Martirologio Romano: En Roma, en el cementerio de Máximo, en vía Salaria Nueva, sepultura de san Bonifacio I, papa, que trabajó para solucionar muchas controversias sobre disciplina eclesiástica.
Hijo del presbítero romano Jocundo. Sacerdote romano, que desempeñó importantes y delicadas misiones en Constantinopla por cuenta del papa san Inocencio I. Fue elegido Pontífice, sucediendo a san Zósimo en circunstancias bastante tirantes, ya que una parte del clero romano lo eligieron a él y otra parte a Eulalio. Los dos bandos no se pusieron de acuerdo y la decisión fue remitida al emperador Honorio. éste dispuso que los dos contendientes estuviesen lejos de Roma mientras un concilio habría tomado una decisión al respecto. Confirmaron a Bonifacio.
Honorio estableció para el futuro que, en caso de disputa entre los dos pretendientes, habría sido pontífice sólo el que hubiese sido reelegido por consentimiento unánime. Los problemas para Bonifacio surgieron con la herejía pelagiana, contra la cual mantuvo la posición de condena de san Inocencio y de san Zósimo. Repitió el error de Zósimo con la Iglesia Africana y de san Agustín de Hipona, concediendo la reintegración a un tal obispo Antonio, que había sido depuesto por san Agustín, que no le consideró digno. Este hecho fue causa de cierta tensión entre las dos Iglesias, pero no hubo secuelas.
Fue combatido por el antipapa Eulalio y más tarde fue atormentado por las contínuas pretensiones del patriarca de Constantinopla. Con dulzura, pero con firmeza, defendió los derechos de la sede romana. Intervino en la organización jerárquica en la Galia, Iliria y África. San Agustín de Hipona le dedicó un libro contra el pelagianismo: “Contra das Epistolas Pelagianoruin Libri quatuor”. Mantuvo excelentes relaciones con san Jerónimo, que sentía hacía él verdadera admiración.
Bonifacio renovó la legislación del Papa Sotero, prohibiendo a las mujeres tocar los sagrados linos o intervenir en el quemado de incienso. Dió fuerza a las leyes que prohibían a los esclavos ser clérigos. Fué enterrado en el cementerio de Maximus en la Vía Salaria, cerca de la tumba de su favorito, san Felicitas en cuyo honor y en gratitud por su ayuda, le había erigido un oratorio encima del cementerio que lleva su nombre.
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