6 de septiembre de 2014

Beato BERTRANDO DE GARRIGUES. M. 1230.


Martirologio Romano: En el monasterio cisterciense de Boschette (o Vauluisant), cerca de Orange, en la Provenza, memoria del beato Beltrán de Garriga, presbítero, uno de los primeros discípulos de santo Domingo y siempre fiel a sus consignas.


Natural de Garrigue (Nimes). Era sacerdote cuando se hizo discípulo de santo Domingo de Guzmán y le ayudó a fundar la primera casa de París. Fue confidente y testigo de la vida del santo español. Siempre estuvo junto a su fundador. En 1216 fuel el primer prior de San Román de Toulouse, fundador en 1217 del convento de Saint Jacques de París. Una vez instalados los frailes en París, fray Bertrán de Garriga regresó a Tolosa. La situación se agravaba por días en la capital del Languedoc, hervía la insurrección, que, al fin, estalló, y en el asalto a las murallas de Tolosa murió Simón de Montfort. Pero el convento de San Román, custodiado por fray Bertrán y la pequeña comunidad, se salvó.
Por aquellos días fray Domingo abandona Roma para cursar visita a las distintas fundaciones, Estamos ya avanzado el otoño de 1218. Regresó a Francia y de nuevo pasó por Prulla y Tolosa, donde tomó por compañero a fray Bertrán de Garriga para reanudar la ruta hacia París.
En el capítulo de 1221 fue nombrado provincial de los dominicos en Provenza, con sede en Toulouse. Uno de sus principales cuidados, sobre todo al morir el santo fundador, fue el sostenimiento y aliento de las monjas de Prulla, procurando conservar el espíritu que Santo Domingo les había infundido. Y fiel discípulo suyo, recorrió a pie el Languedoc predicando y atrayendo a las gentes con su ejemplo, levantando muchos conventos... Su fundación predilecta era Montpellier.  
El año 1230, siendo todavía provincial, difundida su fama de santidad por la región, estando predicando a las monjas cistercienses de Le Bouchet (Drôme), una rápida enfermedad le condujo a la muerte. Su cuerpo, que recibió sepultura en el cementerio de las monjas, fue hallado incorrupto después de veintitrés años. Durante el Cisma de Occidente los dominicos le trasladaron al convento de Orange. Los cronistas e historiadores de su época son unánimes en los elogios de sus singulares virtudes, resaltando su humildad, espíritu de penitencia y oración.
El beato Beltrán murió en la abadía de Boucbet, cerca de Orange, alrededor del año 1230; su culto fue confirmado en 1881 por León XIII. 

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