Martirologio Romano: En la ciudad de Bharananganam, en Kérala, en la India, santa Alfonsa de la Inmaculada Concepción (Ana) Muttathupadathu, virgen, que, para evitar que la obligasen a casarse, metió el pie en el fuego, y admitida en las Clarisas Malabarenses, vivió casi continuamente enferma ofreciendo su vida a Dios.
Nació en Kudamaloor (India); fue bautizada con el nombre de Ana. Su familia era católica de rito sirio-malabar. En 1917 frecuentó la escuela elemental de Thonnankuzhy. Acabado el primer ciclo de instrucción, en 1920, se trasladó a Muttuchira, a casa de la tía Anna Murickal, a la que su madre la había encomendado antes de morir, como madre adoptiva. La tía era una mujer severa y exigente, con tratos despóticos y violentos exigía de Annakutty la obediencia a sus más mínimas disposiciones o deseos. Asidua en las prácticas religiosas, acompañaba a la sobrina, pero no compartía la amistad de la joven con las Carmelitas del monasterio vecino, ni sus largas jornadas de oración al pie del altar. Sin embargo estaba bien determinada a procurar un ventajoso matrimonio a Annakutty, obstaculizando los claros signos de su vocación religiosa.
La virtud de la Santa se manifestó en aceptar esta severa y rígida educación como una senda de humildad y paciencia por amor a Cristo, resistiendo tenazmente los reiterados intentos de noviazgo a los que buscaba obligarla la tía. Para sustraerse al compromiso de matrimonio, Annakutty llegó al punto de provocarse voluntariamente una gravísima quemadura, poniendo el pie en brasas ardientes. El propósito de disimular su singular belleza no valió del todo para librarla de las atenciones de los pretendientes. También en los años siguientes la santa debió defender la propia vocación, incluso durante el año de prueba, cuando se intentó darla en matrimonio con la complicidad de la misma maestra de formación.
El 2 de agosto de 1928, Annakutty iniciaba el Postulantado, en las Franciscanas Clarisas tomando el nombre de Alfonsa de la Inmaculada Concepción. El 19 de mayo de 1930 fue la vestición religiosa. El período de 1930-1935 estuvo marcado por graves enfermedades y sufrimientos morales. Pudo enseñar a los niños en la escuela de Vakakkad sólo el año escolar de 1932-33. Después, a causa de su debilidad, desempeña la tarea de auxiliar enseñante y de catequista en la parroquia. Estuvo encargada también como secretaria, sobre todo para escribir cartas oficiales, por su hermosa letra. En 1934 fue introducido en la Congregación de las Franciscanas Clarisas el noviciado canónico. Deseando comenzarlo de inmediato, la santa, a consecuencia de su inestable salud, fue admitida hasta el 12 de agosto de 1935. Casi una semana después de comenzado el Noviciado se presentaron hemorragias de la nariz y de los ojos, un profundo agotamiento orgánico y llagas purulentas en las piernas. La enfermedad se agravó a tal punto que se temió lo peor. El cielo vino en ayuda de la santa novicia. Durante una novena al beato Padre Kuriakose Elía Chavara, fue milagrosa e instantáneamente curada.
El 12 de agosto de 1936, día de su Profesión perpetua, fue de inexpresable alegría espiritual.«Hice mi profesión perpetua el 12 de agosto de 1936 y vine aquí a Bharanganam el día 14 siguiente. Desde aquel tiempo parece que me ha sido confiada una parte de la Cruz de Cristo. Ocasiones de sufrir me vienen en abundancia... Tengo un gran deseo de sufrir con alegría. Parece que mi Esposo quiere cumplir este deseo». Hubo una serie de enfermedades dolorosas: una fiebre tifoidea, una pulmonía doble y, lo más grave, un shock nervioso por el susto al ver un ladrón, la noche del 18 de octubre de 1940. El estado de postración física se prolongó cerca de un año durante el cual no estuvo en grado de leer ni de escribir. En toda situación sor Alfonsa mantuvo una gran reserva y una actitud caritativa hacia las Hermanas, soportando en silencio sus sufrimientos. En 1945 sus enfermedades tuvieron un ataque violento.
Un tumor difundido en todo el organismo transformó su último año de vida en una continua agonía. Una gastroenteritis con complicación al hígado le provocaba violentas convulsiones con vómitos, hasta cuarenta veces al día. Daba un gran valor al sufrimiento, viéndolo a la luz del misterio pascual como muerte y resurrección, y este fue su mensaje, que enseñó no sólo a católicos sino también a brahmanes y musulmanes que hoy en día peregrinan a su tumba pidiendo gracias. Su lema fue: "consumarse como una vela para iluminar a los demás". Murió serenamente. Su fiesta se celebra en la ciudad de Bharananganan (India). Canonizada por SS Benedicto XVI el 12 de octubre de 2008.
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