(Eneco, Enecón, Ignacio).
Pendiente de la montaña. Bravo.
Martirologio Romano: En el monasterio de Oña, en el territorio de Burgos, de la región de Castilla, en Hispania, san Iñigo, abad, varón de paz, cuya muerte fue llorada también por judíos y musulmanes.
Nació en Calatayud, en el seno de una familia mozárabe. En 1034, ya desde hacía muchos años, vivió en soledad en los montes aragoneses, dedicado a una durísima penitencia a la oración y contemplación. Monje cluniacense en el monasterio benedictino de San Juan de la Peña. Movido de su prestigio, Sancho el Mayor, consiguió del abad de San Juan de la Peña, que Íñigo fuera destinado al monasterio de San Salvador de Oña como abad (tal como lo pedían los monjes de aquella nueva fundación burgalesa), aunque él en un principio mostró una gran resistencia a aceptar el gobierno del monasterio.
Durante 35 años, dirigió sabiamente el monasterio y las muchas iglesias a él encomendadas. Y su presencia apareció frecuentemente junto al rey navarro García, hijo de Sancho el Mayor, tanto en las tierras riojanas de Nájera -donde había establecido la corte-, como en la fratricida batalla de Atapuerca, donde sucumbió traidoramente Don García, que vino a morir en los brazos de Íñigo.
Íñigo no se separó de su rey ni de su monasterio, al cual engrandeció con su santidad y bien hacer. Fue un gran defensor de la convivencia y de la paz. Sustentó a los pobres y asistió a los enfermos, solícito siempre al bien de los demás. A su muerte le lloraron ya fueran cristianos, árabes o judíos. Fue canonizado por el papa Alejandro II en 1070. Patrón de Calatayud y de Oña.
Nació en Calatayud, en el seno de una familia mozárabe. En 1034, ya desde hacía muchos años, vivió en soledad en los montes aragoneses, dedicado a una durísima penitencia a la oración y contemplación. Monje cluniacense en el monasterio benedictino de San Juan de la Peña. Movido de su prestigio, Sancho el Mayor, consiguió del abad de San Juan de la Peña, que Íñigo fuera destinado al monasterio de San Salvador de Oña como abad (tal como lo pedían los monjes de aquella nueva fundación burgalesa), aunque él en un principio mostró una gran resistencia a aceptar el gobierno del monasterio.
Durante 35 años, dirigió sabiamente el monasterio y las muchas iglesias a él encomendadas. Y su presencia apareció frecuentemente junto al rey navarro García, hijo de Sancho el Mayor, tanto en las tierras riojanas de Nájera -donde había establecido la corte-, como en la fratricida batalla de Atapuerca, donde sucumbió traidoramente Don García, que vino a morir en los brazos de Íñigo.
Íñigo no se separó de su rey ni de su monasterio, al cual engrandeció con su santidad y bien hacer. Fue un gran defensor de la convivencia y de la paz. Sustentó a los pobres y asistió a los enfermos, solícito siempre al bien de los demás. A su muerte le lloraron ya fueran cristianos, árabes o judíos. Fue canonizado por el papa Alejandro II en 1070. Patrón de Calatayud y de Oña.
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