(Juan de San Facundo).
Dios es misericordioso. El que está en gracia de Dios. Admirable.
Martirologio Romano: En Salamanca, en España, san Juan de Sahagún González de Castrillo, presbítero de la Orden de los Ermitaños de San Agustín, que, con su santidad de vida y sus coloquios constantes, logró la concordia entre las facciones existentes entre los ciudadanos.
Nació en Sahagún de Campos (León), llamado Juan González de Castrillo y Martínez, en el seno de una familia acomodada. Se educó en los benedictinos de su ciudad natal. Su padre hubiera querido que fuera militar, pero no se opuso cuando su hijo le manifestó su deseo de ser sacerdote. Con el fin de que con las rentas costeara sus estudios, los monjes le buscaron un beneficio en Cordonillos. Este beneficio requería atención pastoral a los fieles, cosa que no podía hacer Juan por su edad. Pero así eran las estructuras de entonces. Juan sintió escrúpulos de estar cobrando rentas de un beneficio que no podía servir y renunció a él, sin poder pagar sus estudios.
Un tío suyo, canónigo de Burgos, hizo que el obispo de la ciudad, Alonso de Cartagena, llamase al joven y lo hizo uno de sus mayordomos del palacio episcopal, y cuando, Juan tenía 23 años, fue ordenado sacerdote; fue elegido canónigo de la catedral y capellán del arzobispo de Burgos, al mismo tiempo que los monjes de Sahagún le procuraron otros beneficios, como el de Tañebuis.
Renunció a todos sus cargos y prosiguió sus estudios, llegando hasta Santa Gadea de Burgos como simple párroco hasta la muerte del obispo Cartagena, que tanto le apreciaba. Murieron sus padres y renunció a su herencia a favor de sus hermanas, pues quería ser un sacerdote pobre, sin otra ocupación que su ministerio.
Marchó a Salamanca donde estudió en el colegio de San Bartolomé donde se matriculó en cánones en 1457, que compaginó como capellán en la iglesia de San Bartolomé. Una vez terminada su formación, distribuyó sus bienes entre los pobres. Se entregó de lleno a la predicación. Sus sermones produjeron grandes cambios en la vida social de la ciudad. La ciudad de Salamanca, por medio de su cabildo secular, lo eligió por predicador (1460), entendiendo su valentía en denunciar las banderías que dividían la población y su leal denuncia de la inmoralidad. Fue uno de los más grandes oradores sagrados de su tiempo y con el más alto don de oración, especialmente en la misa. Sus celebraciones eucarísticas eran larguísimas y nadie quería ser su monaguillo, porque en la Sagrada Forma se le aparecía Cristo y dialogaba con Él, olvidándose de los fieles.
Sin saberse la causa, le sobrevino una rara enfermedad (cólico nefrítico) de la que curó milagrosamente; esta fue la gracia definitiva; lo cuenta él mismo: "Lo que pasó aquella noche entre Dios y mi alma Él sólo lo sabe; y luego, a la mañana, fuime a San Agustín, alumbrado por el Espíritu Santo y recibí este hábito". Empezó, en 1463 su noviciado como agustino y ganaba a todos en observancia, oración y vida mortificada. Predicó en Salamanca y en sus alrededores y logró la pacificación de la ciudad que se había divido en una lucha de banderías entre las familias de los Monroy y Manzanos, Juan logró la pacificación en 1476. La Casa y la plaza de la Concordia de Salamanca recuerdan para la posteridad aquel hecho, y a raíz de aquello le llamaron “Pacificador de los bandos”. Tenía una palabra libre, audaz y desnuda, con la cual arremetió contra toda clase de vicios. Fue prior de su convento de San Agustín de Salamanca. También desempeñó el oficio de consejero de la provincia agustina de Castilla.
Tuvo dones taumatúrgicos y se recuerdan los milagros del toro bravo que sembró el pánico en la ciudad y él con la palabra: “tente, necio” consiguió apaciguarlo. También consiguió salvar a un niño que había caído a un pozo con la correa de su hábito. Un día, en Alba de Tormes, le llamaron la atención por su forma de hablar, él contestó: "conviene al predicador decir la verdad y morir por ella". Su palabra le valieron muchos enemigos, (entre ellos el duque de Alba) de manera que parece que murió envenenado en Salamanca por una mujer que había jurado vengarse, cuando Juan convenció a su amante de que rompiese sus relaciones con ella. Está enterrado en la catedral de Salamanca.
Fue canonizado por Alejandro VIII el 16 de octubre de 1690. Desde 1969 su culto se ha limitado a los calendarios locales. En Salamanca su festividad se celebra el 12 de junio. Patrón de Salamanca, Sahagún y Cea.
Nació en Sahagún de Campos (León), llamado Juan González de Castrillo y Martínez, en el seno de una familia acomodada. Se educó en los benedictinos de su ciudad natal. Su padre hubiera querido que fuera militar, pero no se opuso cuando su hijo le manifestó su deseo de ser sacerdote. Con el fin de que con las rentas costeara sus estudios, los monjes le buscaron un beneficio en Cordonillos. Este beneficio requería atención pastoral a los fieles, cosa que no podía hacer Juan por su edad. Pero así eran las estructuras de entonces. Juan sintió escrúpulos de estar cobrando rentas de un beneficio que no podía servir y renunció a él, sin poder pagar sus estudios.
Un tío suyo, canónigo de Burgos, hizo que el obispo de la ciudad, Alonso de Cartagena, llamase al joven y lo hizo uno de sus mayordomos del palacio episcopal, y cuando, Juan tenía 23 años, fue ordenado sacerdote; fue elegido canónigo de la catedral y capellán del arzobispo de Burgos, al mismo tiempo que los monjes de Sahagún le procuraron otros beneficios, como el de Tañebuis.
Renunció a todos sus cargos y prosiguió sus estudios, llegando hasta Santa Gadea de Burgos como simple párroco hasta la muerte del obispo Cartagena, que tanto le apreciaba. Murieron sus padres y renunció a su herencia a favor de sus hermanas, pues quería ser un sacerdote pobre, sin otra ocupación que su ministerio.
Marchó a Salamanca donde estudió en el colegio de San Bartolomé donde se matriculó en cánones en 1457, que compaginó como capellán en la iglesia de San Bartolomé. Una vez terminada su formación, distribuyó sus bienes entre los pobres. Se entregó de lleno a la predicación. Sus sermones produjeron grandes cambios en la vida social de la ciudad. La ciudad de Salamanca, por medio de su cabildo secular, lo eligió por predicador (1460), entendiendo su valentía en denunciar las banderías que dividían la población y su leal denuncia de la inmoralidad. Fue uno de los más grandes oradores sagrados de su tiempo y con el más alto don de oración, especialmente en la misa. Sus celebraciones eucarísticas eran larguísimas y nadie quería ser su monaguillo, porque en la Sagrada Forma se le aparecía Cristo y dialogaba con Él, olvidándose de los fieles.
Sin saberse la causa, le sobrevino una rara enfermedad (cólico nefrítico) de la que curó milagrosamente; esta fue la gracia definitiva; lo cuenta él mismo: "Lo que pasó aquella noche entre Dios y mi alma Él sólo lo sabe; y luego, a la mañana, fuime a San Agustín, alumbrado por el Espíritu Santo y recibí este hábito". Empezó, en 1463 su noviciado como agustino y ganaba a todos en observancia, oración y vida mortificada. Predicó en Salamanca y en sus alrededores y logró la pacificación de la ciudad que se había divido en una lucha de banderías entre las familias de los Monroy y Manzanos, Juan logró la pacificación en 1476. La Casa y la plaza de la Concordia de Salamanca recuerdan para la posteridad aquel hecho, y a raíz de aquello le llamaron “Pacificador de los bandos”. Tenía una palabra libre, audaz y desnuda, con la cual arremetió contra toda clase de vicios. Fue prior de su convento de San Agustín de Salamanca. También desempeñó el oficio de consejero de la provincia agustina de Castilla.
Tuvo dones taumatúrgicos y se recuerdan los milagros del toro bravo que sembró el pánico en la ciudad y él con la palabra: “tente, necio” consiguió apaciguarlo. También consiguió salvar a un niño que había caído a un pozo con la correa de su hábito. Un día, en Alba de Tormes, le llamaron la atención por su forma de hablar, él contestó: "conviene al predicador decir la verdad y morir por ella". Su palabra le valieron muchos enemigos, (entre ellos el duque de Alba) de manera que parece que murió envenenado en Salamanca por una mujer que había jurado vengarse, cuando Juan convenció a su amante de que rompiese sus relaciones con ella. Está enterrado en la catedral de Salamanca.
Fue canonizado por Alejandro VIII el 16 de octubre de 1690. Desde 1969 su culto se ha limitado a los calendarios locales. En Salamanca su festividad se celebra el 12 de junio. Patrón de Salamanca, Sahagún y Cea.
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