Martirologio Romano: En Asís, de la Umbría, en el convento de san Damián, santa Inés, virgen, que en la flor de la juventud, siguiendo a su hermana santa Clara, se abrazó de todo corazón a la pobreza bajo la dirección de san Francisco.

Dirigida por san Francisco junto con su hermana y demás compañeras, Inés progresó de prisa en el camino de perfección y mortificación, siendo la admiración de sus compañeras, sobre todo por su corta edad. Dulce, compasiva, solícita y caritativa, se comportaba como una madre con sus compañeras, especialmente con las que sufrían por cualquier motivo. "Virgen prudentísima" la llama su hermana en una de sus cartas a la beata Inés de Bohemia. Añade la crónica que, una noche, Clara la vio en oración, elevada del suelo y coronada con tres coronas que, de tanto en tanto, le colocaba un ángel. Al día siguiente logró que Inés le explicara cuáles eran los tres objetos de su contemplación: la bondad y paciencia de Dios para con los pecadores, cómo Cristo sufrió la pasión y muerte en cruz por toda la humanidad, y las penas de las almas del Purgatorio.
Marchó a Florencia para fundar y dirigir, en 1219, el segundo convento de clarisas, el de Monticelli; fue caritativa e hizo grandes penitencias. En sus primeros momentos de Monticelli, sintió una gran nostalgia por su vida en San Damiano, y por la separación de su hermana, pero todo lo supo superar con su profunda vida de oración. Abrió conventos en Padua, Venecia y Mantua. No sabemos el tiempo que permaneció en Monticelli, ni la fecha de su regreso a Asís. Según el cronista fray Mariano de Florencia, del siglo XVI, la vuelta a San Damián tenía relación con al empeoramiento de la salud de Clara. Lo cierto es que santa Inés se encontraba a la cabecera de su hermana moribunda, en el verano de 1253, después regresó a San Damiano, donde murió tres meses después que su hermana.
La noticia de su muerte se extendió por Asís y por toda la comarca y atrajo, igualmente, a una multitud de gente que le tenían gran aprecio y esperaban poder contemplar sus restos mortales. El cuerpo de santa Inés reposa en la misma Basílica de Asís donde descansan los restos de su hermana santa Clara, su otra hermana, Beatriz, y su madre la beata Hortolana, que también se hicieron damianitas. El papa Benedicto XIV confirmó su culto en 1753.
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