Martirologio Romano: En Roma, beato Buenaventura de Barcelona (Miguel) Gran, religioso de la Orden de Hermanos Menores, que, amante de la observancia regular, instituyó conventos para retiros espirituales en muchos lugares del territorio romano, mostrando siempre máxima austeridad de vida y caridad para con los pobres.
Miguel Bautista Gran nació en Ruidoms (Tarragona), en el seno de una familia muy humilde. Por imperativo paterno se casó a los 18 años, pero de común acuerdo con su esposa, el matrimonio fue blanco. Enviudó a los 16 meses de la boda y así pudo ingresar en los franciscanos recoletos en el monasterio de Scornalbou en 1640, donde profesó y cambió el nombre por el de Buenaventura, sirviendo a sus hermanos como cocinero, portero, enfermero o limosnero en diversos conventos de Cataluña durante 17 años. Para huir de la fama que le seguía de taumaturgo y para extender la reforma marchó a Roma en 1659, después de visitar Loreto y Asís, vivió unos meses en el convento de Aracoeli y fue destinado al colegio de San Isidoro, donde se preparó para su misión de reforma de la Recolección, fue apoyado por papas y cardenales; fundó varios conventos de vida contemplativa en la provincia romana de su Orden: el primer convento reformado fue el de Santa María de las Gracias en Poggio Romano (Sabina), San Cosimato en Vicovaro (Tívoli) y San Sebastián al Palatino, con los que puso los fundamentos a la llamada “Riformella”, compilando estatutos, con aprobación pontificia, para el régimen de estas casas. Esta fue su contribución histórica a la Orden franciscana. Papas y cardenales solicitaron su consejo, concretamente el papa el beato Inocencio XI.
Fue conocido como un gran maestro en las cosas del espíritu, pero por humildad nunca quiso acceder al sacerdocio, a pesar de las presiones que recibió en este sentido. Con todo fue guardián, visitador y vicario. Su vida se desenvolvió entre los límites de la más extricta pobreza y humildad. Gozo de los dones sobrenaturales como la discreción de espíritus, lectura de los corazones, penetró en el misterio de la contemplación infusa y tuvo muchos éxtasis y visiones sobrenaturales. Murió en Monte Palatino en Roma, convento que él había fundado. Fue beatificado por san Pío X el 10 de junio de 1906.
No hay comentarios:
Publicar un comentario