
Se dice que era duque de Aquitania y conde de Auvernia (estos títulos fueron honoríficos pues el ducado y el condado se constituyeron más tarde). Descendiente de una familia de origen romana que se instaló en Clermont. Calminio era un hombre de guerra, pero pronto se decidió a vivir la austeridad de la vida monástica. Fundó tres monasterios en el centro de Francia: la abadía de Velay ("Calminiacum", que más tarde se llamó Saint-Chaffre du Monastier); algunos cenobitas se unieron a él y con ellos pudo fundar este monasterio. Marchó a Roma para obtener la consagración de este monasterio. A su regreso, pasó por la isla de Lerins, junto a su mujer santa Namadia. Admirado por la célebre abadía insular, decidió pararse durante algunos meses. Aquí conoció la regla de san Benito. Al partir, el abad de Lerins le autorizó a llevarse unos 20 monjes para ayudarle en la fundación del monasterio de Mozac.
Después marchó a la diócesis de Limoges, donde se refugió para vivir una existencia de ermitaño. Cuando decidió regresar a la vida pública, fundo en Limousin (Tulle) su segundo monasterio, que tomó el nombre de Laguenne. El pueblo ya lo definía como “santo”.
Pero él prefirió establecerse en Auvernia y terminar alli sus días. Mucho antes de su muerte, se instaló en Mozac, lugar propicio para la meditación, tranquilo y rico en agua. Alli fundó la última abadía. Después de la construción del monasterio, dejó de nuevo a sus compañeros y marchó, por última vez, a Roma. Alli se entrevistó con el Papa, que, para enriquecer la abadía, le ofreció una parte del cráneo de san Pedro (de aquí el nombre de San Pedro de Mozac). A su regreso, se acercó a Agen, donde obtuvo una parte del brazo de san Caprasio. El regreso de nuestro santo fue celebrado con gran pompa, los monjes estaban contentos por gozar de las nuevas reliquias e influencia. Poco después Calminio murió en olor de santidad.
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