Nació en Monteverde (Avellino, Italia), en el seno de una familia burguesa. Sus padres, cuando era niño, lo confiaron a un tío que vivía en Benevento para que se cuidase de su educación. Durante una enfermedad, cuando ya tenía cierta edad, comprendió los peligros que le acechaban en la escuela; por esto, recién curado, manifestó su deseo de marcharse; maltratado por su tío, huyó y se escondió en un bosque. Fue allí donde lo encontró san Juan de Matera, que regresaba de Capua. El lo llevó consigo y lo instruyó en la vida monástica. En ésta el joven hizo tales progresos, que san Juan lo consideró siempre su más caro discípulo y en Pulsano lo tuvo como un válido colaborador.
Muerto san Juan en 1139, por unánime consenso Jordán fue llamado a sucederle. Aceptada la elección como abad general de la Congregación benedictina reformada de Pulsano (1139/45/52), no quiso presentarse al rey Ruggero, que había sido excomulgado por el papa Inocencio II. Reconciliado después el papa con el rey, Jordán envió a Joel con otros dos monjes al monarca, que los acogió favorablemente y les prometió, también en memoria de san Juan, su ayuda y protección. Con Jordán tuvo nuevo impulso la propagación de la Congregación de Pulsano; en el 1140 obtuvo del obispo de Troia la iglesia de San Nicolás de Foggia; al obispo de Piacenza cedió algunos de sus monjes para la fundación de un cenobio en Ponte sobre el Trebbia. Afirmó el principio de la unidad y de la dependencia de todos los monasterios de la Congregación de abad de Pulsano que tenía el derecho de corrección y de visita sobre todos. El sistema fue sancionado por los papas.
Después de gobernar con sabiduría y santidad, Jordán murió y pronto fue venerado como santo. Sus restos son conservados en la iglesia de Pulsano. Es recordado a título local en Monteverde.
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