Felipe: Amigo de los caballos o del alto.
Santiago: El que engañará. Quiera la divinidad defender. Dios recompensa.
Según la tradición predicó en Escitia, después en Frigia y en Hierápolis o Gerápolis de Frigia donde fue crucificado. Se dice que murió crucificado cabeza abajo como san Pedro y atado a la cruz con cuerdas. A causa de la refinada crueldad de sus verdugos lo habrían rematado a pedradas. Su martirio está rodeado de leyendas fantásticas. Sus reliquias descansan en la iglesia de los Doce Apóstoles de Roma. Es patrón de Sorrento (Nápoles) y de Philippeville (Bélgica).
Santiago el Menor nació en Canaá era "hermano del Señor" (Mc 15,40) e hijo de santa María Cleofé y de san Alfeo o Cleofás (Mc 15,40); fue jefe de la Iglesia de Jerusalén (aunque hoy se niegue este extremo). Se dice que era hermano de san Judas Tadeo. Figura en el noveno lugar en las listas de los apóstoles (en cambio san Felipe está en el quinto puesto: Mc 3,18).
El autor de la "Epístola de Santiago" es el presidente de la comunidad, el alma Sión; la "columna" de la Iglesia de Jerusalén, a la que san Pedro hace anunciar su liberación (At 12,17); el apóstol con el que san Pablo convertido toma contacto (Gal 1,19) y al que el concilio de Jerusalén concedía un papel importante (At 15, 13-19) al hablar después de Pedro reiterado la universalidad de la salvación, pero proponiendo al mismo tiempo una especie de compromiso, de orden práctico, para favorecer la convivencia entre los cristianos de origen judío y los de la gentilidad: las llamadas “clausulas de Santiago”. Se le atribuye la aparición de Cristo resucitado (1 Cor 15, 1-8). Acogió a san Pablo a la vuelta de su tercer viaje misionero y le aconsejó que realizase un gesto de distensión para no agravar la tensión con los cristianos judaizantes (At 21, 17-26).
Según Eusebio, referido por Egesipo ("Memorias" V), Santiago habría sido precipitado desde lo alto de la terraza del templo que se asomaba al valle del Cedrón, donde un batanero terminó de golpearlo hasta la muerte en el año 62; en cambio Flavio Josefo ("Antigüedades" XX, 9-1) compartía la opinión de que la muerte de este apóstol tan santo e imparcial fue la causa del asedio de Jerusalén y que fue lapidado en Jerusalén, por orden sumo sacerdote Anás II. FIESTA.
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