Con él murieron los siguientes mártires de las Escuelas Cristianas: Eustaquio Luis (Luis Villanueva Montoya) y Carlos Jorge (Dalmacio Bellota Pérez).
.jpg)
El anhelo de asegurar la perseverancia de sus discípulos en el servicio divino hasta la muerte, sobre todo de los Hermanos jóvenes, fue su gran preocupación durante la persecución religiosa en España.
.jpg)
Don Pedro Clemente Galán, vecino del colegio La Salle “San Gumersindo”, en Consuegra, asegura que al manifestar al Hno. Eustaquio Luis el mal cariz que tomaban las cosas por causa del Gobierno republicano y el peligro de que mataran a los sacerdotes, religiosos y católicos practicantes, el beato le respondió repetidas veces: “Será una gloria muy grande el morir por Dios”.
.jpg)
Tras la quema del Colegio con la ausencia y pasividad de las autoridades republicanas, el Hno. Carlos Jorge continuó su apostolado en Cuevas de Almanzora (Almería). Siempre dio ejemplo de piedad y de amor al estudio.
Posteriormente en la Escuela Gratuita de Chamberí (Madrid) y por último en Consuegra (Toledo), en cuyas cercanías fue asesinado como había preferido antes que faltar a su vocación de educador cristiano y religioso. En efecto, al proponérselo personas de su familia que se quedase en casa, vistos los malos tiempos que corrían para los religiosos después del incendio del Maravillas, él contestó: “Prefiero seguir Hermano de las Escuelas Cristianas aún cuando para ello tenga que morir mártir”.
El 21 de julio de 1936, sobre las nueve de la mañana, los Hermanos se hallaban oyendo la Santa Misa. Los milicianos, por orden gubernativa, cercaron la Escuela, profiriendo insultos y mueras. Advertido de ello el celebrante, consumieron las Sagradas Formas para evitar cualquier posible profanación de las mismas, y se trasladaron a la casa de unos vecinos. Pero los milicianos al no encontrar a los religiosos en su Colegio también rodearon la casa en que se habían refugiado. Conminados a que se entregaran, así lo hicieron, sin resistencia alguna. Llevados a la cárcel, en ella continuaron preparándose a la muerte
En la noche del 6 al 7 de agosto de 1936, sin previo juicio alguno ni sentencia de ninguna clase, los sacaron juntamente con un sacerdote y los asesinaron junto a otros fieles consaburenses, en el sitio denominado “Boca del Congosto”, en el término de Los Yébenes (Toledo). Los Hermanos Teodosio Rafael, y los beatos Eustaquio Luis y Carlos Jorge recibieron la muerte, entre los insultos y blasfemias de sus verdugos, y con el grito de “¡Viva Cristo Rey!” en los labios. Fueron beatificados por SS Benedicto XVI el 18 de octubre de 2007.
No hay comentarios:
Publicar un comentario