Martirologio Romano: En Roma, en Santa Sabina del Aventino, beato Jacinto (Enrique) Cormier, presbítero, el cual, siendo maestro general, gobernó prudentemente la Orden de Predicadores, fomentando los estudios teológicos y espirituales.

El joven sacerdote se fue al noviciado dominico de Flavigny, y cuando tomó el hábito cambió su nombre por el de Jacinto María. Tuvo problemas de salud, y se temió que no terminara el noviciado, entonces decidieron sus superiores cambiarle de aires y lo trasladaron al convento de La Quercia en Viterbo, Italia, donde llegó a ser maestro de novicios; pasó después con el mismo cargo al convento de Santa Sabina de Roma. Realizó su profesión solemne en 1859. Recibió el nombramiento de pro-maestro de novicios del convento; dos años después pasó a Corbara, Córcega, donde en 1861 fue nombrado prior. En 1865 fue nombrado provincial de Toulouse durante tres veces. También fue prior en el convento de Marsella, de Toulouse y en Saint-Maximin, Provenza. Estuvo unos meses en Biarritz para iniciar una nueva fundación. Tuvo también su parte en la fundación dominicana del Brasil.
En 1896 fue nombrado Procurador general de la Orden, con sede en Roma. En 1904 fue nombrado Maestro General de la Orden. Visitó las provincias de Italia, Austria, Holanda y Alemania. Restauró varias provincias como la de Colombia, Aragón, y creó otras nuevas: Canadá, California. Durante toda su vida se dedicó a dos ocupaciones: la oración y el estudio. Con este fin edificó el nuevo Colegio internacional del Angelicum para la Curia en 1909, con la ayuda de san Pío X, que se convertiré en el la Pontificia Universidad de Santo Tomás de Aquino. Escribió “Instrucción para los novicios”, “Retiros mensuales”, “Retiro fundamental”, “Proyectos y notas para tres retiros progresivos”; también escribió varias vidas de santos. Se preocupó de manera especial de la Escuela Bíblica de Jerusalén, fundada por el padre José María Lagrange. Los varios Pontífices que conoció, le tuvieron en gran estima. Fue amante de la pobreza, humilde, penitente, amante del silencio, y ante las dificultades que tuvo se puso siempre en manos de la Providencia. Murió en el convento de San Clemente de Roma, de una úlcera sangrante. Su memoria se celebra con la fecha de su elección como Maestro de la Orden. Fue beatificado por Juan Pablo II el 20 de noviembre de 1994.
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