Martirologio Romano: En Busseto, en la región de Fidenza, de la Emilia, beato Rolando de Médicis, anacoreta, que pasó una vida solitaria por los duros Alpes, viviendo en gran penitencia y conversando sólo con Dios.
Pertenecía a la familia de los Médicis de Milán. En 1360, deseoso de una vida santa, marchó a la ciudad de Borgo San Donnino donde en el bosque entre Tabiano y Salsomaggiore, cerca de Bargone, castillo de los Palavicini, vivió una vida de mortificación hasta el extremo límite de lo humano.
Durante 26 años estuvo solo, sin hablar con nadie. Vestía una túnica de hojas secas y de paja, hasta que no descubrió una maloliente piel de cabra. En invierno y en verano, de día y de noche, vivió a la intemperie. Comía hierbas crudas y frutos silvestres y en invierno cuando este sustento faltaba, se acercaba a los lugares habitados y comía de las basuras. Se quedaba inmóvil en un solo pie, como las grullas, durante 5 a 6 horas, fijando los ojos en el sol, si era de día, y en la luna si era de noche. El pueblo pensó que estaba loco y varias veces fue golpeado hasta sangrar. Su vida fue una contínua plegaria y contemplación.
El marqués de Pallavicini, lo encontró casi muerto, a causa de las penitencias, lo llevó a su palacio, le puso un confesor, el carmelita Domenico de Dominicis di Cremona, al que manifestó que había llevado aquella vida sólo por amor a Dios y por espíritu de penitencia. Un periodo de reposo alargó su vida. Fue sepultado en Busseto en la iglesia de la Santísima Trinidád. Fue muy honrado en Fidenza y Busseto.
Su culto comenzó enseguida tras su muerte, y luego de un largo proceso de canonización iniciado en 1563, fue confirmado en 1853 por el beato Pío IX.
Su culto comenzó enseguida tras su muerte, y luego de un largo proceso de canonización iniciado en 1563, fue confirmado en 1853 por el beato Pío IX.
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