Que lleva a Cristo.
Cristóbal, se colocó en el camino de san Bernardino. Ordenado sacerdote, fue insigne por su predicación y santidad, y por su entrega generosa y sin medida al ministerio apostólico. Su fama fue creciendo, ya por las numerosas conversiones que obró, ya por los poderes taumatúrgicos que se le atribuyeron.
Con san Pacífico de Cerano fundó el convento de Santa María de las Gracias en Vigevano. Allí fijó su residencia después de una vida de gran actividad apostólica. Pronto la fama de su santidad se extendió tan ampliamente, que aun de partes lejanas llegaban a él numerosos fieles para pedir su oración y escuchar su palabra siempre llena de caridad y comprensión, para que bendijera a los enfermos y a los niños. Murió a los 85 años de edad. Su cuerpo fue sepultado en la iglesia de Santa María de las Gracias, en la capilla de San Bernardino. En 1810 sus reliquias fueron trasladadas a la catedral de Vigevano. No es raro que del beato Cristóbal Macassoli haya tomado Manzoni el nombre y la figura del Padre Cristóbal de Pescarenico, en su novela “I Promessi sposi”. León XIII aprobó su culto el 25 de julio de 1890.
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