Martirologio Romano: Cerca de Montebaroccio, en el Piceno, en Italia, beato Santos de Urbino Brancoisini, hermano converso de la Orden de los Hermanos Menores.

Una vez, encargado de cortar leña en el bosque vecino, el asno quedó por la noche en campo abierto y fue víctima de un feroz lobo que lo destrozó. Por la mañana el beato Santos, que se dio cuenta de lo sucedido en la noche, llamó a sí a la bestia feroz, le echó al cuello su cordón y le ordenó de parte de Dios, reparar el mal cometido sometiéndose a llevar la leña del bosque al convento. El lobo se hizo dócil y obediente, y por muchos años continuó prestando su servicio a los religiosos, que se declaraban felices y honrados por un tal servicio.
Un día Francisco Malatesta, duque de Urbino se encontró con el beato Santos y le pidió que obtuviera del Señor que sus tierras fueran libradas de una verdadera invasión de langostas, ratones y otros animales nocivos que devastaban los campos. El devoto hermano se arrodilló, levantó los brazos al cielo y oró. Y he aquí que estos insectos y animales nocivos en breve tiempo fueron a arrojarse en el mar vecino. Además de los oficios ordinarios, debido a su cultura fue nombrado maestro de los novicios laicos. La santidad del beato Santos atrajo al convento de Scotoneto verdaderas turbas de pueblo, ansioso de ver al hombre de Dios, de oír su inspirada palabra, para pedirle gracias y favores. Para todos tenía una palabra de aliento y de consuelo. Dios lo glorificó con éxtasis y arrobamientos espirituales. Fervoroso devoto de María, durante toda su vida difundió su culto. Pidió a la Virgen Santa que lo llamara a Dios el día de su gloriosa Asunción al cielo. De hecho la noche del 14 al 15 de agosto, después de haber recibido la última bendición de su superior, a los 49 años de edad su alma voló gozosa a la gloria del cielo.
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