Martirologio Romano: Entre los helvecios (hoy Suiza), san Otmar, abad, que, junto a la celda construida por san Galo, fundó un pequeño hospital para leprosos y un cenobio bajo la observancia de la Regla de san Benito y, por defender sus derechos, fue deportado por vecinos poderosos a una isla del Rin, donde falleció.

Tras la derrota de los alamanes del 746 y la desaparición del ducado, que entró a formar parte del fisco real, Otmar se dirigió, buscando protección para su abadía, al rey Pipino, en el 747. A cambio el abad tuvo que introducir en la abadía la regla benedictina en sustitución de la de san Columbano. El desarrollo del patrimonio abacial dio origen a graves desórdenes que repercutieron en el monasterio y en la caída de Otmaro. Fue perseguido por dos condes carolingios de la zona e injustamente calumniado y condenado al exilio por un tribunal eclesiástico presidido por el obispo de Constanza, Sidonio, el cual, parece ser, quería tener más influencia sobre el monasterio y hacer del mismo una fundación episcopal. Otmar fue acusado, por un falso testigo, de haber faltado a sus votos. Fue exiliado a una pequeña isla del Rin, donde soportó esta situación con una gran paciencia. Murió en el exilio al poco tiempo. Su cuerpo reposa en la abadía de Saint-Gall, y en su sepulcro se produjeron numerosos milagros.
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