Con él murieron los siguientes mártires de las Escuelas Cristianas: Eustaquio Luis (Luis Villanueva Montoya) y Carlos Jorge (Dalmacio Bellota Pérez).
Diodoro López Hernando nació en Salguero de Juarros (Burgos) en 1898. Vistió el hábito de los Hermanos de las Escuelas Cristianas en Bujedo (Burgos) en 1914 cambiando su nombre por el de Teodosio Rafael. Obtenidos los diplomas de Catequista Elemental y Superior y el de Magisterio Nacional ejerció su apostolado en Mieres (Asturias), Melilla, Griñón (Madrid) y Bujedo (Burgos), siendo siempre un brillante educador. Tras terminar su formación religiosa y pedagógica, prosiguió estudiando cuanto pudo. Finalmente fue destinado a Consuegra (Toledo) en donde los Hermanos de las Escuelas Cristianas regentaban una hermosa escuela gratuita. Él fue con el encargo de ser Director del Colegio San Gumersindo, patrocinado por la “Fundación Díaz-Cordobés”
El anhelo de asegurar la perseverancia de sus discípulos en el servicio divino hasta la muerte, sobre todo de los Hermanos jóvenes, fue su gran preocupación durante la persecución religiosa en España.
Luis Villanueva Montoya nació en Cucho (Burgos) en 1888. En 1907 recibió el hábito de los Hermanos de La Salle en Bujedo (Burgos), al tomár el hábito cambió su nombre por el de Eustaquio Luis. Finalmente como sus dotes intelectuales no le hacían apto para la enseñanza, primero en Bujedo y después en Griñón (Madrid), ejerció empleos manuales, igual que en Consuegra (Toledo), donde asimismo fue un ejemplo vivo de regularidad, de humildad y de obediencia sobrenaturales. El siervo de Dios, en la sastrería de Bujedo y posteriormente en la de Griñón, estaba encargado de recordar la presencia de Dios cada media hora. Indefectiblemente así lo hacía el Hno. Eustaquio Luis con puntualidad y durante breves minutos, al igual que todo el personal que trabajaba en el taller, en su compañía.
Don Pedro Clemente Galán, vecino del colegio La Salle “San Gumersindo”, en Consuegra, asegura que al manifestar al Hno. Eustaquio Luis el mal cariz que tomaban las cosas por causa del Gobierno republicano y el peligro de que mataran a los sacerdotes, religiosos y católicos practicantes, el beato le respondió repetidas veces: “Será una gloria muy grande el morir por Dios”.
Dalmacio Bellota Pérez nació en Capillas de Campos (Palencia) en 1908. Vistió el hábito de los Hermanos de las Escuelas Cristianas e 1925, tomando el nombre de Carlos Jorge. Terminada su formación religiosa y profesional en Bujedo (Burgos) ejerció su apostolado en el colegio de Nuestra Señora de las Maravillas de Madrid, hasta que en 1931 fue pasto de las llamas, porque según decían sus enemigos, era el cuartel general del Cardenal Primado de España, doctor Pedro Segura. Su destrucción había sido ya preparada y hasta anunciada en periódicos suizos y comunistas de Berlín un mes antes de que sucediera.
Tras la quema del Colegio con la ausencia y pasividad de las autoridades republicanas, el Hno. Carlos Jorge continuó su apostolado en Cuevas de Almanzora (Almería). Siempre dio ejemplo de piedad y de amor al estudio.
Posteriormente en la Escuela Gratuita de Chamberí (Madrid) y por último en Consuegra (Toledo), en cuyas cercanías fue asesinado como había preferido antes que faltar a su vocación de educador cristiano y religioso. En efecto, al proponérselo personas de su familia que se quedase en casa, vistos los malos tiempos que corrían para los religiosos después del incendio del Maravillas, él contestó: “Prefiero seguir Hermano de las Escuelas Cristianas aún cuando para ello tenga que morir mártir”.
El 21 de julio de 1936, sobre las nueve de la mañana, los Hermanos se hallaban oyendo la Santa Misa. Los milicianos, por orden gubernativa, cercaron la Escuela, profiriendo insultos y mueras. Advertido de ello el celebrante, consumieron las Sagradas Formas para evitar cualquier posible profanación de las mismas, y se trasladaron a la casa de unos vecinos. Pero los milicianos al no encontrar a los religiosos en su Colegio también rodearon la casa en que se habían refugiado. Conminados a que se entregaran, así lo hicieron, sin resistencia alguna. Llevados a la cárcel, en ella continuaron preparándose a la muerte
En la noche del 6 al 7 de agosto de 1936, sin previo juicio alguno ni sentencia de ninguna clase, los sacaron juntamente con un sacerdote y los asesinaron junto a otros fieles consaburenses, en el sitio denominado “Boca del Congosto”, en el término de Los Yébenes (Toledo). Los Hermanos Teodosio Rafael, y los beatos Eustaquio Luis y Carlos Jorge recibieron la muerte, entre los insultos y blasfemias de sus verdugos, y con el grito de “¡Viva Cristo Rey!” en los labios. Fueron beatificados por SS Benedicto XVI el 18 de octubre de 2007.
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