Martirologio Romano: En la aldea de Zhoujiahe junto a la ciudad de Yingxian en la provincia de Hebei en China, martirio de los santos León Ignacio Mangin y Pablo Denn, sacerdotes de la Compañía de Jesús, que en la persecución de los bóxers, mientras animaban en la iglesia a los fieles, fueron ejecutados delante del altar por los enemigos que habían hecho irrupción en el lugar. Junto a ellos murió santa María Zhou Wuzhi, que, queriendo proteger con su propio cuerpo a san León ministro de la celebración, cayó herida de muerte.

Terminó de estudiar teología en Zhangjiaz, tras lo cual pasó al distrito de Gucheng como misionero y además se encargó allí de un pequeño colegio con 30 internos. Habiendo hecho su tercera probación en 1890, se le nombró administrador del area de Hejianfu, que constaba de 240 parroquias y 200.000 cristianos. Posteriormente, reconstruyó la residencia de Zhenzhao en 1895 y a fines de 1897 se le encargó la Misión de Jingzhou, donde bautizó 2.000 almas hasta 1899.
Pablo Denn nació en Lille, Francia en 1847. A la muerte de su padre tuvo que encargarse de su familia, entrando a trabajar a un banco a los 14 años. Ingresó a la Compañía de Jesús en Champagne, Francia en1872. Partió para la China en 1880. María Zhou Wuzhi, era la esposa de Esteban, el administrador de la comunidad cristiana de la misión de Tchou-Kai-Ho, dirigida por León Ignacio Mangin. Fue una magnífica esposa y colaboradora activa de la misión.
María Tchou-Ou-Cheu trató de defender con su cuerpo al padre Mangín y cayó herida. El padre Denn, alcanzado por las balas, se arrodilló ante el padre Mangín, para recibir la última absolución, segundos antes de que una descarga le abriese el pecho. Mientras tanto, los boxers habían prendido fuego al techo de esteras y cañas de la iglesia, por donde las llamas se extendieron rápidamente. La sotana del padre Mangín comenzaba a arder cuando una descarga lo hizo caer muerto al pie del altar. Al medio día, el techo de la iglesia se había desplomado sobre los cristianos ya muertos, y el fuego acabó de consumir sus cuerpos.
A este grupo de mártires anónimos hay que añadir todos aquéllos a quienes los boxers encontraron en las calles, en las casas o en los alrededores. El proceso de beatificación enumera cincuenta y seis nombres de las personas sobre quienes algunos testigos pudieron transmitir detalles.
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