Martirologio Romano: En el monasterio de Cava, en la Campania, beato Marino, abad, admirable por su fidelidad hacia el Romano Pontífice.
Cripta de los santos abades de La Cava |
Según la costumbre de Cava, fue a Roma al inicio de su mandato para obtener la bendición papal; el papa de ese entonces, san Eugenio III le recibió con honor, y en esa ocasión le confió el monasterio de San Lorenzo en Panisperna, para que lo hiciera resurgir bajo las normas de Cava. El mismo papa, con bula del 6 de mayo de 1149, tomó bajo su protección la abadía, por lo que quedó sujeta a la Sede Apostólica, y por tanto independiente de las autoridad diocesana.
El gobierno del abad Marino fue fructífera en obras y en prosperidad, por las generosas donaciones de obispos, príncipes y señores feudales; otros monasterios e iglesias fueron a ponerse bajo su autoridad. La riqueza que entraba, se utilizaba para ayudar a los pobres y sufrientes, para el sustento de muchos monjes, para la construcción de edificios y para el esplendor del culto. La basílica abacial fue revestida con incrustaciones de mármol precioso, decorada con frescos y pavimentada con mosaicos polícromos. Además, por sus gestiones como plenipotenciario para conseguir la paz entre el rey de Sicilia Guillermo el Malo y el Papa Adrián IV, en la corte de Palermo obtuvo del rey un diploma que confirmaba los bienes propiedad de la Abadía, y la tomaba bajo la protección real, con exención de impuestos; podría entonces nombrar vasallos, alistar soldados, nombrar jueces y notarios. Marino murió piadosamente y su cuerpo fue sepultado en la basílica.
En 1648 fue encontrado y posteriormente sus reliquias -después de la confirmación del culto del beato en mayo de 1928 por el Papa Pío XI- fueron colocadas en un altar particular.
En 1648 fue encontrado y posteriormente sus reliquias -después de la confirmación del culto del beato en mayo de 1928 por el Papa Pío XI- fueron colocadas en un altar particular.
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