La devoción comúnmente conocida como la de la Medalla Milagrosa debe su origen a Zoé Labouré, un miembro de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, conocida en religión como Hermana Catalina Labouré, a quien la Santa Virgen María se le apareció tres veces en el año 1830, en la casa madre de la comunidad en París. (Santa Catalina Labouré fue canonizada en 1947 por el Papa Pío XII).
APARICIONES:
Primera Aparición:
La primera aparición tuvo lugar el domingo 18 de Julio 1830, en París. Leamos el mensaje escrito por la misma santa Catalina Labouré:
"La noche del 18 de julio de 1830, a eso de las 23'30, me oí llamar: "¡Sor Labouré, sor Labouré!" Desperté y miré el lado de donde venía la voz, y veo un niño vestido de blanco, de unos 4 a 5 años, que me dice: "Venga a la capilla." Me levanté y guiada por el niño me fui a la capilla: la puerta se abrió apenas el niño la tocó con la mano. Sentada en un sillón, junto al altar, estaba la Virgen. Yo dudaba que fuese la Virgen. Pero el niño me dijo: "¡Esa es la Santa Virgen!" Entonces la miré y di un salto hacia ella, arrodillándome a sus pies y poniendo las manos sobre sus rodillas. Me dijo: "hija mía, el buen Dios quiere encomendarte una misión. tendrás muchas penas que superarás, pensando que lo haces por la gloria del buen Dios. Venid a los pies de este altar: aquí se distribuirán las gracias a todos cuantos las pidan con confianza y fervor."
La Virgen mostró su deseo de que se fundara la Asociación de las Hijas de María, para celebrar el mes de mayo a ella dedicado, con gran solemnidad. Me dijo: "Yo gusto mucho de esas fiestas y concedo muchas gracias." Dijo esto y desapareció por el lado de la tribuna.
Me alcé de las gradas del altar y observé al niño donde lo había dejado. Me dijo: "se ha ido."
Volví al lecho a las 2 de la mañana, oí dar la hora, pero ya no me dormí. "
Segunda aparición:
Leamos la aparición y el mensaje que en ella se nos comunica, escrito por la misma santa Catalina Labouré.
El día 27 de noviembre de 1830, a las 5'30 de la tarde, en medio de un profundo silencio, de nuevo la Virgen se le aparece a sor Catalina Labouré, al pie del mismo altar, de pie sobre la esfera del mundo a sus plantas con un globo en las manos, y le dijo: "Este globo que ves representa el mundo entero y cada alma en particular."
La figura de la Santísima Virgen estaba llena de tanta belleza, que yo no podría describirla.
Advertí que sus dedos se llenaban de anillos y piedras preciosas, y los rayos de luz que de ellos salían se difundían por todas partes.
Se me dijo: "estos rayos de luz son el símbolo de las gracias que la santísima virgen concede a todos los que se las piden. Las perlas que no emiten rayos son las gracias de las almas que no piden."
Se formó un cuadro un poco ovalado alrededor de la Santísima Virgen con una inscripción con letras de oro que decía: iOh María sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos!
"Haz acuñar una medalla igual a este modelo. todas las personas que la lleven con confianza, colgada al cuello, recibirán grandes gracias."
En el reverso de la medalla debía colocarse la letra M y encima una cruz, añadiendo en la parte inferior dos corazones: uno coronado de espinas y otro traspasado por una espada. Símbolo de los corazones de Jesús y de María.
Esta visión se repitió algunas veces, durante la Misa y durante la oración, siempre en la rue du Bac, de París, cerca de la parada de "Metro" Sèvre-Babylone, detrás de los grandes almacenes "Au Bon Marché" donde está el edificio de las Hijas de la Caridad, en la capilla rectangular y sin estilo definido similar a las miles que existen en las casas religiosas.
RECONOCIMIENTOS:
A vista de los hechos extraordinarios, el Arzobispo de París Mons. de Quelen mandó hacer una investigación oficial sobre el origen y los hechos de la Medalla de la Calle del Bac. He aquí la conclusión: "La rapidez extraordinaria con la cual esta medalla se ha propagado, el número prodigioso de medallas que han sido acuñadas y distribuidas, los hechos maravillosos y las Gracias singulares que los fieles han obtenido con su confianza parecen verdaderamente los signos por los cuales el Cielo ha querido confirmar la realidad de las apariciones, veracidad del relato de la vidente y la difusión de la medalla".
Y en Roma, en 1846, como consecuencia de la ruidosa conversión del Judío Alfonso de Ratisbona, el Papa Gregorio XVI confirmaba con toda su autoridad las conclusiones del Arzobispo de París.
En 1847, M. Etienne, superior general de la Congregación de Sacerdotes de la Misión obtuvo del Papa Pío IX el privilegio de establecer en las escuelas de las Hermanas de la Caridad una confraternidad bajo el título de Inmaculada Concepción, con todas las indulgencias anexas a una sociedad similar establecida para sus estudiantes en Roma por la Compañía de Jesús. Esta confraternidad adoptó la Medalla Milagrosa como su emblema, y los miembros, conocidos como Hijos de María, la usan colgada de una cinta azul.
El 23 de julio de 1894, el Papa León XIII, luego de que la Sagrada Congregación de Ritos, hiciera un examen minucioso de los hechos, instituyó una fiesta con un Oficio y Misa especiales, de la Manifestación de la Inmaculada Virgen bajo el título de Medalla Milagrosa, para que los sacerdotes de la Congregación de la Misión la celebraran anualmente el día 27 de noviembre, con un rito de doble de segunda clase. Para las comunidades de ordinarios y religiosos que pidieran el privilegio de celebrar la festividad, su rango sería de fiesta mayor doble. Un decreto posterior, datado 7 de septiembre de 1894, permite que cualquier sacerdote diga una Misa propia a la fiesta en cualquier capilla unida a una casa de las Hermanas de la Caridad.
LA MEDALLA:
Unos meses después de las apariciones, sor Catalina es destinada al hospicio de Enghien, en el distrito 12 de París, para cuidar a los ancianos. Se pone al trabajo. Pero la voz interior insiste : hay que hacer que se acuñe la medalla. De eso Catalina vuelve a hablar a su confesor, el Padre Aladel.
En febrero de 1832, hay en París una terrible epidemia de cólera, que va a hacer más de 20.000 muertos. Las Hijas de la Caridad empiezan a distribuir, en junio, las 2.000 primeras medallas acuñadas a petición del padre Aladel.
Son numerosas las curaciones, lo mismo que las protecciones y conversiones. Es un maremoto. El pueblo de París califica la medalla de «milagrosa».
Uno de los hechos más notables registrados en conexión con la Medalla Milagrosa es la conversión de un judío, Maria Alfonso Ratisbonne de Estrasburgo, quien se había resistido a las insistencias de un amigo para que entrara a la Iglesia. M. Ratisbona consintió algo renuente de usar la medalla, y estando en Roma, entró por casualidad a la iglesia de Sant’ Andrea delle Fratte y tuvo una visión de la Santísima Virgen exactamente como está representada en la medalla, tras lo cual ocurrió inmediatamente su conversión.
Alfonso Ratisbone era abogado y banquero, judío, de 27 años. Tenía gran odio hacia los católicos porque su hermano Teodoro se había convertido y ordenado sacerdote, tenía como insignia la medalla milagrosa y luchaba por la conversión de los judíos.
Poco tiempo después de la visión Alfonso es bautizado en la Iglesia del Gesu en Roma. Alfonso Ratisbone entró en la Compañía de Jesús. Ordenado sacerdote, fue destinado a París donde estuvo ayudando a su hermano Teodoro en los catecumenados para la conversión de los judíos.
Después de haber sido por 10 años Jesuita, con permiso sale de la orden y funda en 1848, las religiosas y las misiones de Ntra. Sra. de Sión. En solo los diez primeros años Ratisbone consiguió la conversión de 200 judíos y 32 protestantes. Trabajó lo indecible en Tierra Santa, logrando comprar el antiguo pretorio de Pilato, que convirtió en convento e Iglesia de las religiosas. También consiguió que estas religiosas fundasen un hospicio en Ain-Karim, donde murió santamente en 1884 a los 70 años.
Este hecho recibió sanción eclesiástica y está registrado en el Oficio de la fiesta de la Medalla Milagrosa.
En el otoño de 1834 ya hay más de 500.000 medallas, y en 1835 más de un millón en todo el mundo. En 1839, se ha propagado la medalla hasta alcanzar más de diez millones de ejemplares.
A la muerte de sor Catalina, en 1876, se cuentan más de mil millones de medallas.
La Medalla se llamaba originalmente: "de la Inmaculada Concepción", pero al expandirse la devoción y haber tantos milagros concedidos a través de ella, se le llamó popularmente "La Medalla Milagrosa".
Llevar la santa medalla es proclamar nuestra fe en la súplica de la Santísima Virgen María, como medianera universal ante la presencia de Dios.
Oh María sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a vos
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