Martirologio Romano: En Aldemburgo, en Flandes, muerte de san Arnulfo, obispo de Soissons. Monje después de haber sido soldado, fue elevado al episcopado, desde donde se esforzó en buscar la paz y la concordia, y, finalmente, murió en el monasterio que él mismo había fundado.
Nació en Tydeghen en Flandes, en el seno de una familia de la nobleza. Después de servir en los ejércitos de los reyes de Francia: Roberto y Enrique I, ingresó en la abadía benedictina de San Medardo en Soissons; fue recluso bajo la obediencia del abad. Fue nombrado abad a pesar de su resistencia; su enérgico gobierno le acarreó enemigos, por lo que, con el beneplácito del rey, fue destituido y volvió a su vida retirada. En 1087, fue obligado a aceptar el obispado de Soissons, pero al poco tiempo renunció por los problemas que le creó el anterior obispo, Ursone, que había sido depuesto. En 1083, se le propuso el obispado de Vienne, y lo rechazó.
Fue enviado por el papa san Gregorio VII a pacificar los territorios de Flandes, gobernados por el conde Roberto, Arnulfo recorrió toda la región predicando el evangelio y recompuso la armonía entre el conde y sus vasallos. Radbodo, obispo de Noyón, en agradecimiento le entregó la iglesia de Saint Pierre en Oudenburg, fundada por san Ursmaro y Arnulfo fundó la abadía benedictina de Oudenbourg en Flandes, donde estuvo dos años, y después volvió a Soissons, pero no logró establecer el orden dentro de su diócesis; decidió abadicar y se retiró a Oudenbourg como recluso. Estalló de nuevo una revuelta en Flandes y se le pidió su intervención para restablecer la paz; pero, pocos días después murió. Arnulfo fue un pacificador, que alternó su responsabilidad del disputado gobierno eclesiástico con el refugio de la paz monástica.
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