Martirologio Romano: En Adrianópolis, de Paflagonia, san Alipio, diácono y estilita, que murió casi centenario.

Se cuenta que una noche, los demonios comenzaron a arrojarle piedras mientras el oraba de pie en ese pilar. Alipio quería luchar contra los espíritus de la oscuridad y tomando lo que le servía como humilde techo se protegió de ellos. Por su perseverancia, los demonios abandonaron para siempre aquel lugar. Catorce años antes de su muerte, Alipio perdió la posibilidad de ponerse de pie. Tuvo que pasar ese tiempo recostado sobre uno de sus costados por la debilidad de sus piernas y soportó muy difíciles enfermedades con humilde gratitud. Dos monasterios se levantaron alrededor de la columna levantada por el santo: uno para hombres y otro para mujeres. Alipio es recordado por haber introducido reglas monacales para ambos monasterios y los dirigió hasta su muerte. Durmió en el Señor a la edad de 118 años. El cuerpo de este venerable santo fue depositado en la iglesia que había fundado en honor de Santa Eufemia. Sus reliquias sanaron a aquellos que las veneraron con fe. Su historia es idéntica a la de san Estyliano, de forma que se les ha confundido durante mucho tiempo.
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