Martirologio Romano: En Milán, de la Liguria, sepultura de san Sátiro, cuyos insignes méritos relata su hermano san Ambrosio de Milán. Cuando aún no estaba iniciado en los misterios cristianos, sufrió un naufragio sin temor a la muerte, pero, salvado de las aguas, entró en la Iglesia de Dios para no morir con las manos vacías. Unido en íntima y mutua fraternidad a su hermano Ambrosio, fue enterrado por el obispo de Milán junto al mártir san Víctor de Milán.
Parece que nació en Tréveris. Hermano de san Ambrosio de Milán y de santa Marcelina. De los tres hermanos quizás el de más ingenio fue Sátiro. Fue jurista y administrador; gobernador de una Provincia, y se hizo amar de las poblaciones que tuvo bajo su mando. No se casó nunca para darse mejor a su trabajo y a su familia. Fue, pese de ser un hombre inmensamente rico, pobre en sus hábitos. Vivió durante mucho tiempo como catecúmeno. Cuando Ambrosio, fue nombrado obispo de Milán, le nombró administrador de los bienes de la diócesis. Después de un viaje a África, en el que se salvó milagrosamente hizo voto a san Lorenzo de bautizarse, y así lo hizo, después de rechazar ser bautizado por un obispo cismático y “Prefirió ir donde pudiera saldar su deuda con plena seguridad” según nos cuenta Ambrosio.
Ambrosio le hizo este elogio fúnebre: "¡Qué haré, ahora que he perdido toda la dulzura, todo el bienestar, toda la belleza de mi existencia! Tu solo eras mi conforto en la intimidad, y fuera de ésta, mi orgullo. Eras tu a decidir cuando debía deliberar; eras tu quien participaba en mis afanes, alejabas mis inquietudes, tirabas fuera mis penas. Tu eras el abogado de mis acciones, el defensor de mis intenciones. Y gracias a ti se podían aplicar mis inquietudes privadas y mis preocupaciones públicas... ¿Podría, quizás, no pensar en ti, no pensar sin llorar?". Está enterrado en la iglesia de San Sátiro de Milán.
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