(fr.: Jean d’Espagne).
Dios es misericordioso. El que está en gracia de Dios. Admirable.
Martirologio Romano: En la Cartuja de Le Réposoir, en Saboya, beato Juan, llamado «Hispano», monje, que escribió los estatutos para las monjas de la Cartuja.
Natural de Almanza (León); cuando todavía era un muchacho marchó a Francia y estudió en Arles. Sin embargo, no pasó mucho tiempo sin que Juan quedase favorecido por la amistad de un hombre rico que, incluso, lo llevó a vivir en su casa. Al terminar los estudios, Juan se despidió de su generoso amigo y se unió a un ermitaño, con quien estuvo dos años y medio en el aprendizaje para el ejercicio de la vida espiritual. Después consiguió ser recibido en el priorato de los cartujos de Montrieu. Durante seis años desempeñó el cargo de sacristán y, poco después, se le eligió como prior. Con la autoridad de su puesto, dio gran impulso a la cultura en su convento y él mismo se dedicó a copiar y a corregir manuscritos.
Al término del priorato, al que renunció, según se tiene entendido, fue transferido a la Gran Cartuja de Sepulcro, de Saboya, en Italia. San Antelmo de Chignin, por entonces superior del gran monasterio, tuvo una profunda estimación por Juan. Se le envió a fundar y gobernar como primer abad la cartuja de Reposoir (Ginebra). Fue el primero que dio unas constituciones a las monjas cartujas.
Luego de gobernar la comunidad del Reposoir durante nueve años, el beato Juan murió. Por expreso deseo suyo fue sepultado junto a dos pastores que perecieron durante un alud de nieve y a quienes él mismo había enterrado. Sobre su tumba se erigió una capilla, pero en 1649 se trasladaron sus restos a la sacristía de la iglesia del monasterio. Su culto fue confirmado en 1864 por el beato Pío IX.
Natural de Almanza (León); cuando todavía era un muchacho marchó a Francia y estudió en Arles. Sin embargo, no pasó mucho tiempo sin que Juan quedase favorecido por la amistad de un hombre rico que, incluso, lo llevó a vivir en su casa. Al terminar los estudios, Juan se despidió de su generoso amigo y se unió a un ermitaño, con quien estuvo dos años y medio en el aprendizaje para el ejercicio de la vida espiritual. Después consiguió ser recibido en el priorato de los cartujos de Montrieu. Durante seis años desempeñó el cargo de sacristán y, poco después, se le eligió como prior. Con la autoridad de su puesto, dio gran impulso a la cultura en su convento y él mismo se dedicó a copiar y a corregir manuscritos.
Al término del priorato, al que renunció, según se tiene entendido, fue transferido a la Gran Cartuja de Sepulcro, de Saboya, en Italia. San Antelmo de Chignin, por entonces superior del gran monasterio, tuvo una profunda estimación por Juan. Se le envió a fundar y gobernar como primer abad la cartuja de Reposoir (Ginebra). Fue el primero que dio unas constituciones a las monjas cartujas.
Luego de gobernar la comunidad del Reposoir durante nueve años, el beato Juan murió. Por expreso deseo suyo fue sepultado junto a dos pastores que perecieron durante un alud de nieve y a quienes él mismo había enterrado. Sobre su tumba se erigió una capilla, pero en 1649 se trasladaron sus restos a la sacristía de la iglesia del monasterio. Su culto fue confirmado en 1864 por el beato Pío IX.
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