En la zona rural entre Bassano y Morostica apareció el cadáver de un niño de cinco años, muerto en circunstancias misteriosas. El encendido clima antisemítico, provocado y alimentado por calumnias interesadas de infanticidios rituales de los judíos y de los consiguientes montajes judiciales en toda Europa, hizo pensar que aquello era otro infanticidio ritual perpetrado por los judíos de Bassano.
Faltan noticias seguras sobre un proceso, aunque se sabe que la acusación provocó la expulsión de los judíos de Vicenza y del todo el territorio vicentino decretada por el dogo Marco Barbarigo el 21 de abril de 1486. El anónimo niño, que fuentes tardías llamaron Lorenzino Sossio, fue enseguida venerado como mártir como había ocurrido con otros niños mártires del odio judío. Su cuerpo fue trasladado a Marostica.
Los verbales de la visita pastoral realizada por el obispo de Padua, Pietro Barozzi, el 14 de octubre de 1488, el cuerpo del niño desconocido, era venerado en la iglesia de San Sebastiano por los feligreses. El obispo, examinado el cuerpo, desaprobó el culto y declaró que no había ningún milagro. El culto continuó, a pesar de la prohibición, con el tácito consenso de los obispos de Padua y más tarde de Vicenza, cuando Marostica pasó a esta última diócesis, y terminó con la aprobación de la Santa Sede en 1867 en virtud del culto "ab immemorabili"; aunque actualmente su culto litúrgico ha sido abandonado tras las nuevas disposiciones postconciliares del Concilio Vaticano II.
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