El que engañará. Suplantador.
Nació en Suzhou (Jiangnan, China), en el seno de una familia pagana. Se convirtió a la fe católica y, como consecuencia, ingresó en el seminario diocesano de Pekín, siendo uno de los primeros sacerdotes chinos en ser ordenado. El obispo de Pekín, vio en él que tenía las dotes necesarias para encargarse de la evangelización de Corea del sur, y por ello le encomendó esta misión para que fortaleciera en la fe a los católicos que allí se encontraban, solos y sin pastor.
En febrero de 1794 marchó a esta misión, y mientras esperaba que el río Ammok, se descongelara, se ocupó de los católicos residentes en el distrito de Liaodong. En diciembre de este año pudo entrar en Corea, acompañado del beato coreano Sabas Ji Hwang, que había ido a su encuentro. Se estableció, vestido como un paisano, en casa del beato Matías Choe In-gil y estudió el coreano. A causa de las detenciones de los cristianos, el P. Jacobo llevo a cabo su misión en total secreto, pero siempre con gran fervor. Recorría los pueblos y aldeas para administrar los sacramentos, escribió un Catecismo en coreano, organizó el “Myeongdohoe·, un centro para laicos donde se estudiaba las Sagradas Escrituras y la doctrina de la Iglesia. En seis años los católicos coreanos crecieron de 4.000 a 10.000.
A pesar de las medidas de seguridad, las autoridades coreanas buscaban la manera de arrestarlo, al no encontrarlo, detuvieron a sus compañeros: Pablo Yun Yu-il, Sabas Ji y Matías Choe, que fueron martirizados en 1795. En 1801, estalló la llamada persecución Shinyu. Los creyentes eran detenidos, torturados de forma cruel, para que revelaran el escondite de nuestro sacerdote. A principio Jacobo creyó conveniente regresar a China, pero pronto cambió de idea: “Debo compartir el destino de mi rebaño y frenar la persecución y su martirio”.
El 11 de marzo de 1801, se presentó ante las autoridades. Fue interrogado y torturado para que revelara los nombres de los creyentes, así como los lugares de encuentro, pero él se mantuvo firme, tranquilo y siempre respondía con sabiduría y prudencia, manifestando que su amor al pueblo coreano le había impulsado a anunciarles la verdad salvífica de Cristo. Fue decapitado en Saenamnteo, junto al río Han. Tenía 49 años. Se cuenta que en el momento en el que fue decapitado el cielo se nubló y estalló una tormenta con granizo. Cuando las nubes desaparecieron apareció un arco iris inmenso. Fue beatificado por SS Francisco el 16 de agosto de 2014.
En febrero de 1794 marchó a esta misión, y mientras esperaba que el río Ammok, se descongelara, se ocupó de los católicos residentes en el distrito de Liaodong. En diciembre de este año pudo entrar en Corea, acompañado del beato coreano Sabas Ji Hwang, que había ido a su encuentro. Se estableció, vestido como un paisano, en casa del beato Matías Choe In-gil y estudió el coreano. A causa de las detenciones de los cristianos, el P. Jacobo llevo a cabo su misión en total secreto, pero siempre con gran fervor. Recorría los pueblos y aldeas para administrar los sacramentos, escribió un Catecismo en coreano, organizó el “Myeongdohoe·, un centro para laicos donde se estudiaba las Sagradas Escrituras y la doctrina de la Iglesia. En seis años los católicos coreanos crecieron de 4.000 a 10.000.
A pesar de las medidas de seguridad, las autoridades coreanas buscaban la manera de arrestarlo, al no encontrarlo, detuvieron a sus compañeros: Pablo Yun Yu-il, Sabas Ji y Matías Choe, que fueron martirizados en 1795. En 1801, estalló la llamada persecución Shinyu. Los creyentes eran detenidos, torturados de forma cruel, para que revelaran el escondite de nuestro sacerdote. A principio Jacobo creyó conveniente regresar a China, pero pronto cambió de idea: “Debo compartir el destino de mi rebaño y frenar la persecución y su martirio”.
El 11 de marzo de 1801, se presentó ante las autoridades. Fue interrogado y torturado para que revelara los nombres de los creyentes, así como los lugares de encuentro, pero él se mantuvo firme, tranquilo y siempre respondía con sabiduría y prudencia, manifestando que su amor al pueblo coreano le había impulsado a anunciarles la verdad salvífica de Cristo. Fue decapitado en Saenamnteo, junto al río Han. Tenía 49 años. Se cuenta que en el momento en el que fue decapitado el cielo se nubló y estalló una tormenta con granizo. Cuando las nubes desaparecieron apareció un arco iris inmenso. Fue beatificado por SS Francisco el 16 de agosto de 2014.
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