17 de septiembre de 2014

San ROBERTO BELARMINO. (1542-1621). Doctor de la Iglesia.


Martirologio Romano: San Roberto Belarmino, obispo y doctor de la Iglesia, miembro de la Compañía de Jesús, que intervino de modo preclaro, con modos sutiles y peculiares, en las disputas teológicas de su tiempo. Fue cardenal, y durante algún tiempo también obispo entregado al ministerio pastoral de la diócesis de Capua, en Italia, desempeñando finalmente en la Curia romana múltiples actividades en defensa doctrinal de la fe.


Se llamaba Roberto Francisco Rómulo. Nació en Montepulciano (Toscana-Italia) en el seno de una familia potentada. Era sobrino de Maquiavelo y del papa Marcelo II. Entró muy joven en los jesuitas (1560), a pesar de la oposición de su padre. Estudió Filosofía en el Colegio Romano (futura universidad Gregoriana) y Florencia, y después Teología en la universidad de Padua y por fin en Lovaina. Aquí, en la célebre universidad (que era rival de París), después de ser ordenado sacerdote en Gante (1570), fue profesor de Teología durante de siete años (1569-1576). Por motivos de salud volvió al Colegio Romano, como maestro de Teología, donde enseñó durante doce años (1576-1588) y publicó sus “Controversias” contra luteranos y calvinistas que alcanzaron un gran éxito, y que eran los temas de sus lecciones, para los misioneros que partían hacia estos países separados. Una de sus controversias más famosas la sostuvo con el rey de Inglaterra Jacobo I. Belarmino expuso una doctrina intermedia entre los que sostenían la sujeción completa del orden temporal al espiritual, y los que afirmaban la independencia de ambos poderes. El defendió el poder indirecto del Pontífice sobre las potestades de la tierra. Fue incomprendido. Sixto V llegó a prohibir el libro, y tal obra corrió el riesgo de ser incluida en el “Índice de los libros prohibidos” (1594). Luego todo se arregló.
Cuando acompañó a París como teólogo a la legación papal, enviada para intervenir en la lucha entre la Liga y Enrique IV, dio ejemplo de gran discreción y piedad. Supo resistir con franqueza a Sixto V en la tocante a la versión de la Biblia en latín (la famosa “Biblia Sixtina”) y dictó el prólogo de la edición revisada y corregida en 1592, en tiempo de Clemente VIII. En 1588, Roberto, de profesor de controversias, pasó a padre espiritual del Colegio Romano. El más ilustre de sus dirigidos fue san Luis Gonzaga, de cuya beatificación se ocupó más tarde. Posteriormente -cuatro años después- llegó a rector del mismo colegio, hasta que en 1594 fue a Nápoles como provincial de los jesuitas. Clemente VIII lo reclamó a Roma como su teólogo particular, nombrándolo consultor del Santo Oficio y rector de la Penitenciaría. En este tiempo compuso, entre otras obras, su famoso “Catecismo de la Doctrina cristiana” que se convirtió en el texto más importante después del de Trento. También escribió obros muchos libros de controversias y el libro “Arte de bien morir”
Pese a su resistencia, fue creado cardenal (1599) (el Papa le dijo que lo excomulgaría si no aceptaba), e intervino en la disputa entre los jesuitas (Molina) y dominicos (Báñez) sobre la predestinación. Los dominicos se decantaron por la predestinación, los jesuitas en contra. Por ello fue alejado de Roma con el nombramiento de arzobispo de Capua, y fue un pastor modélico durante tres años (1602-1605). Por fin Pablo V, lo llamó de nuevo a Roma, y se convirtió en el teólogo oficial de la congregación del Santo Oficio y desarrolló una intensa actividad de escritor, de diplomático y de político, admirado por todos por su gran simplicidad de vida. Estuvo apunto dos veces a que lo eligieran Papa. Logró evitarlo. En 1616 impuso a Galileo silencio acerca de la cuestión astronómica. En 1621 se retiró a la casa del noviciado de San Andrés del Quirinal. Aquí, confortado por la bendición de Gregorio XV, expiró después de haber recitado el Credo, el día de los Estigmas de san Francisco, cuya memoria había conseguido que se celebrara en toda la Iglesia. 
Fue canonizado en 1930 y declarado Doctor de la Iglesia en 1931. MEMORIA FACULTATIVA. 

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