7 de junio de 2015

OTROS SANTOS DEL DÍA:


San Colmán de Dromore. (c.450 - 520). 
(Mocolmoc, Colmoc, Colmoco).
Negro. 
Martirologio Romano: En Hibernia, san Colmán, obispo y abad del monasterio de Dromore, fundado por él mismo, que es recordado en la región de Down por su propagación de la fe de Cristo.
Natural de Argyll o del Ulster (hay dos tradiciones). Estudió en Noendrum (Isla de Mahee), bajo san Mac Nisse, uno de los primeros discípulos de san Patricio. Muchas historias tradicionales transmiten su edificante vida en Noendrum y los milagros que realizó allí.
Para perfeccionar su conocimiento de las Escrituras, asistió a la gran escuela de Emly, hacia el 470 o 475, y permaneció allí algunos años. luego retornó a la isla de Mahee para ver a su viejo maestro, el ya mencionado san Mac Nisse, y permaneció bajo su guía un largo período, actuando como asistente en la escuela. Se dice que fue maestro de san Finiano de Clonard. Fue abad fundador y obispo de Dromore en el condado de Down, guió como verdadero pastor el monasterio y la diócesis.  

san Walabonso
Santos Pedro de Córdoba y 5 compañeros. M. 851.
Piedra firme. Roca.
Martirologio Romano: En Córdoba, en la región hispánica de Andalucía, santos mártires Pedro, presbítero, Walabonso, diácono, Sabiniano, Wistremundo, Habencio y Jeremías, monjes, degollados todos ellos por su fe en Cristo durante la persecución desencadenada por los musulmanes.
Después del martirio de san Perfecto, los cristianos cordobeses que solían vivir en los monasterios de los alrededores, acudían a Córdoba para provocar a las autoridades, queriendo ser mártires, hasta el punto que san Eulogio, alarmado, tiene que frenar sus ímpetus. Las declaraciones de fe pública bastaban para condenar a muerte. 
Pedro era presbítero, natural de Astygis (Ecija). Se especializó en Letras y Sagrada Escritura en las aulas del monasterio de Nuestra Señora de Cuteclara. Allí encontramos también a: Habencio que era monje precarmelitano de austerísima clausura de San Cristóbal; Sabiniano, diácono y Wistremundo, que eran jóvenes religiosos de prestigio en el monasterio de San Zoilo en Armelata; Jeremías, en su edad madura había entregado sus muchas riquezas para entregarse a la más dura observancia en el monasterio de Tábanos, fundado por él mismo en la contemplación y el silencio y, Walabonso que era su hermano y diácono. Murieron mártires, durante el emirato de Abderramán II.  

San Godescalco. M. 1066. 
(Gotteschalk). 
Servidor de Dios.
Hijo de Utón, duque de los obodritos y vagros, que era cristiano y así educó a sus hijos. Godescalco renegó del cristianismo porque su padre había sido asesinado por cristianos sajones a causa de sus crueldades. No quiso perdonar a sus asesinos. Se puso a la cabeza de su gente y, unido a otros príncipes paganos, combatió a los sajones contra los que cometió toda clase de crueldades. Apresado por estos, una vez liberado marchó a Dinamarca, donde combatió al lado del rey san Canuto IV el Grande; después de haberse casado con una ahijada de san Canuto marchó a Inglaterra y volvió a la fe cristiana. 
En Inglaterra conquistó territorios con el que creó el reino de los vendos, y difundió el evangelio, invitando a los pueblos a hacerse cristianos, fundando obispados y monasterios, y sosteniendo la labor de los misioneros. Fue asesinado en Lenzen mientras asistía a la misa, por unos sicarios al servicio de su cuñado, que era pagano; muchos autores dudan que tenga derecho al título de santo o de mártir. Su culto es litúrgico. 

Beato Demóstenes Ranzi. M. 1512. 
La fuerza del pueblo
Demóstenes Juan nació en Vercelli (Italia). Le licenció en Leyes en la Universidad de Turín. Terminados los estudios, vio a su primo Cándido renunciar a importantes cargos para ingresar en los franciscanos y lo siguió en la Orden en el 1477. Ingresó entre los franciscanos, en el convento de Santa María de los Ángeles en Turín. Ejercitó su ministerio en la predicación. En 1497, el papa Alejandro VI lo nombró “comisario” para la predicación y la defensa de la fe en los valles valdeses, a petición del duque Filippo de Saboya. Desarrolló con entusiasmo y provecho el trabajo que le habían asignado. Murió en Turín en el citado convento. 

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