Martirologio Romano: En Paracuellos de Jarama, Madrid, España, beatos Isabelino Carmona Fernández, Alfredo Fanjul Acebal, Juan Mendibelzúa Ocerín, Vicente Rodríguez Fernández, presbíteros, y José Delgado Pérez, todos religiosos de la Orden de Predicadores, y Manuel Marín Pérez, religioso de los Salesianos de Don Bosco, mártires.
Isabelino nació en Pajares de Laguna (Salamanca) en 1908. Ingresó en la escuela apostólica dominicana de Corias (Asturias) y continuó los estudios humanísticos en la de Las Caldas de Besaya (Santander); profesó en 1925 en Corias y continuó los estudios filosóficos; hizo la teología en Salamanca, fue uno de los fundadores en el estudiantado de la academia «Francisco de Vitoria», ordenado sacerdote en 1932. Su primera y única asignación fue el convento de Atocha de Madrid, director de la juventud de Acción Católica, que hizo pasar de un centenar, y puso gran empeño en su formación espiritual y litúrgica. Hombre íntegro, callado, observador y observante, respetuoso, de muy buenas dotes intelectuales.
El 20 de julio de 1936 fue asaltado el convento y lo condujeron con el resto de religiosos al cuartelillo de Abtao y a la Dirección General de Seguridad y encerrado en los calabozos; de allí lo trasladaron a la cárcel Modelo cerca de las doce de la noche del mismo día 20; estuvo en la celda con otros tres dominicos del convento del Olivar, plenamente conformes con la voluntad de Dios y llevando una vida intensa de piedad, esperando la hora del martirio; pudieron celebrar con cierta solemnidad la fiesta de Santo Domingo el 4 de agosto. El 7 de noviembre de 1936 lo sacaron de la cárcel para ejecutarlo, iba valiente y decidido al suplicio del martirio, que sufrió en Paracuellos del Jarama (Madrid) en la mañana de aquel día.
Alfredo nació en Oviedo en 1867; estudió en el seminario de Oviedo. Profesó como dominico en Corias (Asturias) en 1883, sacerdote en 1890; enseñó en Corias y Salamanca, en este último convento fue regente de estudios; maestro en teología, preparaba bien las clases y era por ello muy estimado; superior en Oviedo, Salamanca, Palencia, en el Olivar de Madrid, Santo Domingo el Real de Madrid, prior provincial en 1918; era prior del convento del Olivar cuando lo asaltaron el 20 de julio de 1936. Religioso óptimo, piadoso, gozaba de gran prestigio, descollaba por su caridad y prudencia.
Arrestado el mismo día 20 lo llevaron en un camión a la comisaría de policía de la Puerta del Sol, y desde allí a una checa en la Ronda de Valencia, después al ministerio de la gobernación, en el camión en que lo condujeron se apreciaban charcos de sangre; por descubrir la cabeza cuando pasaban por delante de una iglesia fue golpeado con el cañón de un fusil. Del ministerio lo llevaron a la Dirección General de Seguridad y lo metieron en los calabozos; se encontró con cuatro religiosos del convento de Atocha; cerca de las doce de la noche de este día 20 los recluyeron en la cárcel Modelo y pudieron confortarse mutuamente, especialmente por medio de la oración compartida; uno de ellos era el P. Isabelino Carmona, incluido en esta Causa.
En la cárcel tuvo el consuelo de asistir al matrimonio de su pariente el general Joaquín Fanjul, al que ejecutaron horas después; el 15 de agosto llegaron a la misma prisión cuatro estudiantes dominicos de la provincia Bética que se encuentran también en la presente Causa; el 22 de agosto estuvieron en peligro inminente de muerte por un incendio en la cárcel que pareció provocado desde fuera. En medio de su preocupación lo vieron siempre conforme con la voluntad de Dios, y ejerció mucho el ministerio de la confesión entre los reclusos; para sí mismo y durante la noche, recitaba todas las oraciones y practicaba los ritos como si estuviera celebrando la santa misa; en propia confesión esto le servía de gran consuelo. Abandonó la cárcel en una saca masiva en la mañana del 7 de noviembre de 1936, junto con el P. Carmona; fueron ejecutados en Paracuellos del Jarama (Madrid).
Juan Mendibelzúa nació en Bilbao en 1878. Profesó como dominico en Corias (Asturias) en 1894, y comenzó el estudio de la filosofía; estudió teología en Salamanca, ordenado sacerdote en 1902. Tenía dotes especiales para la música, cantor en los conventos se su asignación, organista y compositor; estuvo destinado en el convento del Olivar de Madrid; religioso magnífico, de carácter bondadoso, apacible, sereno, de buen humor y servicial; celebraba alguna vez la misa en el oratorio particular del presidente de la República Niceto Alcalá Zamora.
Después del asalto al convento del Olivar el 20 de julio de 1936 se acogió a la hospitalidad al menos de dos familias, pero fue arrestado a mediados de octubre y recluido, primero, en la presión del Congreso —en un lugar reducidísimo donde juntaron, a empujones, a un centenar de personas— y, después, en la cárcel Modelo. De complexión robusta, quedó muy desmejorado en aquellos meses de zozobra y sobresaltos. En la cárcel Modelo, seguramente desde el 17 de octubre, estuvo con el P. Vicente Rodríguez, también incluido en esta Causa; con otros prisioneros de celda llevaron vida edificante y con optimismo, ocupados en el rezo frecuente del rosario. Incluido en el grupo de la primera saca masiva del 7 de noviembre de 1936; en aquellos momentos tuvo fuerzas para consolar a su compañero de infortunio, el mencionado P. Vicente. Sufrió el martirio en Paracuellos del Jarama (Madrid).
Vicente nació en Bárcena, Navelgas (Asturias) en 1897. Ingresó en la escuela apostólica dominica de Corias (Asturias), profesó en 1915; se esmeraba en prepararse para la predicación y tenía un instinto poético; estudió teología en Salamanca, ordenado sacerdote en 1922; partió muy pronto para México, estuvo destinado en Chihuahua y después en Tampico, donde le sorprendió la persecución religiosa de Plutarco Elías Calles, y fue expulsado del país. Pasó a los Estados Unidos y ejerció el apostolado en el pueblo de Cuero, en el Estado de Texas, voluntarioso y caritativo para todo y para todos, nerviosillo, le gustaba el apostolado y predicaba con energía y aceptación, vivió con pobreza resignadamente. Al volver a España lo asignaron a San Pablo de Valladolid.
Estaba destinado en la comunidad del Olivar de Madrid cuando fue asaltado el convento el 20 de julio y encontró amparo en casa de uno de sus hermanos; sufría intensamente porque preveía que iba a morir, y hasta recibía algún anónimo diciéndole que irían por él cuando menos lo pensara; lo detuvieron el 12 de octubre y corrió la misma suerte que el P. Juan Mendibelzúa, mártir también de esta Causa, en la prisión y en el martirio, que tuvo lugar el 7 de noviembre de 1936 en Paracuellos del Jarama (Madrid).
José Delgado nació en Becerril de Campos (Palencia) en 1917. Muy dotado intelectualmente, estudió en la escuela apostólica dominica de Almagro. En 1931, por las circunstancias políticas, los superiores lo enviaron a su casa, igual que al resto de colegiales. Se mostró allí piadoso y colaboró con la familia en el trabajo del campo. Tomó el hábito en 1935 y dio comienzo al noviciado, pero se lo interrumpió la clausura del convento. Era de carácter alegre y muy tratable, muy estudioso y competente, de sólida piedad, desprendido y cumplidor del deber, entregado a Dios en cuerpo y alma.
Siguió los mismos pasos de la comunidad, después de cerrado el convento de Almagro el 25 de julio de 1936; fue llevado a Madrid, con fray Manuel Santiago y otros compañeros, y con ellos estuvo también en la cárcel Modelo. Allí se encontró con Fr. José Prieto Fuentes (incluido también en esta Causa). Su martirio coincidió con el comienzo de ejecuciones en masa de prisioneros de la cárcel Modelo. Fue sacrificado el 7 de noviembre de 1936 en Paracuellos de Jarama (Madrid).
Manuel Marín nació en Encinasola de los Comendadores, Salamanca en 1904. Hizo el aspirantado en El Campello y el noviciado en Carabanchel Alto. Allí profesó como salesiano en 1923. Tras los estudios filosóficos siguieron sus prácticas pedagógicas en Santander-Don Bosco, Astudillo y Madrid-Atocha. A Carabanchel Alto, volvió para estudiar la teología. Habiéndola terminado en 1931, continuó allí durante dos años más como profesor. En otoño de 1933 fue destinado al colegio del Paseo de Extremadura. Se había distinguido por la bondad de su carácter, su competencia en la misión educadora, la entrega total a ella con seriedad y constancia, su simpática sencillez y, finalmente, su espíritu de sacrificio.
La tarde del 19 de julio de 1936 se marchó del colegio junto con el coadjutor don Valentín Gil. Su primer refugio fue el domicilio de un conocido de don Manuel en la calle Pérez Galdós, 4, hasta que juntos, don Valentín y don Manuel, se trasladaron a una pensión de la calle Atocha, 46. El día 17 de septiembre fueron sorprendidos allí por un registro de milicianos que se saldó con la detención de don Valentín. Don Manuel se estableció entonces en la pensión Loyola de la calle Montera, 10, donde estaban ya refugiados algunos salesianos de la comunidad de Carabanchel Alto. Allí estaba cuando fue detenido el 15 de octubre de 1936 y conducido a la cárcel Modelo. No se ha podido precisar la fecha exacta de su muerte. Corresponde a una de las primeras sacas en masa de dicha prisión, efectuadas los días 7 y 8 de noviembre de 1936. Formó parte, pues, de las fatídicas expediciones a Paracuellos del Jarama. Fueron beatificados por Benedicto XVI el 28 de octubre de 2007.
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