Martirologio Romano: En Lacedemonia, del Peloponeso, san Nicón, monje, que después de una vida cenobita y eremítica transcurrida en Asia, trabajó con celo evangélico para llevar a la vida cristiana a los habitantes de la isla de Creta, recién liberada del yugo de los sarracenos, y luego recorrió Grecia predicando la penitencia, hasta que falleció en el monasterio de Esparta, fundación suya.

A imitación de san Juan Bautista, iniciaba cada sermón con una llamada a la conversión y a la necesidad del sincero arrepentimiento y la penitencia. Enseñó que la oración ferviente, la mortificación, la limosna y la meditación sagrada eran necesarias para la conversión. La dulcura con la que Nicón recomendaba las máximas más severas del Evangelio, hizo que la fe cristiana fuera aceptada por los mismos musulmanes. Su palabra fue confirmada con muchos milagros.
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