Martirologio Romano: Fiesta de los santos Simón y Judas, apóstoles, el primero apellidado Cananeo o Zelotas, y el segundo, hijo de Jacob, llamado también Tadeo, y que en la última cena preguntó al Señor acerca de su manifestación, recibiendo esta respuesta: El que me ame, observará mi palabra, y el Padre mío le amará, y vendremos a él y haremos nuestra mansión en él.
Simón: en el Evangelio aparece como "el Cananeo" o "el Zelotas" (At 1,13; Mt 10,4). San Jerónimo creyó que nació en Caná, pero el dato no es fiable. Era llamado "el ferviente" por proceder de un partido religioso-político, extremadamente exigente, aunque esto no parece probable sino que fue "celoso" en cumplimiento de la Ley y de las tradiciones judías (Gal 1,14). Después de la Ascensión, predicó en primero en Samaria, luego en Abisinia, Egipto, Mesopotamia y Persia, junto al apóstol Judas. Otros dicen que fue apóstol en Inglaterra.
Murió mártir (según la tradición junto a san Judas) aserrado en dos, y según otros, crucificado. Algunos confunden al apóstol Simón con el homónimo primo del Señor (san Simeón), hermano de Santiago el Menor, a quién sucedió como obispo de Jerusalén (62-106), fecha de su martirio en tiempos de Trajano, aserrado por medio. Está enterrado en la basílica de San Pedro de Roma.
Judas, en el Evangelio, aparece como hermano (o hijo) de Santiago, Mc 3,18 (o también Tadeo, Mt 10,3); apodado "Tadeo" por confusión con Simón, fue llamado también él "zelotes". La palabra “Tadeo” significa “magnánimo”. Parece que estaba casado. Ha de excluirse que sea "hermano" (primo) de Jesús (Mc 6,13) y hermano de Santiago el Menor. Aparece en la última Cena, interrumpiendo a Jesús: “¿Cómo es que tienes que manifestarte a nosotros y no al mundo?”. Jesús le respondió: “El que me ama guardará mi palabra, mi Padre y yo vendremos a él y viviremos en él”. (Jn 14,22).
Escribió una carta contra los primeros herejes doctrinales: "Estos son los que mancillan vuestro ágapes, cuando con vosotros banquetean sin recato, hombres que se apacientan a sí mismos, nubes sin agua que los vientos se llevan, árboles de otoño que fenecen desprovistos de fruto, dos veces muertos, arrancados de raíz".
Se supone que tras la muerte de Cristo predicó el cristianismo en Palestina, después en Arabia, Siria y Mesopotamia y por úlitmo en Edessa, y quizás murió en Persia con san Simón, martirizado a golpes de mazo, otros dicen que murió asaetado mientras estaba crucificado. Por san Fortunato, obispo de Poitiers en siglo VI, sabemos que los dos apóstoles fueron enterrados en Persia. Santa Brígida cuenta en sus “Revelaciones”, que el Señor la exhortó a invocar a san Judas con toda confianza. FIESTA.
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