¡Quién como Dios!.
Francisco Febres nació en Cuenca, Ecuador, en el seno de una familia burguesa, culta y muy cristiana. Nació con los pies deformes, hasta que, cuando contaba con cinco años, de forma milagrosa comenzó a caminar. Estudió en la escuela de los Hermanos de la Salle, donde se destacó por el estudio.
Ya desde su adolescencia manifestó su deseo de hacerse hermano lasaliano, pero sus padres querían que fuera sacerdote, y lo mandaron al seminario, donde sólo aguantó unos meses por causas de unas dolencias, que le impidieron continuar, así que volvió a su antiguo colegio. Ingresó en el noviciado de Quito, a pesar del resentimiento de su padre, que estuvo varios años sin hablarle. Profesó en 1868 y recibió el nombre de Miguel; fue el primer ecuatoriano que ingresó en esta Orden.
Fue un magnifico profesor, muy querido por sus alumnos; primero ejerció el Beaterio de Quito, luego fue designado inspector de las clases elementales; ejerció en la Escuela Práctica de Cadetes. Publicó una hermosa "Gramática Española", que se transformó en un libro clásico para la enseñanza. En 1875, logró ante el presidente de la República, la liberación de un amigo de su padre, y esto hizo que la reconciliación se realizara con toda su fuerza. En 1887, sus superiores le trasladaron a París, y un año más tarde, asistió en Roma, a la beatificación de san Juan Bautista de La Salle, representando a los hermanos ecuatorianos.
En 1888, volvió a su tierra, y compaginando su labor educativa y literaria, se entregó a la catequesis de niños. En 1890, fue nombrado profesor e inspector del Instituto de La Salle de Quito. Escribió mucho y su obras literarias y poéticas merecieron su admisión en la Academia Ecuatoriana de la Lengua y Correspondiente de la Real de España. En 1896, fue elegido director del noviciado de Quito, y compatibilizando esta función fue nombrado, en 1902, director del Colegio de la Sagrada Familia. En 1900, recibió la condecoración francesa de "Las palmas de officier d'Academie", y en 1906 recibió el nombramiento de académico de la Academia Nacional de Venezuela; todas estas distinciones las recibió con gran humildad; era un hombre lleno de caridad y de buen humor, llevando una vida de oración personal.
En 1907, realizó su segundo viaje a Europa, llamado por sus superiores para colaborar en la redacción de libros de texto en español. Estuvo en París donde sufrió dos ataques de paludismo. En todas partes dejó huella de su virtud que maravillaron a todos. Su residencia fue la casa generalicia de Lembecq-lez-Hal, en Bélgica, pero su mala salud, hicieron que se trasladará a Premía de Mar, en el momento que ocurría la "Semana trágica de Barcelona", y tuvieron que dejar el convento y trasladarse al convento de Bonanova de Barcelona. Su presencia alegre y jovial hizo que sus hermanos llevaran más tranquilamente su situación. Regresó a Premiá, donde murió de una neumonía. En 1936 sus restos fueron repatriados al Ecuador y recibieron una acogida multidunaria en Quito y se decretó luto nacional, donde reposan en la actualidad en el colegio de La Magdalena. Fue beatificado el 30 de octubre de 1977 por Pablo VI, y canonizado por SS Juan Pablo II el 21 de octubre de 1984.
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