11 de noviembre de 2014

San MARTÍN DE TOURS. (c.317 - 397).


Martirologio Romano: Memoria de san Martín, obispo, en el día de su deposición: nació de padres paganos en Panonia, en el territorio de la actual Hungría, y llamado al servicio militar en Francia, cuando todavía era catecúmeno cubrió con su capa al mismo Cristo transformado en el semblante de un pobre. Recibido el bautismo, dejó las armas y llevó en Ligugé vida monástica en un cenobio por él fundado, bajo la dirección de san Hilario de Poitiers. Ordenado sacerdote y elegido obispo de Tours, manifestó en sí el modelo del buen pastor, fundando otros monasterios y parroquias en los pueblos, instruyendo y reconciliando al clero y evangelizando a los campesinos, hasta que en Candes regresó al Señor.  


Natural de Sabaria en la Panonia húngara (hoy Szombathely), (según la “Vida” de Sulpicio Severo, su biógrafo). Era hijo de un tribuno romano y fue educado en Pavía; luego se enroló como soldado, por voluntad de su padre y en contra del parecer de Martín, de las fuerzas romanas de caballería y marchó a Amiens. En el 334, siendo  catecúmeno, no vaciló en partir con la espada su capa para abrigar a un pobre, sólo podía darle la mitad, porque era lo que había pagado, pues la otra mitad era del emperador; en él había vestido a Cristo mismo. Se dice que aquella noche Cristo le había dicho: "Martín aún catecúmeno, me ha dado este vestido". Después de seis años de catecumenado, en el año 337 o hacia el 356, fue bautizado.
Con 22 años dejó la carrera militar para entregarse sólo Dios y al apostolado junto a san Hilario de Poitiers, que le ofreció el diaconado, Martín sólo aceptó ser exorcista. Durante el destierro de san Hilario (a causa de los arrianos), Martín volvió a Panonia, donde convirtió a su madre y otros miembros de su familia, pero no pudo con la fe y rudimentos de su padre. Fue primero a Iliria, y después a las cercanías de Milán; por último, a la isla de Gallinara (Alassio, en la costa ligur), para entrar en la vida monástica, pero lo rechazó el obispo arriano. A la vuelta de Hilario, regresó a Poitiers, y después hizo vida eremítica en un eremitorio, que se convirtió en el monasterio de Ligugé (362) (el más antiguo de Europa, y que se regía por la regla de san Basilio), al objeto de conciliar la vida eremítica con la evangelización de la campiña. San Hilario, de vuelta de su destierro, lo ordenó sacerdote.
Tras resucitar a un catecúmeno, hecho que le ganó fama de taumaturgo, fue designado obispo de Tours, en el 371, dedicándose, con el apoyo del emperador Graciano, a la evangelización misionera en amplias regiones de Francia, Luxemburgo y Alemania, rodeado de monjes misioneros. Fundó un centro monástico en Marmoutier y privadamente continuó siendo monje, mientras públicamente se dedicaba con celo ardiente a sus deberes episcopales. Se dice que fue "soldado por fuerza, obispo por deber y monje por elección". Convirtió a san Paulino de Nola, Sulpicio Severo y muchos otros, atraídos a su monasterio, que fue siempre centro del movimiento monástico galo-franco a lo largo de los siglos.
Combatió el arrianismo y el priscilianismo, pero ayudó a estos últimos cuando fueron perseguidos, condenando el uso de apelar al poder civil para castigar a los herejes. Fue el más grande pionero del monacato occidental antes de san Benito de Nursia, que tenía por él una especial veneración. Por sus valientes intervenciones ante los agentes imperiales, Martín contribuyó (como san Ambrosio de Milán) a establecer un derecho de control por parte de la Iglesia sobre el Estado en nombre del evangelio. Tuvo que sufrir perversos ataques de obispos y de sus sacerdotes, que no compartían el estilo de vida austero del clero formado por él, así como las rivalidades de supremacía entre las diferentes Iglesias. Mientras se dirigía a una parroquia rural a pacificar al clero dividido, fue sorprendido por la muerte en Candes (Touraine). Dijo: "Señor, si aún puedo hacer algo en la tierra, no rehusó el trabajo, sólo quiero tu voluntad".
Le sucedió san Bricio, quién le acusó falsamente. Se dice que jamás se le vio triste o irritado; brillaba siempre en su rostro una sonrisa. Su tumba fue lugar de peregrinación. Es uno de los primeros santos elevados a los altares sin haber sufrido martirio. Patrón de Francia y de otros muchos lugares. MEMORIA OBLIGATORIA.

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