Martirologio Romano: En Constantinopla, san Alejandro, obispo, cuyas apostólicas súplicas, según escribe san Gregorio Nazianceno, lograron vencer al jefe de la herejía arriana.
Alejandro contaba ya con setenta y tres años cuando fue elegido obispo de Constantinopla (317-336) sucedió a san Metrófanes. Combatió el arrianismo. Se dice que participó como presidente en el I Concilio de Nicea, pero parece que no es cierto y que se equivoca con otro Alejandro. Tomó posiciones contra Arrio, que según escribió san Gregorio Nacianceno, lo llamó "jefe de la impiedad". El año 336, Arrio entró triunfalmente en Constantinopla. Llevaba una orden del emperador para que Alejandro le admitiese a la comunión. Se cuenta que el santo patriarca se encerró entonces en la iglesia a orar, junto con Santiago de Nísibis, para que Dios lo iluminara en el momento en que aquel hereje se aproximase a comulgar. Como quiera que haya sido, la víspera de la recepción de Arrio en la iglesia, el heresiarca falleció repentinamente. Los cristianos vieron en ello una intervención divina debida a las oraciones de Alejandro.
Tenemos pocas noticias de él, se sabe que gozó de un gran prestigio moral y espiritual. Poco después de su elección, el emperador Constantino organizó una reunión de teólogos cristianos y filósofos paganos: pero, como todos los filósofos quisiesen hablar al mismo tiempo, la reunión se convirtió en un desorden. Entonces, Alejandro les aconsejó que eligiesen a los más autorizados de entre ellos para exponer su doctrina. Cuando uno de los oradores estaba en la tribuna, el santo exclamó: "En el nombre de Jesucristo, te mando que te calles". Según se dice, el pobre filósofo perdió el habla hasta que Alejandro se la devolvió. Este prodigio impresionó más a los filósofos que todos los argumentos de los cristianos.
El antiguo Martirologio decía "Por el poder sus oraciones (las de Alejandro), Arrio, condenado por el juicio de Dios se partió por el medio y le salieron la vísceras".
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