(Trifilo).
Martirologio Romano: En Nicosia, en la isla de Chipre, san Trifilio, obispo, que defendió con firmeza la fe de Nicea y, como afirma san Jerónimo, fue el orador más elocuente de su tiempo y gran comentarista del Cantar de los Cantares.
Abogado chipriota, se convirtió al cristianismo y fue discípulo de san Espiridión; juntos asistieron al Concilio de Sárdica, en 347, donde combatieron con ardor la herejía arriana. Fue elegido obispo de Nicosia en Chipre; y fue defensor de san Atanasio contra los arrianos, por lo que fue ferozmente perseguido.
Según san Jerónimo fue un hombre muy elocuente y autor de comentarios sobre el “Cantar de los Cantares”. San Jerónimo, al referirse a sus facultades de orador y escritor, le describe como «el más elocuente de su época y el más celebrado durante el reinado de Constancio». El mismo autor se refirió en otra parte a «Trifilo el de Creta, que de tal manera llenó sus escritos con las doctrinas y máximas de los filósofos, que no se sabe si admirar más su erudición secular o sus conocimientos de las Escrituras». A veces, el buen obispo se adentraba por los terrenos de la poesía y así registró los milagros de su maestro, san Espiridón, en versos yámbicos. La iglesia de la Hodigitria de Nicosia, venera todavía sus reliquias.
Abogado chipriota, se convirtió al cristianismo y fue discípulo de san Espiridión; juntos asistieron al Concilio de Sárdica, en 347, donde combatieron con ardor la herejía arriana. Fue elegido obispo de Nicosia en Chipre; y fue defensor de san Atanasio contra los arrianos, por lo que fue ferozmente perseguido.
Según san Jerónimo fue un hombre muy elocuente y autor de comentarios sobre el “Cantar de los Cantares”. San Jerónimo, al referirse a sus facultades de orador y escritor, le describe como «el más elocuente de su época y el más celebrado durante el reinado de Constancio». El mismo autor se refirió en otra parte a «Trifilo el de Creta, que de tal manera llenó sus escritos con las doctrinas y máximas de los filósofos, que no se sabe si admirar más su erudición secular o sus conocimientos de las Escrituras». A veces, el buen obispo se adentraba por los terrenos de la poesía y así registró los milagros de su maestro, san Espiridón, en versos yámbicos. La iglesia de la Hodigitria de Nicosia, venera todavía sus reliquias.
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