22 de noviembre de 2014

San PEDRO ESQUEDA RAMÍREZ. (1887-1927).


Martirologio Romano: En la ciudad de Teocaltitlán en Méjico, san Pedro Esqueda Ramírez, sacerdote y mártir, que, durante la persecución mejicana, fue arrojado en la cárcel por su sacerdocio y, al final, fusilado

Nació en San Juan de los Lagos (Jalisco) en el seno de una familia humilde. Fue aprendiz de zapatero hasta que ingresó en el seminario menor de su ciudad natal, y en 1908 pasó al seminario mayor de Guadalajara. En 1914, el seminario fue clausurado, pero él ya era diácono y volvió a la parroquia de su pueblo donde ayudó como diácono. Fue ordenado presbítero en Guadalajara en 1916.
Fue vicario en su pueblo natal. El ministerio al que se dedicó con verdadera pasión fue a la catequesis de los niños. Fundó varios centros de estudio y de formación para catequistas. Fue muy devoto del Santísimo; y en plena revolución mejicana, organizó a las familias para que no les faltara la guardia perpetua del Santísimo Sacramento. Organizó la Cruzada Eucarística.
Cuando llegó la persecución, se quedó en su pueblo, ejerciendo ocultamente el ministerio sacerdotal. Estaba refugiado en la casa de la familia Macías, y al darse cuenta de que no podía seguir allí más tiempo se refugió en Jalostotitlán, Jalisco, en 1927. Pero no pudo aguantar la distancia de sus fieles y regresó a su parroquia, sin preocuparse del peligro que suponía su regreso. Conociendo que el arresto era eminente, no quiso huir, sino que dijo la misa y en voz baja hizo un canto al Sagrado Corazón de Jesús.
A media mañana, los soldados rodearon la casa. Intentó esconderse, pero fue localizado y sacado a golpes. Fue arrestado y llevado a un cuarto oscuro de la casa cuartel, donde fue azotado y torturado, y antes de ser ejecutado, le siguieron un grupo de niños a los que repetía: "No dejes de estudiar el catecismo, ni dejes la doctrina cristiana por nada" y en un pedazo de papel escribió la últimas recomendaciones para las catequistas. Lo llevaron a Teocaltitián, donde se cayó por las escaleras y se fracturó un brazo, quisieron quemarlo vivo, pero como no podía subir; entonces, el coronel le disparó tres balazos en la cabeza. Los fieles recogieron su cadáver y lo sepultaron en la iglesia de su pueblo. 

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