Martirologio Romano: Fiesta de san Lorenzo, diácono y mártir, que deseó ardientemente acompañar al papa Sixto II en su martirio. Según cuenta san León Magno, recibió del tirano la orden de entregar los tesoros de la Iglesia, y él, burlándose, le presentó a los pobres en cuyo sustento y abrigo había gastado abundantes riquezas. Por la fe de Cristo, tres días más tarde superó el tormento del fuego, y el instrumento de su tortura se convirtió en distintivo de su triunfo, siendo enterrado su cuerpo en el cementerio de Campo Verano, que desde entonces fue llamado con su nombre.
Según la leyenda había nacido en Huesca y que sus padres fueron santos Orencio y Paciencia. Marchó a Roma y allí pronto fue primer diácono del papa san Sixto II (257). Fue el encargado de administrar los bienes de la comunidad y de atender a los pobres. Se cuenta que por humildad lavaba los pies de los cristianos y habría curado a una viuda, santa Ciríaca, del dolor de cabeza y dado la vista a un ciego mediante el bautismo. En la persecución de Valeriano, el 6 de Agosto, fue detenido con el Papa y los otros diáconos; a Lorenzo se le retuvo unos días con la esperanza de que entregara los bienes de la Iglesia, pero ya el Papa había dispuesto que los bienes fueran entregados a los pobres. Hay que decir que en esta persecución solamente fue dirigida contra los dignatarios de la Iglesia: el Papa, obispos, sacerdotes y diáconos; los fieles fueron excluidos
San Ambrosio nos cuenta que nuestro santo habló así al Papa cuando éste iba hacia el martirio: "¿Hacia qué metas te diriges, padre santo, sin tu diácono? Tú no has tenido nunca la costumbre de ofrecer el sacrificio sin tu diácono. ¿Qué te ha disgustado en mí, padre? ¿Me has encontrado indigno por ventura? Pruébame y ve si has elegido a un ministro indigno para la distribución de la sangre del Señor. ¿Le negarás quizá a aquel que has admitido a los sagrados misterios que sea tu compañero para derramar su sangre?". Sus captores esperaron que Lorenzo les entregara los tesoros de la Iglesia, pero el santo diácono rehusó, presentándose con una turba de pobres: "He aquí los tesoros de la Iglesia". Su martirio, en una parrilla harán de él una leyenda, sobre todo cuando estando en el suplicio le dijo al verdugo: "Dame la vuelta: este lado ya está bastante hecho". Sus últimas palabras fueron: "Te doy gracias, Señor mío, porque he merecido atravesar la puerta de tu Reino." Los historiadores creen que Lorenzo fue decapitado como el Papa y los otros diáconos.
Su festividad fue durante siglos la más importante del santoral después de la de san Pedro y san Pablo. Su muerte debió producir una profunda impresión en los cristianos romanos, "su muerte -dice Prudencio- fue la muerte de la idolatría, porque desde entonces ésta empezó a desaparecer". Patrón de Huesca. FIESTA.
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