(fr.: Caprais de Lérins).
Cabrerizo.
Martirologio Romano: En la isla de Lérins, en la Provenza, san Caprasio, solitario, que, juntamente con san Honorato, se retiró allí y dio comienzo a la vida monástica.
Natural de la Galia, y renunciando a las grandes perspectivas que le ofrecía el mundo, se retiró a vivir como eremita en la isla de Lérins (Costa Azul en Francia); allí junto con santos Honorato de Arles y Venancio de Lerins, visitó las colonias monásticas de Oriente. El viaje fue muy duro ya que tuvieron grandes privaciones, y apenas llegaron a Grecia, san Venancio murió. Los otros dos regresaron a la Galia y, durante algún tiempo, se refugiaron en las montañas que circundan Fréjus, y después volvieron a Lérins, con la finalidad de imitar la vida de los padres del desierto. Pronto se les unieron otros discípulos y fue necesario formar una comunidad como la de Tabenna en Egipto, inspirándose en la regla de san Pacomio, donde un gran número de pequeñas casas religiosas adoptaron una regla común y un único superior.
Parece históricamente acertado afirmar que Caprasio nunca fue oficialmente el superior de la comunidad monástica, quizás porque era muy anciano o porque san Honorato tenía mayor carisma como administrador, pero de todas formas Caprasio está considerado como fundador y primer abad de Lérins, en cuanto director espiritual de Honorato y de todo el complejo monástico. San Hilario de Arles también fue monje este tiempo en Lérins. Caprasio cultivó la humildad con tenacidad.
La santidad de Caprasio fue exaltada por san Euquerio, obispo de Lyon y por san Hilario de Arles, quienes estuvieron presentes cuando murió. En un panegírico que éste último entregó a san Honorato, alude a Caprasio como a un santo que ya está en el cielo. Todo lo que sabemos sobre él, proviene de esa «laudatio» de san Hilario de Arles.
Natural de la Galia, y renunciando a las grandes perspectivas que le ofrecía el mundo, se retiró a vivir como eremita en la isla de Lérins (Costa Azul en Francia); allí junto con santos Honorato de Arles y Venancio de Lerins, visitó las colonias monásticas de Oriente. El viaje fue muy duro ya que tuvieron grandes privaciones, y apenas llegaron a Grecia, san Venancio murió. Los otros dos regresaron a la Galia y, durante algún tiempo, se refugiaron en las montañas que circundan Fréjus, y después volvieron a Lérins, con la finalidad de imitar la vida de los padres del desierto. Pronto se les unieron otros discípulos y fue necesario formar una comunidad como la de Tabenna en Egipto, inspirándose en la regla de san Pacomio, donde un gran número de pequeñas casas religiosas adoptaron una regla común y un único superior.
Parece históricamente acertado afirmar que Caprasio nunca fue oficialmente el superior de la comunidad monástica, quizás porque era muy anciano o porque san Honorato tenía mayor carisma como administrador, pero de todas formas Caprasio está considerado como fundador y primer abad de Lérins, en cuanto director espiritual de Honorato y de todo el complejo monástico. San Hilario de Arles también fue monje este tiempo en Lérins. Caprasio cultivó la humildad con tenacidad.
La santidad de Caprasio fue exaltada por san Euquerio, obispo de Lyon y por san Hilario de Arles, quienes estuvieron presentes cuando murió. En un panegírico que éste último entregó a san Honorato, alude a Caprasio como a un santo que ya está en el cielo. Todo lo que sabemos sobre él, proviene de esa «laudatio» de san Hilario de Arles.
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