30 de diciembre de 2014

Beata EUGENIA RAVASCO. (1845-1900).


Martirologio Romano: En Génova, de la Liguria, en Italia, beata Eugenia Ravasco, virgen, que fundó el Instituto de las Hermanas Hijas de los Sagrados Corazones de Jesús y María, a las que encomendó la educación de niñas y el cuidado de enfermos y de la infancia menesterosa.


Nació en Milán en el seno de una familia de la alta burguesia; su padre era un banquero genovés y su madre pertenecía a la nobleza. Pronto se quedó huérfana de madre y los hechos se sucedieron rápidamente: su padre se marchó a Génova con dos de sus hermanos y ella, junto a su hermana Constancia, permaneció en Milán, confiada a los cuidados de una tía, que fue para ella como una madre. En 1852 las hermanas se fueron a Génova y de este modo la familia se unió de nuevo. En 1855 murió su padre, y los hermanos quedaron al cuidado de un tío paterno que los confió al cuidado de una institutriz que con su régimen severo, la hizo sufrir bastante. 
A raíz de su primera comunión, sintió una especial devoción hacia la Eucaristía y a los Corazones de Jesús y de María Inmaculada. Al fallecer su tío se quedó al cuidado de la administración de los bienes de la familia, y siempre tuvo una especial dedicación para los pobres. Lamentablemente no logró salvar a su hermano del camino extraviado por el que se había metido,
Sintió la llamada de la vocación religiosa y tuvo su desaprobación, ya que querían casarla, pero ella se mantuvo firme en su fe. Fue catequista en su parroquia, colaboró con las Hijas de la Inmaculada de Santa Dorotea, como asistenta de las niñas del barrio, asistió a los enfermos del hospital de Pammatone y de los Crónicos, visitó a los pobres en su casa. Sintió una gran aflicción por los niños y jovenes abandonados, totalmente ingnorantes de las cosas de Dios. En 1868, fundó la Congregación religiosa de las Hijas de los Sagrados Corazones de Jesús y de María, con la misión de hacer el bien, especialmente a la juventud para que “fueran honestos ciudadanos en medio de la sociedad y santos en el cielo”. Abrió centros de asistencia, una Escuela Normal, organizó misiones populares, ejercicios espirituales y retiros y promovió el culto a los Sagrados Corazones de Jesús y de María; organizó Asociaciones para las Madres de Familia, tanto pobres como a las Iglesias pobres. Abrió nuevas casas, siempre dedicada y entregada sin resevar a los demás, en un total abandono en Dios y en las manos de María Inmaculada. 
Purificada por la prueba de la enfermedad, de la incomprensión y del aislamiento dentro de la misma Comunidad, Eugenia no dejó nunca de actuar según el espíritu evangélico. Abrió en Génova la “Casa de las Obreras”, donde las jóvenes que trabajaban en las fábricas encontrarían un lugar seguro. En 1898, para las jóvenes que trabajaban en el servicio doméstico, fundó la Asociación de Santa Zita. Consumida por la enfermedad, murió en la casa madre de Génova. “Os dejo a todas en el Corazón de Jesús” fueron sus palabras de despedida. 

San ANISIO DE TESALÓNICA. M. c. 407.


Martirologio Romano: Conmemoración de san Anisio, obispo de Tesalónica, que vivió en tiempo del emperador Teodosio y a quien los Romanos Pontífices le constituyeron vicario apostólico en Eslavonia, y san Ambrosio lo llenó de alabanzas.

catedral de Tesalónica
Obispo de Tesalónica, Grecia. Fue amigo de san Ambrosio de Milán; vicario apostólico del papa san Dámaso en Iliria y leal defensor de san Juan Crisóstomo. 
En el año 383, fue nombrado obispo de Tesalónica, tras la muerte del anterior prelado, Ascalio; san Ambrosio escribió una carta al nuevo obispo para decirle que había tenido noticias de que era un celoso discípulo de Ascolio, y para expresarle su esperanza de que demostrase ser «otro Eliseo para su Elías». Son muy escasos los detalles que se conocen sobre la vida de san Anisio, pero en la historia de la Iglesia se le toma muy en cuenta, a causa de la actitud del papa san Dámaso, quien le nombró patriarca vicario de la Iliria. Además, los poderes que se le confirieron, fueron renovados por los pontífices san Siricio y san Inocencio I.
San Anisio apoyó siempre con vigor a san Juan Crisóstomo e hizo un viaje especial a Constantinopla para defender su causa contra Teófilo de Alejandría. En el año de 404, Anisio, junto con otros quince obispos de Macedonia, solicitaron al papa Inocencio que emitiese su juicio en la causa por la cual san Juan Crisóstomo había sido exilado de su sede, con la promesa de actuar según su última decisión. San Juan Crisóstomo escribió una carta de agradecimiento a Anisio. Durante el episcopado del santo, tuvo lugar en Tesalónica la espantosa y conocida matanza en el anfiteatro. Las virtudes de san Anisio fueron muy alabadas, tanto por san Inocencio I como por san León Magno.

San PERPETUO DE TOURS. M. c. 494.


Martirologio Romano: En Tours, de la Galia Lugdunense, san Perpetuo, obispo, que edificó la basílica de San Martín y muchas otras en honor de los santos, y reguló en su Iglesia la práctica de ayunos y vigilias.

Nació en el seno de una familia senatorial. Obispo de Tours (460-490), otros autores dicen que de Utrecht. Una vez que lo nombraron obispo de Tours, dejó todo cuanto tenía para el consuelo de los pobres. Fue uno de los obispos más sobresalientes de su tiempo. 
Perpetuo agrandó la basílica dedicada a San Martín de Tours e hizo una casa grande a su lado para albergue de peregrinos. Desde el primer año de su episcopado, convocó un concilio provincial en Tours. Decretó que los fieles observaran algunos días de la semana con especial atención a las cosas del espíritu.
La influencia de san Perpetuo fue enorme. Trece siglos después de su muerte , alguien escribió estas palabras atribuidas al santo: “Vosotros, mis queridos hermanos, mi corona, mi alegría, es decir, el pobre de Cristo, necesitados, mendigos, enfermos, viudas y huérfanos...A todos vosotros os declaro mis herederos”. Catorce años antes de morir, escribió su testamento, un documento perfecto de cómo debían ser los obispos de aquellos tiempos.
Los últimos años de su vida fueron malos, debido a la invasión de lo Godos y a la doctrina arriana. Legó un calendario a la posteridad que está considerado una falsificación del siglo XVIII.  

San EGVINO DE WORCESTER. M. 717.


Martirologio Romano: En Worcester, en Inglaterra, san Egvino, obispo, que fundó el monasterio local.

Nació en el seno de una noble familia de Mercia. Ingresó como benedictino desde muy joven. Salió del monasterio cuando fue nombrado consejero del rey de Mercia, san Etelredo. Hacia el 693 fue nombrado obispo de Worcester, pero encontró una notable hostilidad, sobre todo cuando intentó una reforma religiosa para reprimir el vicio. Sus enemigos lo denunciaron al papa san Sergio I, por lo cual decidió marchar a Roma para defenderse y justificarse. 
Sobre su viaje a Roma nos cuenta la leyenda: él se ató los pies con una cadena y tiró la llave al mar, pero en Roma fue milagrosamente encontrada en el estómago de un pez que se había pescado en el Tíber. El Papa le reconoció su inocencia y Egwino volvió a Inglaterra, donde tomó posesión de su sede episcopal. Su amigo el rey de Mercia, san Etelredo, le donó un terreno en el cual construyó el monasterio de Evesham, que el sucesor del rey Kenredo, posteriormente benefició. En este período Egwino quiso que el obispo y abad san Aldelmo, tuviera una digna sepultura y la adecuó en la iglesia del monasterio de Malmesbury. 
En el 709 realizó un nuevo viaje a Roma para acompañar a Kenredo y a Offa, rey de Essex, que querían tomar el hábito monástico en la Urbe. Del papa Constantino I, Egwino obtuvo exenciones para su monasterio. Regresó a su patria donde murió. Está enterrado en la abadía de Evesham.  

San LORENZO DE FRAZZANÒ. (c.1116-1162).


Martirologio RomanoCerca de la población de Frazzanò, en la isla de Sicilia, san Lorenzo, monje según la disciplina de los Padres Orientales, insigne por la austeridad de vida y por su constante predicación.

Nació en el pequeño pueblo de Frazzanò o Fraxanone (Sicilia). Sus padres murieron en el término de un año, dejando al niño huérfano al cuidado de la joven madre de leche Lucía, una vecina. A los seis años, después de los primeros acercamientos a la liturgia y la Escritura, Lorenzo pidió a Lucía poder estudiar las letras divinas y humanas. Así, fue dirigido al monasterio basiliano de San Miguel Arcángel en Troina, donde el joven sorprendía a todos por sus dotes humanas y religiosas. El propio obispo de Troina lo invitó a vestir el hábito de monje basiliano y recibir las órdenes menores y mayores. 
Con sólo 20 años Lorenzo era ya sacerdote y su fama se extendía por la región. Fue al monasterio de Agira, y los fieles lo seguían para escuchar las palabras del santo. En 1155 aproximadamente Lorenzo entró en el monasterio de San Felipe de Fragala. Durante este tiempo, Lorenzo hizo lo posible por hacer para hacer construir en Frainos (es decir, Frazzanò) una iglesia dedicada a San Filadelfo. En el otoño de 1162 se puso fin a la labor de la nueva iglesia de Todos los Santos, que deseaba «en honor a la Santísima Trinidad». Murió con fama de santidad. Su fama de santo obrador de prodigios sigue vigente en la región.

Beata MARGARITA COLONNA. (1255-1284).


Martirologio Romano: En Palestrina, del Lacio, beata Margarita Colonna, virgen, que prefirió a las riquezas y deleites del siglo la pobreza por Cristo, a quien sirvió profesando la Regla de santa Clara.

Nació en Palestrina, hija de Odón, de los Príncipes Colonna, y de Mabilia o Magdalena Orsini. Los años en los que vivió Margarita fueron tumultuosos y complicados para la Iglesia. La sede papal quedó vacante durante 20 años, el periodo más largo de la historia. Los pontificados de los papas que salían del cónclave eran demasiado breves, y eso perjudicaba su autoridad y prestigio, tan necesarios para mantener el equilibrio entre las pretensiones de Francia y del Imperio germano sobre el territorio italiano.
Desde la más tierna infancia había sido educada por su madre en las virtudes cristianas, que había conocido a san Francisco de Asís. Pero ella y sus hermanos quedaron pronto huérfanos, primero de padre, y luego de madre. Quedó bajo la tutela de su hermano Juan, dos veces senador de Roma, quien le preparó un matrimonio prestigioso y conveniente para las alianzas nobiliarias, mas ella sólo deseaba ser esposa virginal de Jesucristo. El 6 de marzo de 1273, apoyada por su otro hermano, el cardenal Giacomo Colonna, se retiró con otras dos jóvenes piadosas en la iglesia de Santa María de la Costa, en el Monte Prenestino, hoy llamado Castel San Pietro, encima de Palestrina, donde fundaron una comunidad religiosa, sin aprobación canónica. Vistió el sayo de las clarisas, bajo el cual llevaba un cilicio ceñido a sus carnes. Entre ayunos y penitencias pedía al Señor le concediese su mayor deseo: ser clarisa. Así vivió unos años, siendo un escándalo para su familia.
En 1278, siendo su hermano Juan senador de Roma, su otro hermano, Giacomo, fue nombrado cardenal por expreso deseo del papa Nicolás III. El joven Giacomo era un verdadero creyente y amaba a Cristo, de modo que tomó consigo a su hermana y la llevó a Roma, para orar juntos ante los sepulcros de san Pedro y san Pablo. Fue el comienzo de una nueva etapa en la vida de Margarita, pues su ejemplo despertó el interés de otras mujeres, interesadas en dedicar enteramente su vida, como ella, al servicio de Cristo.
Hacía sólo 20 años que había muerto santa Clara de Asís, y su ideal de vida y el de Francisco atraía a multitud de personas de toda condición social. A petición de Margarita, el ministro general de los frailes menores fray Jerónimo Masci, futuro papa Nicolás IV, le permitió entrar en el monasterio de santa Clara de Asís, pero los planes del Señor eran otros, y una enfermedad se lo impidió. Pensó entonces en retirarse con sus compañeras en el convento de la Méntola sobre el monte Guadagnolo, pero era un feudo del conde de Poli, que no veía con buenos ojos a una Colonna en su territorio. Fue por eso que, al poco tiempo, se trasladó a Roma, y pasó largo tiempo como huésped de una noble muy piadosa y generosa, llamada Altrudis, apodada "de los pobres" por aquellos a quienes ella había dado sus bienes. Hasta que, en 1278, con ayuda de su hermano cardenal, regresó al monte Prenestrino, junto a su ciudad natal, para fundar monasterio donde se viviera pobremente y se alabara al Señor día y noche.
Ella misma se ocupó de la formación de sus compañeras; pero su caridad se extendía más allá, hasta los enfermos y pobres de la comarca. Cada año, para la fiesta de San Juan Bautista, del que era muy devota, organizaba para ellos una comida. Toda su rica dote fue a parar a manos de los pobres y enfermos. Una vez agotado su rico patrimonio personal, no permitió que sus hermanos le ayudasen, sino que prefirió vivir como franciscana, y no le importó recurrir a la "Mesa del Señor", pidiendo limosna de puerta en puerta, para continuar su obra en favor de los pobres.
Practicó de manera heroica todas las virtudes, edificando al pueblo con la oración asidua y el ejemplo de una caridad heroica. Con ocasión de una epidemia, Margarita se hizo "toda para todos" asistiendo maternalmente a los hermanos enfermos y corrió también en ayuda de los franciscanos de Zagarolo. Otra vez acogió en casa a un leproso de Poli, comiendo y bebiendo en el mismo plato y, en un ímpetu de amor, besó aquellas repugnantes llagas. Sería demasiado prolijo recordar todas las manifestaciones de la intensa vida mística de Margarita: la observancia escrupulosa de la regla de Santa Clara, el amor a la pobreza, la continua unión con Dios, los éxtasis, las efusiones de lágrimas, las frecuentes visiones celestiales, el matrimonio místico con el Señor, quien se le apareció colocándole un anillo en el dedo y una corona de lirios sobre la cabeza y le imprimió la llaga del corazón.
Durante siete años sobrellevó pacientemente una herida ulcerosa en el costado, como si llevara una llaga de la pasión de Jesucristo. Aún no había cumplido los 30 años cuando murió a causa de la úlcera y de unas fiebres altísimas. Hoy sus reliquias se veneran en la iglesia de Castel San Pietro. Pío IX aprobó su culto el 17 de septiembre de 1847.

Beato JUAN MARÍA BOCCARDO. (1848-1913).


Martirologio Romano: En el pueblo de Pancalieri, cerca de Turín, en Italia, beato Juan María Boccardo, presbítero, el cual, trabajando infatigablemente en el cuidado de los ancianos y enfermos, fundó la Congregación de Hermanas de los Pobres Hijas de San Cayetano.

Nació en Testona de Moncalieri, Turín. Fue ordenado sacerdote en 1871. Fue director espiritual en los seminarios de Chieri y Turín. Después de obtener la licenciatura en Teología, en 1877, fue nombrado canónigo honorario de la colegiata de Chieri, y en 1882 se le nombró director espiritual del seminario mayor.
En 1882, fue nombrado párroco de Pancalieri, parroquia en la que permaneceré hasta su muerte. Su acción pastoral y su caridad atrajo a todos sus parroquianos. Su caridad quedó de manifiesto en la epidemia de cólera de 1884, donde estuvo en primera línea atendiendo a todos los enfermos. Y para institucionalizar esta gran tarea fundó la Congregación de Hijas Pobres de San Cayetano, reconocida como congregación de derecho diocesano. Se dedicó con todas sus energías a la nueva fundación, de la que abrió 35 casas. 
Perseveró en su trabajo pastoral y en su obra benéfica hasta que una parálisis lo redujo a la inactividad. Su paciencia fue ejemplo de todos. Fue beatificado por SS. Juan Pablo II el 24 de mayo de 1998.

OTROS SANTOS DEL DÍA:


San Hermetes de BononiaM. c. 270.  
Martirologio Romano: En Bononia (hoy Widdin), de Mesia, san Hermetes, exorcista y mártir.
Clérigo exorcista de la iglesia de Ratiaria (hoy la aldea búlgara de Arcer); parece que fue decapitado durante la persecución de Aureliano en Bononia (la actual Vidin en Bulgaria). Podría ser el mismo mártir del 4 de Enero. 

San Félix I. Papa (269-274). M. 274.
Martirologio Romano: En Roma, en el cementerio de Calixto, en la vía Apia, sepultura de san Félix I, papa, el cual rigió la Iglesia romana en tiempo del emperador Aureliano.
Romano de nacimiento; sucesor de san Dionisio I. Fue el primero en condenar la herejía de Pablo de Samosata. Se dice que murió mártir bajo Aureliano, pero se le confunde con otro mártir, que fue obispo. De él se conserva un fragmento de un tratado sobre “La Encarnación”. Se decía que había un escrito suyo en defensa del dogma de la unidad de persona en Cristo, enviada al obispo de Alejandría, san Máximo, con motivo del concilio de Éfeso (431), pero ya se sabe que no es suya.
Lo que sí es seguro es que Félix tuvo que intervenir en la controversia provocada por Pablo de Samosata, que había sido depuesto de la sede antioquena y destituido por Domno. El sínodo de Antioquía mandó una carta a Roma, y Félix la contestó, seguramente en los mismos términos que su citada carta al obispo de Alejandría. Parece ser que mejoró la normativa sobre que el sacrificio de la misa se celebrase sobre la tumba de los mártires.  

Santa Anisia. M. 304. 
Se consagró al cuidado de los enfermos en Tesalónica (Grecia). Un soldado la quiso hacer apostatar y ella le escupió en el rostro, esto le valió el martirio. 

San Jocundo de Aosta. s. VI. 
Martirologio Romano: En Aosta, en los Alpes Graios, san Jocundo, obispo.
Obispo de Aosta. Fue dos veces a Roma en ocasión de los Concilios del 501 y 502, y a su regreso fue acusado de traición política, pero Teodorico lo consideró inocente y por ello pudo morir en paz. 

San Geremaro de Beauvais. M. c. 658. 
Martirologio Romano: En Flay, en la región de Beauvais, san Geremaro, abad del monasterio que él mismo fundó en este lugar.
Natural de Gournay en Vexin, Beauvais; tenía un cargo en la corte de Dagoberto I. Había abandonado a su mujer y a sus hijos para hacerse monje. Fue ordendo sacerdote por su amigo san Audoeno, obispo de Rouen. Entró en el monasterio de Pentale (Brionne), y cuando  fue elegido abad, tuvo que abandonar su cargo, porque los monjes le echaron, ya que era demasiado severo. Se retiró a vivir como ermitaño en una gruta cercana a la abadía. En el 655 fundó un nuevo monasterio en Flay, llamado hoy Saint-Germer (Beauvais). 

San Eugenio de Milán. s. IX. 
Landolfo Seniore, en su “Historia Mediolanensis” lo presenta como un obispo tramontano, sin indicar la sede, y le atribuye el mérito de haber defendido, en un concilio celebrado en Roma poco tiempo después del fin del reino lombardo, el rito ambrosiano contra Carlomagno y el papa Adriano I, que querían abolirlo en nombre de la unidad en el mundo cristiano. Parece que se decidió colocar bajo el altar mayor de San Pedro del Vaticano un libro litúrgico ambrosiano y uno romano, cerrar la basílica, ayunar y orar durante tres días y de elegir como libro litúrgico normativo para toda la Iglesia, que, entre los dos, que se encontrara abierto. Después de los tres días, se encontraron los dos libros cerrados, pero, ante los ojos atónitos de todos, inesperadamente los dos se abrieron. Parecía claro que el Señor quería que se mantuvieran los dos ritos. 
Eugenio al pasar por Milán, antes de entrar en su sede, por la solicitud del clero y de los potentados de la ciudad aceptó quedarse durante un tiempo. Pero murió y su memoria se perdió hasta que sucedió un milagro en una mujer enferma. Sus reliquias se encuentran en la iglesia milanesa de San Eustorgio. 

San Rainerio de Furcone. M. 1077. 
Martirologio Romano: En la región de los Vestinos, en Italia, san Rainerio, obispo de Furcone (hoy L’Aquila), cuya habilidad en administrar los bienes alabó el papa Alejandro II.
Obispo de Furcone (hoy L'Aquila) en los Abruzzos en Italia, cuya habilidad en administrar los bienes alabó el papa Alejandro II. No conocemos otros particulares de su vida.

San Rogerio de Canne. M. 1128. 
Martirologio Romano: En Canne, de la Apulia, san Rogerio, obispo.
Obispo de Canne, al sur de Italia. Era de origen normando. Cuando era un joven clérigo, huyó de la ciudad cuando supo que le habían elegido obispo de Canne, pero fue descubierto y conducido a la fuerza. Aceptada la consagración, fue un obispo que hizo de su diócesis un hospital para los enfermos. Pero en 1083, el normando Roberto Giscardo, destruyó la ciudad y se vio en la obligación de reconstruir su diócesis, con paciencia e infinita caridad.