13 de julio de 2015

San ENRIQUE II. (c.972 - 1024).


Martirologio Romano: San Enrique, emperador de los romanos, que, según la tradición, de acuerdo con su esposa Cunegunda puso gran empeño en reformar la vida de la Iglesia y en propagar la fe en Cristo por toda Europa, donde, movido por un celo misionero, instituyó numerosas sedes episcopales y fundó monasterios. Murió en este día en Grona, cerca de Göttingen, en Franconia.


Nació en Hildesheim, Baviera y era hijo de Enrique el Litigioso y el mayor de sus cuatro hermanos (Bruno será obispo de Augsburgo, santa Gisela casará con san Esteban de Hungría y Brígida llegará a abadesa de San Pablo de Ratisbona). Siguiendo la costumbre de la época fue educado en un monasterio, antes de asumir sus obligaciones políticas. San Wolfgango, obispo de Ratisbona, fue su preceptor e influyó en su espíritu de devoción a la Iglesia y al monacato. 
Elegido duque de Baviera, acompañó Italia a Otón III (996) para reprimir la rebelión de los romanos contra el Papa. Se casó con santa Cunegunda de Bamberg por sus virtudes, aunque era de condición inferior a la suya, de la cual, por desdicha, no tuvo hijos (la idea de la continencia fraterna es quizá legendaria, otros autores afirman que era impotente).
 Después de siete años de gobierno ducal y tras la muerte de Otón III, fue elegido rey de Germania en el 1002. Desde su juventud fue llamado Enrique "el Piadoso". Fue coronado en Maguncia (1007) por san Willigis, arzobispo de Maguncia y después en San Pedro del Vaticano (1014), recibió por primera vez, de manos Benedicto VIII, además de la corona, un globo terráqueo dominado por una cruz, que lo hacía emperador. 
Como su predecesor, Otón, fue uno de los impulsores de la idea de restauración del antiguo Imperio romano de Occidente, cuya sede no debía estar en Roma (que era capital espiritual) sino en Alemania. Se vio obligado, casi durante toda su vida, a empuñar las armas: ante todo para someter a los rebeldes a su vasto imperio, que le pertenecía después del tratado de Verdún (843) y que comprendía la mayor parte de Alemania, los Países Bajos, Bélgica, Suiza, Austria y el norte de Italia; luego, para reprimir las incesantes rebeliones de sus cuñados y para hacer frente al duque de Polonia, Boleslao (para luchar contra este duque se alió con los pueblos paganos, san Bruno Bonifacio le reprochó este gesto, que le minaba su labor misionera entre los paganos de Rusia). 
Llamado a Italia por Benedicto VIII, con el que había concertado la reforma de la Iglesia (1021), en la que interesó asimismo al rey de Francia (Roberto el Piadoso), tuvo que volver a Alemania después de haber conseguido "la paz de Dios" (que consistía que entre los pueblos y naciones cristianas no hubiera guerras). En su estancia en Roma sufrió una contracción de los tendones que lo dejó cojo. Luchó contra la simonía y el nicolaísmo de los obispos y consiguió la conversión del rey de Bohemia, Esteban. Convocó los sínodos de Dortmund, Westfalia, y allí se trataron muchos puntos de la disciplina eclesiástica y se acordó la observancia de los sagrados cánones; y los sínodos de Frankfurt en 1006 y Bamberg en 1011. En 1022, convocó el sínodo de Pavía, en el que se prescribió el celibato eclesiástico.
Se hizo defensor del pueblo débil, a lo largo de una vida entregada a Dios y a sus súbditos en cuerpo y alma; siempre con la fiel ayuda de su casta esposa Cunegunda. Su principal rasgo es haber potenciado la reforma cluniacense, iniciada en aquella época por san Odilón de Cluny -uno de sus íntimos amigos- y el beato Ricardo de Saint-Vanne. Fundó la diócesis de Bamberg y Basilea. En los últimos años de su vida recomendaba: "nuestro corazón viva ya desde ahora en el cielo por el deseo y el amor. Porque la gloria presente, mientras se posee, es caduca y vana, a no ser que nos ayude en algún modo a pensar en la eternidad celestial".
Murió prematuramente a los 51 años en el palacio imperial de Grona en Gotinga, disponiendo que se le sepultara en la catedral que había mandado construir y que había sido consagrada por el papa Juan XVII (1007). La leyenda narra numerosos milagros que hicieron los santos Benito, Lorenzo, para curarle de sus males, pero es una copia de la vida de san Dagoberto II. Quiso hacerse benedictino y por esto fue declarado por el papa san Pío X, patrón de los Oblatos benedictinos. Patrón de Basilea y Bamberg. Eugenio III canonizó a San Enrique en 1146. MEMORIA FACULTATIVA.  

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