Martirologio Romano: En Busseto, en la región de Fidenza, de la Emilia, beato Rolando de Médicis, anacoreta, que pasó una vida solitaria por los duros Alpes, viviendo en gran penitencia y conversando sólo con Dios.

Durante 26 años estuvo solo, sin hablar con nadie. Vestía una túnica de hojas secas y de paja, hasta que no descubrió una maloliente piel de cabra. En invierno y en verano, de día y de noche, vivió a la intemperie. Comía hierbas crudas y frutos silvestres y en invierno cuando este sustento faltaba, se acercaba a los lugares habitados y comía de las basuras. Se quedaba inmóvil en un solo pie, como las grullas, durante 5 a 6 horas, fijando los ojos en el sol, si era de día, y en la luna si era de noche. El pueblo pensó que estaba loco y varias veces fue golpeado hasta sangrar. Su vida fue una contínua plegaria y contemplación.
El marqués de Pallavicini, lo encontró casi muerto, a causa de las penitencias, lo llevó a su palacio, le puso un confesor, el carmelita Domenico de Dominicis di Cremona, al que manifestó que había llevado aquella vida sólo por amor a Dios y por espíritu de penitencia. Un periodo de reposo alargó su vida. Fue sepultado en Busseto en la iglesia de la Santísima Trinidád. Fue muy honrado en Fidenza y Busseto.
Su culto comenzó enseguida tras su muerte, y luego de un largo proceso de canonización iniciado en 1563, fue confirmado en 1853 por el beato Pío IX.
Su culto comenzó enseguida tras su muerte, y luego de un largo proceso de canonización iniciado en 1563, fue confirmado en 1853 por el beato Pío IX.
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