11 de julio de 2015

San BENITO DE NURSIA. (c.480 - c.560).


Martirologio Romano: Fiesta de san Benito, abad, Patrono principal de Europa, que habiendo nacido en Nursia, fue educado en Roma y abrazó luego la vida eremítica en la región de Subiaco, viéndose pronto rodeado de muchos discípulos. Pasado un tiempo, se trasladó a Casino, donde fundó un célebre monasterio y compuso una Regla que se propagó de tal modo por todas partes, que ha merecido ser llamado “Patriarca de los monjes de Occidente”. Murió, según la tradición, el veintiuno de marzo.


No se sabe mucho de él, se dice que nació en Nursia, ducado de Spoleto, provincia de Perugia en Umbría, y que era hermano gemelo de santa Escolástica; estudió en Roma, pero cuyo ambiente debió sentir tan amenazador para su fe que prefirió retirarse a la soledad para hacer vida ascética (c.500) en una especie de comunidad de clérigos estudiantes en Affile; iba acompañado de su nodriza, que le quería muchísimo y se quedaron a vivir junto a la iglesia de San Pedro. Poco tiempo después se retiró en una gruta de Subiaco (llamada ahora Sacro Speco) para vivir como ermitaño en total soledad y sin su nodriza; sólo conocía al monje que le llevaba la comida, que algunos autores dan el nombre de san Romano y que le impuso el hábito monástico. En esta soledad sufrió toda suerte de tentaciones pero salió airoso. 
En la soledad de Subiaco, un grupo de monjes del monasterio de Vicovaro, le pidieron que fuera su abad, ya que el anterior había muerto, y para ellos construyó una "laura", compuesta de 12 pequeños monasterios, conservando el mando de todos ellos, al estilo del monacato de san Pacomio; pero pronto su rigor ascético fue demasiado duro, y los monjes, según una leyenda, intentaron deshacerse de él suministrándole un veneno. Por fin en Subiaco, asumió la dirección de esta "escuela al servicio de Dios". Aquí tuvo como discípulos a los beatos Mauro y Plácido, y vivió más de 25 años en este lugar. 
Dejó Subiaco, con 50 años y fundó en un antiguo santuario dedicado a Apolo del monte Cassino, el monasterio de Montecasino (c.530), una gran archiabadía donde vivió hasta su muerte y donde promulgó su célebre “Regla”, que está considerada como uno de los más importantes factores de la civilización de la Europa cristiana. Es una regla cuya norma principal es la obediencia a la misma. El abad, como todos los miembros están sometidos a ella. "Ora et Labora". Benito sabía que las limitaciones del monje y de su comunidad forman parte del plan de Dios para la santificación, por eso introdujo el voto de "estabilidad" que liga al monje para siempre a un monasterio y así le impide soñar en hallar el monasterio perfecto. "Si tuviera otro abad, otros compañeros... Si tuviera otro sitio". Esto es perder el tiempo. Lo que tienes es lo mejor, lo único, para tu santificación.”
Benito fue un hombre sencillo, vivió en tiempos del beato Severino Boecio y de la invasión de los ostrogodos en Italia. En efecto, fue el defensor de la civilización romana cuando, afrontando el gran azote de Dios, el rey Totila, que había llegado hasta las puertas de Roma, profetizó: "Reinarás nueve años, y al décimo morirás".
Mantenía diálogos místicos desde su monasterio, con su hermana santa Escolástica que estaba en otro cercano -según relata san Gregorio Magno en su obra “Diálogos: Vida y milagros del venerable Benito, fundador y abad”. Todos los años se reunía con su hermana y mantenían elevados coloquios de amor divino; murieron el mismo año con tres días de diferencia.
Su vida se caracterizó por su serenidad y su mansedumbre. Junto a él todos respiraban la paz, y en este silencio interior, del buscar a Dios dentro de cada uno, se basa la vida monástica occidental. Murió rezando delante del altar. Sus restos fueron transportados en el 672 desde Montecasino hasta la abadía de Fleury, en Francia, que adoptó el nombre de “Saint Benoît sur Loire”, aunque esto siempre ha sido cuestionado por los italianos. FIESTA. 

Santa OLGA. (879-969).


Martirologio Romano: En Kiev, ciudad de Rusia (ahora en Ucrania), santa Olga, abuela de san Vladimiro, la primera de la dinastía de los Ruriks que recibió el bautismo, en el que se le impuso el nombre de Helena, dejando su conversión abierto el camino para que el pueblo ruso abrazase el cristianismo.


Princesa rusa. Se casó con el príncipe Igor, gran duque de Kiev, del cual tuvo un hijo. Al morir su marido tuvo que tomar las riendas del país como regente porque su hijo todavía era menor de edad. Tanto Olga como su nieto san Vladimiro eran bárbaros y crueles antes de su conversión. El príncipe Igor, de Kiev, esposo de la santa, murió asesinado. Para vengarle, Olga mandó dar muerte a los asesinos en calderos de agua hirviente y acabó, por medio de la traición, con centenares de sus partidarios.

Renunció a su cargo y, dejándolo todo, se marchó a Constantinopla, donde el emperador de Oriente, Constantino Porfirogeneto, la recibió con la condición de que se bautizara en la fe cristiana. Se bautizó en el 955 tomando el nombre de Elena (Olga en ruso). Así, Olga se convirtió en la primera rusa que abrazaba el cristianismo según la tradición popular. 
Cuando regresó a Kiev, fue misionera de la nueva fe y pidió al emperador Otón el Grande que le enviara misioneros a su tierra, y allí marchó san Adalberto de Magdeburgo, pero la misión fracasó: la santa no consiguió que su hijo Svyatoslav se convirtiese al cristianismo. A instancias de su madre, el príncipe respondía, no sin razón: «Si me convierto a una religión extranjera, mis súbditos se reirán de mí», más tarde con Vladimiro de Kiev la religión cristiana hará entrada firme en el estado ruso. Construyó la primera iglesia en Rusia. 
Olga murió a edad muy avanzada. Según el cronista, Olga, después de su conversión, «siguió a nuestro Señor Dios en todas sus obras bondadosas, iluminándose con ellas, vistiendo a los desnudos, saciando a los sedientos y calmando a los peregrinos, a los indigentes, a las viudas y a los huérfanos, compadeciéndose de todos y entregando a todos lo que les era necesario, con serenidad y con amor en su corazón». Su nieto Vladimiro, que tenía apenas seis años cuando murió su abuela, hizo abrir su sepulcro y se encontró el cuerpo incorrupto, y lo hizo trasladar a la iglesia de Desiatina.

Beato BERTRANDO DE GRANDSELVE. M. 1149. 


Martirologio Romano: En el monasterio de Grandselve, en la región de Toulouse, en Francia, beato Bertrando, abad, que para restablecer la disciplina regular unió su monasterio a la Orden Cisterciense.

Abadía actual de Grandselve
Fue durante 20 años, abad del monasterio de Grandselve (Gran Selva en Tolosa, Francia). Uno de sus monjes testifica que “era un hombre de incomparable simplicidad y pureza de corazón, amable con todos por la dulzura y bondad, fuerte en la adversidad, grande en el amor”. Se dedicó a la predicación y estuvo en Francia meridional para combatir los errores de los albigenses, que lo persiguieron y le obligaron a abandonar su abadía y vivir dos años en Italia. 
En 1145, con los monjes de la comunidad de Grandselve, fundada en 1117 y observantes de la regla de san Benito a la manera cisterciense, fueron asociados formalmente a la Orden, especialmente por obra de san Bernardo de Claraval, que tanto apreciaba el beato. Desde el inicio de su vida monástica, meditó cada día el Evangelio y procuró vivir un estado de gran pureza, tanto que nadie osaba darle noticias extrañas a la vida religiosa. Sólo oir el nombre de Jesús se le saltaban las lágrimas y durante la Misa, como contó él mismo, tuvo apariciones celestes. Murió en Grandselve.  

San QUETILO. M. 1151.


Martirologio Romano: En Viborg, en Dinamarca, san Quetilo, canónigo regular, que puso gran interés en el funcionamiento de la escuela capitular, siendo modelo para todos.


Su fecha de nacimiento es desconocida, y noticias posteriores afirman que era de una familia acomodada de Venning, en Jutlandia (Dinamarca). El obispo de Viborg, Eskil, lo invitó a su diócesis y lo ordenó sacerdote en 1125. Cinco años después ingresó entre los Canónigos Regulares de San Agustín y sabemos de cierto que fue preboste en Viborg, en 1145, y tuvo a su cargo la escuela capitular (en la que se formaban los futuros sacerdotes) y de amanuense para copiar códices; era de ejemplar conversación. 
Fue un respetado agente de paz en los conflictos del momento, turbadas por las luchas dinásticas: en 1147 fue enviado a Lund para negociar, con el arzobispo Eskil, la paz entre Suabo Grade y Canuto que luchaban por el trono danés. Contemporáneamente realizó una gran labor misionera entre los vendos, mostrándose ejemplar en la predicación. Por esta tarea de pacificación que asumía fue expulsado de la ciudad desde 1148 hasta 1149. El papa Eugenio III lo avaló y volvió a su puesto.
Se ignora la fecha de su muerte, aunque es posible que haya sido en Viborg el 27 de septiembre de 1150, tal como está inscripto en algunos calendarios. Pero en Dinamarca (y en el nuevo Martirologio Romano) se celebra su memoria el 11 de julio, ya que en esa fecha, de 1189, el arzobispo Absalón de Lund exhumó sus restos y colocó en la catedral los huesos del santo, en un relicario, lo que se puede considerar como una canonización, según el uso de la época. Lamentablemente, dicho relicario se perdió en un incendio que quemó el altar en la catedral de Viborg en 1725.

Beata ROSALÍA CLOTILDE DE SANTA PELAGIA BÈS y compañeras. M. 1794. 


Martirologio Romano: En Orange en Francia, beatas Rosalía Clotilde de Santa Pelagia Bès, María Isabel de San Teoctisto Pèlissier, María Clara de San Martín Blanc y María Margarita de Santa Sofía de Barbegie D’Albarède, vírgenes y mártires por Cristo durante la revolución francesa

El 11 de julio de 1794 fueron guillotinadas en la plaza de Orange cuatro religiosas que habían perseverado firmes en su vocación religiosa y, unidas por firmes lazos de fraternidad cristiana, no se habían separado entre sí y habían compartido la confesión cristiana de fe que las había llevado a la muerte. Fueron condenadas por ser «enemigas de los principios republicanos y propagandistas del fanatismo» y por negarse a prestar el juramento de “Libertad-Igualdad”. 
Rosalía Clotilde Bes había nacido en 1753 en Baume-du-Transit, diócesis de Valence, y en su juventud ingresó en el monasterio de la Congregación de la Adoración Perpetua del Santísimo Sacramento en la localidad de Bolléne (4 de marzo de 1772), donde hizo la profesión religiosa con el nombre de sor Rosa de Santa Pelagia en 1774. Era una religiosa ejemplar y supo responder con firmeza en el interrogatorio al que la sometieron. Recibida la sentencia de muerte se volvió y les dijo a sus hermanas condenadas con ella: «Es hoy por fin cuando nuestro celestial Esposo va a admitirnos a las bodas por las que hasta ahora no hemos hecho más que pequeños sacrificios...». Abrazó a cada una de las hermanas y, sacando una caja de bombones de su bolsillo, dijo: «Éstos son los dulces de mi boda...». Y cada hermana tomó uno  con gran gusto. Y mostrando el anillo de su profesión dijo: «He aquí la señal de la promesa que nos hizo el Señor y que va a cumplir muy pronto. Vamos, hermanas, vamos a un mismo altar; que nuestra sangre, lavando nuestras infidelidades y uniéndose a la de la víctima santa, nos abra las puertas del tabernáculo eterno».

María Isabel Pélissier nació en Bolléne en 1742 y entró en el convento sacramentino de su misma localidad, en el que profesó los votos religiosos tomando el nombre de sor Teoctista María o sor San Teoctisto. Llevó con gran habilidad la administración de la casa religiosa. Era muy estimada por sus virtudes. Al salir para la ejecución entonó el Magnificat, dando gracias a Dios por el don del martirio.

María Clara Blanc profesó en el monasterio sacramentino de Bolléne en 1761 con el nombre de sor San Martín cuando ya tenía unos treinta años y fue religiosa durante treinta y tres años, hasta su martirio. Se mostró firme ante el tribunal y recibió con alegría la noticia de su condena a la guillotina, agradeciendo a Dios el don del martirio.

María Margarita de Barbegie D´Albaréde nació en St. Laurent-de-Carnols el 8 de octubre de 1740 y decidió su vocación religiosa ingresando en el monasterio ursulino de PontSt-Esprit, donde se mostró una religiosa cumplidora y llena de vida interior. Tomó el nombre religioso de sor Santa Sofía. Expulsada de su monasterio por la Revolución, se unió a sus hermanas y con ellas fue apresada y llevada a Orange, donde con las tres anteriores religiosas sacramentinas compareció ante el tribunal, dio testimonio de Cristo y fue condenada a muerte. Fueron beatificadas en el grupo de las 32 mártires de Orange por SS Pío XI en 1925.

OTROS SANTOS DEL DÍA:



San Pío I. Papa (c.140 - c.155). M. c. 155. 

Martirologio Romano: En Roma, conmemoración de san Pío I, papa, hermano de Hermas, autor éste de una obra cuyo título es El Pastor, denominación que bien mereció el santo Pontífice, pues durante quince años fue de verdad un buen pastor que guardó la Iglesia.
Nació en Aquilea y era hijo de un tal Rufino. Es posible que fuera hermano de san Hermás de Roma, el autor del Pastor; si fuera así habría nacido esclavo como su hermano. San Pío I sucedió a san Higinio en la cátedra de San Pedro. Durante su pontificado luchó contra el agnosticismo, y en particular contra Marción. San Pío se opuso enérgicamente a ellas, pero el verdadero paladín de la lucha fue san Justino, mártir, que se había convertido del judaísmo y se hallaba en Roma por aquella época.
Pío consagró a doce obispos y ordenó a dieciocho sacerdotes. Según se dice, transformó las Termas de Novato en iglesia, allí mismo hizo construir, y bendijo y consagró con sus manos, una fuente bautismal, donde «multos uenientes ad fidem baptizauit in nomine Trinitatis» (muchos que llegaron a la fe se bautizaron en nombre de la Trinidad), según lo afirma el “Liber Pontificalis”. Ningún documento antiguo hace mención de su martirio, aunque hasta la edición anterior del Martirologio, donde fue inscripto por el cardenal Baronio, se lo tuvo como tal y su vida se relacionó con la passio de santas Pudenciana y Práxedes. 

San Marciano de Iconío. M. 243.
Martirologio Romano: En Iconio, de Licaonia, san Marciano, mártir, que bajo el prefecto Perenio alcanzó la palma del martirio, pasando por muchos tormentos.
Joven martirizado en Iconío de Licaonia; es digno de mención el coraje que demostró en su confesión de fe delante del prefecto Parenio.

Santa Marciana. M. 303. 
Martirologio Romano: En Cesarea de Mauritania, santa Marciana, virgen, la cual, condenada a las fieras, alcanzó la palma del martirio.
Originaria de «Rusuccur» (actualmente Tigzirt, en Argelia), abandonó el mundo para ir a encerrarse en una celda en Cesarea de Mauritania, bajo la mirada de Dios. Sin embargo, ella creyó que era su deber declarar la guerra a la idolatría que entonces reinaba en África. Un día, al atravesar la plaza pública, no pudo soportar ver expuesta una estatua de Diana y le rompió la cabeza. La apresaron, la golpearon con varas, y, después, la condenaron a morir en el anfiteatro, desgarrada por los dientes de las fieras, al final la despedazó un leopardo. 
En el “Martirologio Jeronimiano”, en el calendario mozárabe y en los pasionarios españoles figuraba una santa Marciana, virgen y mártir, celebrada el «V idus iul», esto es, el 11 de julio, mientras que, según parece, los martirologios de Floro y Usuardo leyeron «V idus ian», es decir, el 9 de enero, que es la fecha con la que estaba inscripta en el Martirologio Romano anterior. Parece fuera de duda que se trata de la misma santa, y que la fecha correcta, es decir, la más antigua atestiguada, es la de julio. Sus reliquias se conservan en la catedral de Toledo y en el Oficio mozárabe hay un himno especial para ella.

Santos Savino y Cipriano. M. c. 304. 
Hermanos, mártires en Brescia, durante la persecución de Diocleciano. Según una novela hagiográfica del siglo XI, desprovista de todo fundamento histórico: los hermanos eran oriundos de Lyon y evangelizaron la región de Anphipolis en el 458, pero el proconsul Ladicio, les hizo torturar, y después de diversos milagros salieron indemnes. Liberados milagrosamente llegaron a la región de Poitou, donde fueron arrestados. Fueron decapitados juntos a orillas de Gartempe.  
catedral de Burdeos

San Leoncio de Burdeos. (c.510 - c.565/70). 
Martirologio Romano: En Burdeos, ciudad de Aquitania, san Leoncio, obispo, honor del pueblo y de la ciudad, que dignificó templos, restauró baptisterios y se distinguió por su generosidad hacia los pobres.
Era un soldado que sirvió en el ejército contra los visigodos; se casó con santa Placidina con la que residió en Burdeos donde fue obligado a aceptar el episcopado y el gobierno de la ciudad mientras su mujer se hacía religiosa. Fue honrado por el pueblo por su generosidad, restaurador del culto, instaurador de la disciplina bautismal, bienhechor de los ciudadanos. 

San DrostánM. c. 610.  
Martirologio Romano: En el estuario de Deer, en Escocia, san Drostán, abad, que después de haber gobernado varios monasterios abrazó la vida erémitica.
De él nos hablan dos fuentes discordantes: el "Breviarium Aberdonense" y el "Libro de Deer". Pertenecía a una noble familia escocesa y fue monje en Iona durante el abadiato de san Columba. Acompañó a san Columba cuando visitó Aberdour (Aberdeen) en Buchan. Pietish, príncipe de los pictos, le donó la tierra de Deer en Aberdennshire (Escocia), donde Columba estableció un monasterio; cuando el santo regresó a Iona, dejó a san Drostan como abad de la nueva fundación.
A la muerte del abad de Dalquhongale (Holywood), algunos años más tarde, san Drostan fue elegido para sucederle. Como abad fundó otros monasterios en la zona de Aberdeen, de la que fue su evangelizador. Luego de estos acontecimientos, atraído por el deseo de una vida de mayor reclusión, resignó su cargo de abad, se desplazó hacia el norte, y fue ermitaño en Glenesk. Su santidad atrajo a pobres y necesitados, y se le atribuyeron numerosos milagros, incluyendo la restitución de la vista a un sacerdote de nombre Symon. Aquí murió con fama de santidad. Se le venera como uno de los apóstoles de Escocia. El papa León XIII confirmó su culto, junto con el de otros santos escoceses, el 5 de julio de 1898.

Santos Plácido y Sigisberto. s. VII. 
Martirologio Romano: En Disentis, en la Recia Superior (hoy Suiza), santos Plácido, mártir, y Sigisberto, abad, este último compañero de san Columbano y fundador del monasterio de San Martín, en Disentis, donde fue el primero que coronó su vida monástica con el martirio.
Sigisberto fue abad fundador de la abadía benedictina de Dissentis (Suiza), y discípulo de san Columbano; este monasterio lo construyó en un terreno que le donó Plácido (un rico terrateniente que ingresó como monje en la abadía y luego fue asesinado porque defendía los derechos eclesiásticos de la abadía). Sigisberto le sobrevivió algunos años. 

San Hidulfo de Moyenmoutier. M. 707. 
Martirologio Romano: En el monasterio de Moyenmoutier, en los Vosgos, san Hidulfo, que siendo corepíscopo de Tréveris, se retiró a la soledad, y habiendo acudido a él muchos discípulos, con ellos fundó un monasterio del que fue superior.
Natural de Ratisbona. Era un sacerdote que ingresó como monje benedictino en la abadía de San Máximo en Tréveris; más tarde fue elegido obispo de Tréveris (665-676), como tal bautizó a santa Otilia de Alsacia. 
Alrededor del 676, renunció al episcopado y se convirtió en ermitaño en el valle de Rabodeau, en los Vosgos, y al unirsele numerosos discípulos, fundó la abadía benedictina de Moyenmoutier (hoy Saint Hidulphe), que tuvo muchos seguidores y que en 1598 dio origen a la Congregación benedictina de Santos Vitón e Hidulfo. Cuando murió era abad de esta abadía y de la de Bonmoutier (hoy Saint-Dié). 

San Abundio de Córdoba. M. 854. 
Martirologio Romano: En Córdoba, ciudad de la provincia hispánica de Andalucía, san Abundio, presbítero, que durante la persecución llevada a cabo por los musulmanes, preguntado por el juez confesó intrépidamente la fe, lo que provocó la ira de éste, que sin más le dio muerte y después expuso su cuerpo para que fuera pasto de perros y de bestias salvajes.
Natural de Ananelos (hoy Hornachuelos, Córdoba), de donde era párroco. No tenía ningún deseo de martirio, pero imprevistamente se encontró envuelto en el conflicto religioso desencadenado en la Córdoba musulmana entre cristianos y mahometanos; unos musulmanes de su pueblo lo arrastraron ante el tribunal, confesó valerosamente su fe en Cristo y denostó la figura de Mahoma. Fue decapitado en Córdoba y su cuerpo arrojado a los perros. 

Tomás Hunt y Tomás Sprott. Beatos. M. 1600. 
Martirologio Romano: En Lincoln en Inglaterra, conmemoración de los beatos Tomás Hunt y Tomás Sprott, sacerdotes y mártires, ejecutados por su sacerdocio bajo la reina Isabel I en un día desconocido de este mes
En julio de 1600 fueron ejecutados como traidores, en Lincoln, Inglaterra, dos sacerdotes católicos, a los que no se les encontró otro motivo de traición que el haberse ordenado de sacerdotes en el extranjero y haber ido al reino inglés a ejercer su ministerio. Según el uso de esa persecusión, fueron ahorcados, destripados y descuartizados. 
Tomás Benstead o Tomás Hunt, como le llama la causa de beatificación, había nacido en Norfolk, y decidido por el sacerdocio había estudiado en el colegio de San Albano, de Valladolid, y en el colegio de San Gregorio de Sevilla, ciudad en la que se ordenó sacerdote en 1599. Habiendo regresado a Inglaterra para ejercer su ministerio fue enseguida arrestado en el hostal Saracens´Head. Logró escaparse, pero fue de nuevo capturado y llevado a la cárcel y al martirio.

Tomás Sprott nació en Skelsmergh, condado de Westmoreland, el año 1571 en el seno de una familia católica. Decidido a hacerse sacerdote marchó a Douai y se ordenó presbítero en 1596. Regresó a Inglaterra y trabaja apostólicamente hasta que a comienzos de julio de 1600 es apresado en Lincoln junto con el beato Tomás Benstead, y con él juzgado y martirizado. Fueron beatificados por el papa san Juan Pablo II el 22 de noviembre de 1987.

Santas Ana An Xin, María An Guo, Ana An Jiao y María An Lihua. M. 1900. 

En rojo la provincia de Hebei
Martirologio Romano: En el pueblo de Liu-Koang-Yinhg, en Anping en la provincia de Hebei en China, santa An An Xin, María An Guo, Ana An Jiao y María An Lihua, vírgenes y mártires, que, durante la persecución de los boxers, no consiguieron que renegaran de su fe, fueron decapitadas
En el poblado chino de Tchai-Ben-Seu había una comunidad cristiana a la que pertenecían las cuatro mujeres cristianas cuyo martirio conmemoramos hoy. Eran Ana An Xin, María An Guo, Ana An Jiao, y María An Lihua, de 72, 26, 29 y 64 años de edad, respectivamente. Ellas, al saber que los boxers recorrían los pueblos buscando cristianos, se marcharon a un pueblo de paganos, Liugong-yin, donde sus parientes las acogieron humanitariamente. Llevaban consigo dos niños pequeños. Pero los boxers supieron por alguien a qué pueblo habían ido las cuatro cristianas y entonces se hicieron presentes en él y exigieron a los parientes que las entregaran.
Las cuatro, que junto otras madres de familia, estaban en oración, fueron invitadas a apostatar del cristianismo, pues de lo contrario serían degolladas. Las cuatro confesaron intrépidamente a Cristo y manifestaron que no pensaban renegar del evangelio. Entonces los boxers perdonaron a los niños y decapitaron a las cuatro. Fueron canonizadas el 1 de octubre de 2000 por san Juan Pablo II.