963 fue premio Balzan de la Paz. 
Fue el hombre providencial que puso a la Iglesia en pie de renovación -de “aggiornamento” palabra acuñada por él- con su palabra, con sus gestos, con su ejemplo, en menos de cinco años de pontificado. Se conocen muchas anécdotas de su vida, como la subida del sueldo a los portantes de la silla gestatoria: “Porque yo peso el doble que Pío XII...”. En una de sus primeras noches como papa, no lograba dormirse ante varios graves problemas. Y, entonces, sentándose en la cama, se dijo a sí mismo: “Vamos a ver, Juan, ¿quién dirige la Iglesia, el Espíritu Santo, o tú? El Espíritu Santo, ¿no? Pues entonces ¡duerme, Juan!”. Nombró cardenales de Filipinas, Japón y Tanzania, abriendo así a la Iglesia a un sendero más universal. Como obispo de Roma, convocó un sínodo en su ciudad. Tuvo audiencias con los líderes religiosos de casi todas las Iglesias cristianas, como a los judíos: en 1959 suprimió en los oficios de Viernes Santo, el adjetivo “perfidis” atribuido a los judíos, dando un paso importantísimo hacia el ecumenismo. Contribuyó a la paz en los momentos difíciles de la guerra fria y su mediación entre Kennedy y Kruschev contribuyó a evitar la catástrofe de los misiles de Cuba en 1962.
Escribió grandes encíclicas: "Mater et Magistra". "Pacem in terris", y otras cuatro encíclicas menos conocidas. Fue amado por todo el mundo a causa de su inmensa bondad, murió en olor de santidad. Canonizado por SS Francisco en abril del 2014. Su fiesta litúrgica se ha inscrito en el Calendario Romano General el 11 de octubre, festividad de la apertura del Concilio Vaticano II, con el grado de Memoria Facultativa. MEMORIA FACULTATIVA.

San FELIPE "el Diácono". s. I.


Martirologio Romano: Conmemoración de san Felipe, uno de los siete diáconos elegidos por los apóstoles, que convirtió a los samaritanos a la fe en Cristo, bautizó al eunuco de Candace, reina de los etíopes, y evangelizó todas las ciudades por las que pasaba hasta llegar a Cesarea, donde, según la tradición, descansó en el Señor.

Fue uno de los 7 diácono ordenados por los Apóstoles (At 6,5). Posiblemente fuera un judío procedente de la diáspora, perteneciente a la comunidad de Jerusalén, de tendencia helenista. Con el nombramiento de estos diáconos, se abrió la universalidad de la Iglesia. 
La muerte de san Esteban, provocó la diáspora de muchos cristianos, entre ellos Felipe que trabajó en Samaria; “Felipe bajó a una ciudad de Samaria y les predicaba a Cristo. La gente escuchaba con atención y con un mismo espíritu lo que decía Felipe, porque le oían y veían las señales que realizaba; pues muchos posesos salían los espíritus inmundos dando grandes voces y muchos paralíticos y cojos quedaban curados. Y hubo una gran alegría en aquella ciudad” (At 8, 5-8). Bautizó a Simón el Mago (At 8,13). Su predicación hizo que la comunidad de Jerusalén les enviaran a san Pedro y a san Juan. La semilla había sido arrojada y llegaba ahora la cosecha; con su presencia reconocían de la tarea evangelizadora de Felipe; a esto se añade, que el bautismo comienza a estar vinculado a la confirmación por el Espíritu Santo (At 8,17).
La evangelización de Felipe viene de lo alto y Felipe es su fiel ejecutor y así lo demuestra el episodio ocurrido en el camino de Gaza con el eunuco etíope que era ministro de Candaces, reina de los etíopes, y un judío de la diáspora que iba a Jerusalén de peregrinación; Felipe lo bautizó, y este eunuco a su regreso a Etiopía predicó el Evangelio (At. 6-8).
Felipe estableció su residencia entre Asdod y Cesarea del Mar; allí volvemos a encontrarlo hacia el año 58. Por entonces san Pablo y san Lucas regresaban de su tercer viaje y se encaminaban a Jerusalén y Felipe les hospedó en su casa durante unos días (At 21, 8-10). Sus cuatro hijas (At 21, 9) son honradas como santas. Una tradición bizantina dice que Felipe habría sido obispo de Tralles, en Lidia. 

San CÁNICO. (525-599).


Martirologio Romano: En la región de Ossory, en Hibernia (hoy Irlanda), san Cánico, abad del monasterio de Achad-bó (hoy Aghaboe), uno de los muchos que fundó.

Kenneth (o Cánico) nació en Irlanda septentrional; su padre era un bardo. Cuando era niño solía guardar los rebaños de su padre; pero cuando creció sintió la llamada de Dios y se fue a Gales para ser sacerdote. Fue preparado a la vida monástica por santos Finiano de Clonard y Cadoc en Gales, después marchó a Glasnevin, después de ser ordenado sacerdote y de visitar Roma para obtener las bendiciones del Papa. 

Luego regresó a Irlanda donde tuvo una buena amistad con santos Kieran, Congal y Columba. Fundó el monasterio de Agahanoe y quizás el de Kilkenny; predicó en Escocia bajo el gobierno de san Columba y fue el primero en construir una iglesia en el lugar hoy conocido como Saint Andrews. Aunque Kenneth y Columba trabajaron a menudo en diferentes lugares tuvieron una grande amistad y la oración les unió de tal manera que se obraron muchos milagros gracias a ella. Kenneth se hizo famoso por predicar el Evangelio con alegría y amor, haciéndolo vida en su proceder. Es un santo muy popular en Irlanda; la ciudad de Kilkenny toma su nombre.  

San BRUNO I DE COLONIA. (924-965).


Martirologio Romano: En la ciudad de Colonia, en la Lotaringia, de Germania, san Bruno, obispo, que siendo hermano del emperador Otón I, recibió conjuntamente el gobierno de Lotaringia y la función episcopal, y llevó a cabo su misión sacerdotal con gran fidelidad, mostrando a la vez su gran magnanimidad como príncipe.

Hijo menor del emperador Enrique I y de santa Matilde. Se dice que se había dedicado a la cultura desde su infancia, y Prudencio era su autor preferido. Estudió letras sagradas y profanas en la escuela catedral de Utrecht, dirigida por el obispo Balderico; a los 14 años (939) fue llamado a la Corte por su hermano Otón I, para que completara sus estudios; con apenas 16 años fue nombrado abad de Lorsch en Westfalia, y un año más tarde fue nombrado canciller de la Corte, cargo que ostentó hasta el 953, y que sólo se confería a los arzobispos. 
Fue nombrado archicapellán de la Corte en el 951, y como tal acompañó a su hermano Otón I que marchó a Italia para luchar contra el rey de Italia, Berengario II y que fue derrotado en el 963. En el 953, fue nombrado obispo de Colonia por deseo de Otón I. Como arzobispo utilizó su influencia para consolidar los estados germanos y mantuvo unido al alto clero en torno al rey, reforzó las instituciones eclesiásticas con donaciones de bienes, con nuevas fundaciones y reformas; restauró la disciplina eclesiástica. Estuvo siempre del lado de su hermano el rey, especialmente en las contiendas contra los rebeldes, apoyados por Federico, arzobispo de Maguncia, y que fueron sometidos en el 955 gracias a la ayuda de Bruno. 
Fue nombrado regente de Lorena al puesto del destituido Corrado, yerno de Otón I, empleó 3 años, hasta el 958, para imponer el orden y la autoridad del rey; intervino personalmente en los asuntos de Estado de Francia, al ser llamado, en el 956, por su hermana Gerberga, viuda del rey Luis IV de Ultramar. En el 961, Otón I se fue a Italia para socorrer al papa Juan XII, contra el rey Berengario II; Bruno, junto a su sobrino Guillermo, arzobispo de Maguncia, obtuvo la regencia del reino de Alemania y la tutela del pequeño príncipe Otón II. Cuando regresó el rey Otón I, que había sido coronado emperador en el 962 en Roma, Bruno tuvo que intervenir en Francia, para pacificar a sus sobrinos Lotario III y Hugo Capeto, en un encuentro de Compiègne, logró su reconciliación. Durante su episcopado asumió el título de duque, cosa que posteriormente le causarían problemas para su canonización. Cuando regresaba a Alemanía, enfermó gravemente en Reims donde murió. 
Está sepultado en el monasterio benedictino de San Pantaleón de Colonia, fundado por él. Su culto en la diócesis de Colonia fue confirmado en 1870 por el beato Pío IX.

San MEINARDO DE ÜXKÜL. (c.1136 - 1196).


Martirologio Romano: En la ciudad de Riga, junto al mar Báltico, conmemoración de san Meinardo, obispo, que era monje en Germania, y ya anciano, cuando decidió dirigirse a Livonia para evangelizar aquel pueblo, construyó la iglesia de Üxkül, fue ordenado obispo y puso los cimientos de la fe cristiana en aquella región.

Meinardo nació en Alemania. Era monje en un convento agustino de la Congregación de Canónigos Regulares de Letrán, en Segeberg, en Holstein, Alemania, cuando empujado por el deseo de anunciar el Evangelio a todas las naciones, partió de misión a Livonia, en el norte de Europa, que corresponde a la actual Letonia. Se embarcó en un buque mercante como capellán en Lübeck, desembarcó en el golfo de Riga, y pidió y obtuvo del príncipe ruso Wladimiro de Polotzk el permiso para predicar a los nativos paganos.
En 1184 comenzó a construir la primera iglesia de madera en la ciudad de Üxküll. Dos años más tarde informó al arzobispo de Bremen Hartwig II de su apostolado, quien no vaciló en consagrarlo como primer obispo de Livonia. También por recomendación de Hartwig, el Papa Clemente III reconoció oficialmente a la nueva diócesis de Üxküll, como sufragánea de Bremen, el 25 de septiembre de 1188. 
La misión creada por Meinardo no tardó en asumir nuevas tareas y a exceder la fuerza de una sola persona. Desafortunadamente Hartwig había sido exiliado, y parece que de Bremen no apoyaban a la diócesis sufragánea, así que Meinardo tuvo que intentar alguna ayuda de Roma. El 27 de abril 1191 el papa Celestino III autorizó al obispo a llevar ayuda de su propio país, pero no tuvo en cuenta que los livonios no miraban con simpatía esa importación de extranjeros alemanes, y el entusiasmo inicial se iba enfriando. Al verse en el punto de partida, Meinardo envió a Roma al monje cisterciense Teodorico, su colaborador principal, en busca de ayuda. El mismo Papa concedió una indulgencia a los que se dispusieran a una cruzada en defensa y apoyo de la recién formada Iglesia de Livonia.
Pero Meinardo, ya anciano y de frágil salud, murió antes de llegar a ver la ayuda, sin duda triste por el aparente fracaso de la labor para la que había invertido tanta energía. La fecha más probable de su muerte es el 11 de octubre 1196, aunque algunas fuentes hablan del 12 de abril y el 14 de agosto. En el 1201, su sucesor Alberto trasladó la sede a Riga. Entre 1380 y 1390 sus restos fueron trasladados a la catedral de Riga, ahora capital de Letonia. 
Nunca había sido canonizado, pero se le tributó desde el principio culto popular, y el 8 de septiembre de 1993, durante su viaje apostólico a Lituania, Juan Pablo II aprobó oficialmente el culto inmemorial del santo obispo. Patrón de Letonia.

Beato JACOBO DE ULM GRIESINGER. (1407-1491).


Martirologio Romano: En Bolonia, de la Emilia, beato Jacobo de Ulm Griesinger, religioso de la Orden de Predicadores, el cual, aunque analfabeto, era muy buen pintor de vidrieras y daba ejemplo de constante trabajo y oración.

Nació en Ulm (Alemania), en el seno de la respetable familia de los Griesinger. A los veinticinco años partió de su patria a Italia, donde se enroló como soldado en Nápoles; pero, disgustado por las costumbres licenciosas de sus compañeros de filas y al comprobar que su buen ejemplo no les hacía mella, abandonó el ejército y entró a servir como secretario a un abogado de Capua. 
Desempeñó su oficio con tanto acierto que, cinco años después cuando decidió partir, el abogado no se lo permitió. Pero Jacobo logró escabullirse y se dirigió a Alemania, aunque no llegó a su país natal, pues en Bolonia volvió a enrolarse en el ejército. Durante su estancia en esa ciudad, acostumbraba a ir con frecuencia al santuario de Santo Domingo y acabó por ingresar en la Orden como hermano lego en el 1441. Su prior, queriendo demostrar la obediencia de Jacobo a un prelado que se hallaba de paso en el convento, le entregó una carta y le dijo que la llevase inmediatamente a París. No obstante que el viaje era largo, difícil y peligroso, el hermano Jacobo tomó la carta como la cosa más natural del mundo y pidió simplemente permiso de pasar por su celda para tomar su sombrero y su bastón. 
Los hijos de santo Domingo ocupan un sitio distinguido en la historia del arte. El beato Jacobo, como su hermano en religión Guillermo de Marcillat, fue un maestro consumado en el arte de pintar sobre vidrio. Sus superiores le dedicaron a ese trabajo y el beato solía prepararse a él con la oración asidua. En cierta ocasión, fue arrebatado en éxtasis y se le atribuyeron numerosos milagros, antes y después de su muerte. Dios le llamó a Sí cuando tenía ochenta y cuatro años.  Su culto como beato fue confirmado en 1825 por el papa León XII.  

San ALEJANDRO SAULI. (1534-1593).


Martirologio Romano: En Calosso d’Asti, en la Lombardía, muerte de san Alejandro Sauli, que fue primero obispo de Aleria, en la isla de Córcega, y después de Pavía, y formó parte de la Congregación de los Clérigos Regulares de San Pablo, trabajando con gran caridad en favor de los pobres

Nació en Milán en el seno de una familia genovesa. Estudió Derecho en Pavía. Ingresó en los Barnabitas a los 17 años, para ello le pusieron como prueba que predicase en la plaza de los Mercaderes de Milán, vestido elegantemente de paje y llevando una tosca cruz de madera. Su predicación tuvo un gran éxito. Fue enviado a Pavía a estudiar Teología. Tenía una memoria prodigiosa y se dice que se aprendió de memoria toda la “Summa Theológica” de santo Tomas. En 1554 emitió los votos solemnes y en 1556 fue ordenado sacerdote. Tuvo una gran cultura, se dice de él que, con una mano tocaba la campana y con la otra leía. A los 29 años enseñó Teología en el colegio de estudios de Santa María de Capnepanova de Pavía, y al mismo tiempo hizo de sacristán. Fue profesor de la universidad de Pavía de Teología y divulgó la práctica de las Cuarenta Horas y de la comunión frecuente, e instituyó una academia universitaria. Durante la misa tenía raptos extáticos, y necesitaba de un hermano que le recordase en el punto que estaba. 
Fue a Milán como superior del convento, y continuamente recibía la visita de san Carlos Borromeo, por sus "prudentes consejos". Fue superior general de los barnabitas en 1567; gobernó la Congregación con gran cordura y prudencia, promoviendo nuevas fundaciones. Fue nombrado confesor de san Carlos Borromeo y su colaborador en los sínodos diocesanos. 
En 1570 fue elegido obispo de Aleria (Córcega); en la isla en ese momento faltaba de todo, pero como él decía: "Pero al menos Dios no nos faltará". Durante 20 años el obispo Alejandro luchó contra la miseria, la ignorancia, el embrutecimiento y el abandono, aplicando los decretos del concilio de Trento. "Es necesario servir a Dios donde él quiere" decía. Su vida siempre fue una entrega a los suyos, a su diócesis, dándoles todo lo que poseía. Fue llamado “el apóstol de Córcega”. Fue nombrado obispo de Pavía por el papa Gregorio XIV en 1592, y aquí también aplicó las directrices tridentinas y vigiló su observancia, en la predicación, catecismo, seminario, formación del clero, devoción popular, reforma de las costumbres y visita pastora. Murió en Calosso d’Asti mientras realizaba su primera visita pastoral. Sus últimas palabras fueron "esperaré hasta que me sea dado el cambio". Los milagros continuaron después de su muerte y su canonización tuvo lugar en 1904 por san Pío X.

Santa MARÍA SOLEDAD TORRES ACOSTA. (1826-1877).


Martirologio Romano: En Madrid, España, santa María Soledad (Manuela) Torres Acosta, virgen, que desde su juventud demostró gran solicitud hacia los enfermos pobres, a los que atendió con total abnegación, especialmente al fundar la Congregación de las Siervas de María, Ministras de los Enfermos.

Se llamaba Manolita Torres Acosta. Nació en Madrid en el seno de una familia de lecheros. Tenía una constitución débil: era inapetente, asmática y con la vista delicada, ademas tenía escasas letras. Estudió en el colegio de las Hijas de la Caridad. A los 25 años, quiso hacerse dominica, pero su debilidad física no le abrió las puertas del convento. Conoció en Madrid, a un sacerdote, don Miguel Martínez (párroco en Chamberí), que quería fundar una institución de ayuda al enfermo en el domicilio, y quería que  fueran siete las fundadoras a modo de los Siervos de María; ella ingresó la última y era la más débil. En 1851, tomó el hábito y cambió su nombre por el de María Soledad. Fue nombrada fundadora y superiora general con 30 años. Las otras seis compañeras, ante las penalidades abandonaron, y será Manolita quien levante el Instituto, a pesar que tenía verdadero terror a los muertos. La fundación se llamará Siervas de María, Ministras de los Enfermos. Ella creyó firmemente en el futuro: "la congregación es obra de Dios, no, no puede morir. Seamos las últimas piedras que se desmoronen de este edificio". Esta nueva Congregación tenía la característica, de que sus miembros dormían de día, y por la noche, se desparramaban por todo Madrid, para atender y acompañar a los enfermos en su dolor y llevándoles alimento.
Las penalidades y vaivenes internos y externos no arredraron, ni a su finura de espíritu ni a su frágil salud; el sacerdote que sustituyó al padre Miguel, en la dirección espiritual del joven Instituto la destituyó y nombró a otra superiora, con el resultado de hacer desaparecer casi la fundación; pero después de una investigación del obispo de Madrid, María Soledad volvió a ser nombrada superiora. Se destacó por su sencillez y gran caridad. Su frase favorita era: "Hijas mías, recurramos a la divina Providencia y seamos buenas religiosas, que Dios no nos faltará". Desde Chamberí, la primera casa, se multiplicaron las fundaciones, para desde ellas asistir a los enfermos en su mismo domicilio. Los primeros centros que se beneficiaron de su caridad fueron el hospital de San Francisco de Madrid, los de Getafe y Ciudad Rodrigo. La fundación de Chamberí será para ella una cruz, pues, cuando quiso construir una casa estable, ya que hasta entonces estaban en residencias inestables, firmó un contrato "en el que la engañan" y se vio endeudada de tal manera, que tuvo que solicitar limosna por toda España, durante dos interminables años. María Soledad, atendió a los apestados, besó las viruelas de una monja, hacía grandes mortificaciones y se enfadó dos veces en su vida, estas fueron la más graves críticas que recibió en su proceso de beatificación. Murió en Madrid llena de méritos, después de abrir 46 casas en España, Cuba y Puerto Rico. SS. Pablo VI la canonizó en 1970. En el calendario litúrgico de España tiene Memoria Litúrgica. 

OTROS SANTOS DEL DÍA:



Santos Nicasio, Quirino, Scubícolo y Piencia. s. III. 
Martirologio Romano: En el territorio de Vexin en la Galia lugdonense, hoy Francia, conmemoración de los santos Nicasio, Quirino, Scubícolo y Piencia, mártires
Nicasio era obispo de Rouen, Quirino sacerdote y Scubículo diácono, según el relato legendario de un monje de la abadía de San Audoeno evangelizaron la región de Vexin; fueron decapitados durante el imperio de Domiciano. A este grupo se le añadió la joven Piencia. 

San Santino de Verdún. M. c. 300. 
Martirologio Romano: En Verdún, también en la Galia, san Santino, obispo, que, según se cree, fue el primero en predicar el Evangelio en esta ciudad.
Se piensa que fue discípulo de san Dionisio de París y que fue el primer obispo de Verdun y de Meaux. 

Santos Táraco, Andrónico y Probo. M. 304. 
Martirologio Romano: En Ainvarza, hoy Turquía, santos Táraco, Probo y Andrónico, mártires, que durante la persecución del emperador Diocleciano entregaron su vida por testimonar la fe en Cristo
Mártires en Tarso de Cilicia, durante la persecución de Diocleciano. Táraco nació en Claudiópolis de Isauria. Era soldado pero "por ser cristiano, me decidí a pasar a la vida de paisano". Tenía 60 años cuando fue interrogado por primera vez. "Yo soy cristiano. En cuanto a esa gloria que dices, yo la deseo para ti y para tus emperadores, y que, dejando su impenetrable ceguera, vengáis a mejores y más firmes pensamientos y seáis vivificados por el verdadero Dios". Andrónico era un joven de Éfeso de buena familia y Probo un ciudadano romano de Panfilia. Después de sufrir crueles torturas fueron degollados. 
Cenobio

San Sármatas. M. 357. 
Martirologio Romano: Conmemoración de san Sármata, abad en la Tebaida, que, siendo discípulo de san Antonio, recibió la muerte a manos de los sarracenos.
Discípulo egipcio de san Antonio Abad; fue asesinado en su monasterio por un grupo de bandidos beduinos. 

San Fermín de Uzés. (c.511 - 553). 
Martirologio Romano: En Uzés, de la Galia Narbonense, san Fermín, obispo, discípulo de san Cesáreo de Arlés, que enseñó a su pueblo el camino de la verdad.
Natural de Narbona fue educado por su tío el obispo de Uzés (Galia Narbonese), san Ferreol, a quién se sucedió a los 22 años. Fue discípulo y amigo de san Cesáreo de Arles y, suscribió con otros obispos la "Regula santarum virginum" y escribió el primer libro de su "Vita" con Cipriano de Toulon y con otros autores. Firmó las actas de el concilio de Orleans (541-549) y del de París (551). 
Vita de san Máximo
el Confesor

San Anastasio "el Apocrisiario". M. 666. 
Martirologio Romano: Cerca de la fortaleza de Schemaris, en las montañas del Cáucaso, muerte de san Anastasio, presbítero, apocrisiario de la Iglesia Romana y compañero en la confesión de la fe católica y en el destierro de san Máximo el Confesor, que entregó su espíritu a Dios mientras pronunciaba en la celebración de la santa Sinaxis: “Lo santo para los santos”.
Anastasio era presbítero y «apocrisiario» (es decir, el legado, en este caso, papal) que junto san Anastasio, llamado «el abad» (aunque parece que sólo fue monje), fueron dos compañeros de lucha y de prisión de san Máximo «el Confesor». Como él, y junto con él, estaban los dos Anastasio presos en Perberis, en Tracia, por defender la fe ortodoxa frente al monotelismo profesado por el emperador (el monotelismo afirma que en Cristo hay sólo voluntad divina, lo que es una forma solapada de negar su auténtica humanidad).
No llegaron ninguno de los tres a morir mártires, sino que fueron liberados y pudieron volver al monasterio en el Cáucaso; pero los malos tratos recibidos en defensa de la fe les dan el título de «confesores».

San Eufredo. s. VII. 
Monje benedictino en la diócesis de Asti.  
Se trata de una abreviación del nombre de Teofredo, abad benedictino de Caméry, ejecutado probablemente por los sarracenos en el 732. La memoria de Teofredo se perdió y se comenzó hablar de Eufredo, mártir piamontés durante la invasión sarracena. Según estas “tradiciones” era originario de Cherasco. En otros textos se dice que fue mártir de la legión tebana, confundiéndose con san Chiaffredo. 

San Gumaro de Lier. (717-774). 
Martirologio Romano: En Lier, de Brabante, san Gumaro, que era soldado, pero, devoto de Dios, con sus bienes construyó un oratorio, donde a su muerte fue enterrado.
Nació en Emblehem (Amberes). Cortesano del rey Pipino, se casó con una mujer de carácter insoportable y molesto. Separado de su mujer, por una desdichada campaña militar de nueve años, tuvo que batirse en retirada de su propio hogar, y resarcir a todos sus súbditos de los maltratos de su mujer, que fue, durante su ausencia, una déspota. Se retiró y vivió en santidad como recluso en una celda de las proximidades de Nivesdonck (Ledo). Fundó el monasterio de Lier con sus propios bienes. La actual ciudad flamenca de Lier, Bravante, surgió alrededor de su eremitorio. 

San Gaudencio de Gnesen. M. 1004. 
Martirologio Romano: En Gniezno, ciudad de Polonia, san Gaudencio o Radzim, obispo, que hermano, según la carne y según el espíritu, de san Adalberto, obispo de Praga, compañero fiel suyo en los trabajos, testigo de su martirio, padeciendo también encarcelamientos.
Fue monje con su hermano san Adalberto de Praga, en la abadía benedictina de San Alejo en Roma. Juntos marcharon a Prusia, para evangelizar la región. Salió indemne de la masacre en la que su hermano murió y en la que él sufrió la cárcel. En el 1000, fue nombrado por el emperador Otón III, obispo de Gnesen (Polonia). 

San Pedro Le Tuy. (1763-1833). 
Martirologio Romano: En Hanoi, de Tonquín, san Pedro Le Tuy, presbítero y mártir, que, por su fe en Cristo, fue degollado en tiempo del emperador Minh Mang.
Nació en Banh-So (Vietnam). Estudió en el seminario de Vinh-Tri y ordenado sacerdote ejerció su ministerio con verdadero celo y dedicación, primero como coadjutor en las parroquias de Dong-Thanh y de Chan-Loc, para luego fue párroco en Nam-Duong, donde estuvo tres años.
Estaba en el pueblo de Thanh-Trai impartiendo los sacramentos a un enfermo, cuando fue encarcelado por la delación de un escribano. Los cristianos intentaron liberarlo, pero no lo consiguieron, por lo cual lo enviaron a Hanoi. Aquí estuvo recluido cargado con cangas. Estuvo así tres meses y fue admirado por todos por su paciencia y mansedumbre. Se le dio la oportunidad de renunciar a su sacerdocio, pero él se negó y se comunicó al rey Minh-Menh, que ordenó que lo decapitaran, siendo así su primera víctima. Sus restos se encuentran en Seminario de Misiones Extranjeras de París. Fue canonizado el 19 de junio de 1988 por el papa Juan Pablo II junto con los 117 mártires de Vietnam.

Ángel Ramos Velázquez. Beato. (1876-1936). 
Martirologio Romano: En Barcelona, también en España, beato Ángel Ramos Velázquez, religioso de la Sociedad Salesiana y mártir, que libró el buen combate de la fe en tiempo de persecución.
Natural de Sevilla. A sus 15 años se sintió atraído por el ambiente de las Escuelas de Sarriá, de regreso de una peregrinación a Roma. Primero fue colaborador de los salesianos, en las Escuelas profesionales de Barcelona-Sarria en 1894, atraído por el beato Felipe Rinaldi. Allí mismo profesa seis años después, en 1897. Artista del pincel y del teatro, su noble personalidad prestigia la Escuela y moldea en la virtud al alumnado. Alegre, piadoso, sacrificado, humilde y muy trabajador, supo poner sus cualidades de artista al servicio de los fines de la congregación. Coadjutor salesiano de la comunidad de Sarriá en Barcelona. 
Cuando llegó la revolución de julio de 1936 buscó refugio en varias pensiones, pero un antiguo alumno lo vio por la calle y lo denunció. El religioso le dijo al denunciante que si le había hecho algún daño, y el joven le dijo que se lo habían hecho otros y que él pagaría por ellos. El religioso le dijo que deseaba que Dios lo perdonara como lo perdonaba él. Seguidamente se lo llevaron y ya no se supo más de él. Era el 11 de octubre de 1936. Fue beatificado el 11 de marzo de 2001 por san Juan Pablo II en el grupo de 233 mártires de la persecución de Valencia.

NUESTRA SEÑORA DE BEGOÑA.



Nuestra Señora de Begoña o Madre de Dios de Begoña es una advocación mariana originaria de la anteiglesia de Begoña, actualmente perteneciente a Bilbao, España. 



NOMBRE:

Begoña es un nombre propio femenino de origen vasco. Su significado es "lugar de la montaña dominante", por la situación del santuario. Con toda probabilidad, lugar sagrado desde tiempo inmemorial, ocupado anteriormente por otras divinidades de la tierra. 
Según la tradición local, el término Begoña proviene de una anécdota: parece ser que la imagen de la Virgen fue hallada en la zona enterrada, de ahí vendría el nombre: “Bego” (debajo) “oña” (pie).

HISTORIA e IMAGEN:

El año 1300 existía ya Santa María de Begoña. No sabemos más. La devoción a la Virgen de Begoña es anterior a la fundación de Bilbao y no se sabe cual es el origen de esta devoción.
Cuando dicho año fundó don Diego la villa de Bilbao, el propio señor de Vizcaya era el patrono de la iglesia de Begoña. Y siguió siéndolo hasta 1382, en que don Juan, que por herencia uniría el señorío de Vizcaya y la corona de Castilla. Desde entonces Begoña quedó vinculada al primer linaje de Bilbao.
Ya en el siglo XVI encontramos la devoción a la Virgen de Begoña derramada por Vizcaya. Y es cuando dos grandes figuras de nuestra historia eclesiástica—san Ignacio de Loyola y el obispo de Calahorra don Juan Bernal Díaz de Luco—fijan su mirada en Begoña para convertirla en un centro ,de irradiación religiosa y reformador. El obispo se la ofreció con insistencia al fundador y logró vencer sus primeros reparos para que algunos miembros de la naciente Campañía fundaran en ella. Todo quedó en proyectos, a pesar de sus deseos y de las gestiones de san Francisco de Borja; quizá a causa de los pleitos que envolvían a Begoña por razón del patronato.

La santa imagen, cuya historia fue escrita en 1796 por fray Tomás Granda, está en un retablo de plata, y tiene un considerable tesoro en ornamentos y alhajas. Es la tradicional y clásica imagen medieval de María. Ha superado las rigideces románicas, se ha humanizado su figura y su expresión. La tradición ha ido enriqueciendo la historia con detalles piadosos.

BASÍLICA y CULTO:

Santa María de Begoña es un santuario donde se venera a la Virgen de este nombre, situado sobre un cerro que domina la ciudad de Bilbao y los términos de Abando, Deusto y Olaveaga. La primitiva ermita, de estilo gótico, fue reedificada y agrandada en el siglo XVI y vuelta a reedificar cada vez después de las contiendas civiles que se cebaron en este templo y afectaron especialmente a la fachada y campanario. 
El barrio bilbaíno de "La Salve" recibe su nombre del hecho de que el recodo de la Ría de Bilbao que pasa al lado de este barrio era el primer lugar desde el cual los marineros que volvían a la ciudad veían las torres de la basílica de Begoña, y allí empezaban tradicionalmente a rezar una "Salve" a la Virgen, en agradecimiento por haberles protegido en sus viajes marineros.
Los siglos XVII y XVIII son espléndidos para el santuario. Los vizcaínos desparramados por diversas regiones de España, por América y otros países, conservan la devoción a su Virgen. 
Fue en 1738 cuando, a propuesta del párroco del santuario, las Juntas Generales de Guernica proclamaron a nuestra Virgen patrona de Vizcaya, en atención a "la suma devoción y profunda veneración que siempre y en todo tiempo ha demostrado y manifestado este noble Señorío a la Virgen Santísima de Begoña". 
La basílica de Begoña formaba parte del perímetro defensivo de Bilbao durante los asedios carlistas del siglo XIX, resultando dañada durante los mismos. El general carlista Zumalacarregui fue mortalmente herido en las cercanías de la basílica, todo lo cual hizo de la basílica un santuario carlista.
El 8 de septiembre de 1900 la imagen de la Virgen fue coronada con gran solemnidad por el obispo de Vitoria, delegado para ello por la Santa Sede. Poco tiempo después, el 21 de abril de 1903, la Sagrada Congregación de Ritos declaró a la Virgen de Begoña Patrona de Vizcaya; era pontífice san Pío X. 
La explanada frente a la basílica fue testigo de los “Sucesos de Begoña”. El 16 de agosto de 1942 una bomba fue arrojada a la salida de la basílica, supuestamente por falangistas, sobre un grupo de carlistas, con varios heridos como resultado. 
La Basílica de Begoña está adscrita a la Santa Basílica de San Juan de Letrán, por lo que se puede adquirir indulgencia plenaria según las condiciones acostumbradas. 
Las festividades más importantes tienen lugar los días 15 de agosto, día de la Asunción de María, y el 11 de octubre, festividad de Begoña (también llamado "Día de la Amatxu" por significar "Amatxu" madre en euskera). Es ya tradición antigua que la Cofradía de Begoña organice sendos actos.