Atrevido como un oso. Corazón de oro.
Martirologio Romano: San Bernardino de Siena, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores, quien, con la palabra y el ejemplo, fue evangelizando por pueblos y ciudades a las gentes de Italia y difundió la devoción al santísimo Nombre de Jesús, perseverando infatigablemente en el oficio de la predicación, con gran fruto para las almas, hasta el día de su muerte, que ocurrió en L’Aquila, del Abruzzo, en Italia.
Nació en Massa Marítima en el Grossetano en la familia de los Albizzeschi que pronto se trasladaron a Siena al ser nombrado su padre gobernador de la ciudad. Pronto quedó huérfano y fue recogido por su tía Diana que le educó cristianamente. Después de estudiar Filosofía, Derecho, se entregó del todo a la investigación de las Sagradas Escrituras, y se dedicó con afán al cuidado de los enfermos. Durante la peste de 1400, atendió voluntariamente a los apestados en el hospital de Nuestra Señora de la Scala, de forma heroica. Dos años más tarde renunció a la fortuna de su familia y se hizo franciscano en 1402. "Yo nací en el día del nacimiento de Nuestra Señora; y en ese mismo día nací después a la vida religiosa y tomé el hábito e hice profesión y dije la primera misa e hice el primer sermón. Por sus merecimientos espero que Nuestro Señor me llevara a su Reino".
Hacia 1405 comenzó a predicar en el territorio sienés. Fundó el convento de Capriolo, entre Siena y Amiata; de allí partieron sus “campañas” de predicación. Se hizo apóstol de la predicación del Nombre de Jesús, cuyo emblema de Cristo Rey, se hará famoso como enseña para la pacificación entre las ciudades. El monograma de Cristo lo escribió en estas tres letras J.H.S. Estaba en contra de las banderas que anunciaban partidos, el quería la paz, por ello predicó a Cristo, Rey de la paz. Y creó su propia bandera con las iniciales ya descritas que se destacaba en letras doradas inscrito en un círculo de rayos, que este trigrama luego se lo apropiaron los jesuitas (Jesús Hominum Salvator). En 1424 los florentinos lo hicieron pintar sobre la fachada de la iglesia franciscana de la Santa Croce. Los habitantes de Siena lo inscribieron en un círculo azul en el exterior y en el interior de su palacio público. Aprobado en 1432 por el papa Eugenio IV, el trigrama pasó a Francia. Un franciscano que fue a predicar a Toulouse recomendó a los capítulos que lo imprimiesen sobre las puertas de la ciudad y en las fachadas de las casas. Santa Juana de Arco lo hizo bordar sobre su estandarte.
Predicaba de un modo risueño y violento, familiar y tempestuoso, hablaba de un modo natural e irresistible, colorista y duro, y sus diatribas contra la usura y las discordias civiles -su empeño en que no hubiera ni güelfos ni gibelinos (enemigos mortales), sino cristianos que levantaran el emblema de Jesús - eran devastadoras y eficaces.
Durante los primeros quince años de su vida como predicador no destacó demasiado, como ocurrió, en cambio, en los últimos años de su vida, cuando, probado por las acusaciones de los difamadores (hubo sabios que le acusaban de hereje, hasta que el papa Martín V declaró su absoluta inocencia), su palabra se hizo más ardiente y arrebatadora y en sus interminables recorridos por toda la península (la muerte le sorprendió en uno de ellos) era una mezcla de cólera y de intima dulzura, de fervor y de rabioso grito contra el pecado. Sus discursos tenían ese eje conductor que puede resumirlo todo: "Si hablas a Dios, habla con caridad. Si hablas de ti, habla con caridad. Haz que dentro de ti no haya más que amor y más amor".
De 1438 a 1443 tuvo la misión de reformar la Orden franciscana, llegando a vicario general de la observancia. Es el fundador de los franciscanos de la observancia (Osservanti) llamados así porque observaban la regla primitiva de san Francisco. A duras penas, sin embargo, logró reconciliar en parte a "conventuales" y "espirituales". Intervino también en la reforma de los estatutos de varias ciudades, como Siena y Perugia, adaptándose a la severidad de las leyes del tiempo (la hoguera para los "malditos sodomitas") y aceptando la disciplina judiciaria contra los culpables (pero rebosante luego de misericordia). Demostró un gran respeto por las mujeres, que eran frecuentes interlocutoras de sus prédicas, y trató con papas (como Martín V, Eugenio IV y Nicolás V) y con emperadores (como Segismundo I), rechazando siempre honores e incluso el episcopado de Siena (1427), Ferrara y Urbino (1435). Murió en L'Aquila cuando marchaba hacia Nápoles. Acababa de revisar sus "Discursos sobre las Bienaventuranzas". Fue considerado uno de los más importantes misioneros del siglo XV. Propugno la Asunción de María, su mediación universal y su realeza. Hay una historia que narra que en 1406, san Vicente Ferrer predijo durante un sermón en Alessandría que uno de los oyentes recogería su manto y sería éste quien predicaría por tierras italianas cuan él se ausentase. Y fue Bernardino quien recogió el manto y predicó por toda Italia. Fue canonizado el 24 de mayo de 1450 por el papa Nicolás V. Patrón de Siena. MEMORIA FACULTATIVA.
Nació en Massa Marítima en el Grossetano en la familia de los Albizzeschi que pronto se trasladaron a Siena al ser nombrado su padre gobernador de la ciudad. Pronto quedó huérfano y fue recogido por su tía Diana que le educó cristianamente. Después de estudiar Filosofía, Derecho, se entregó del todo a la investigación de las Sagradas Escrituras, y se dedicó con afán al cuidado de los enfermos. Durante la peste de 1400, atendió voluntariamente a los apestados en el hospital de Nuestra Señora de la Scala, de forma heroica. Dos años más tarde renunció a la fortuna de su familia y se hizo franciscano en 1402. "Yo nací en el día del nacimiento de Nuestra Señora; y en ese mismo día nací después a la vida religiosa y tomé el hábito e hice profesión y dije la primera misa e hice el primer sermón. Por sus merecimientos espero que Nuestro Señor me llevara a su Reino".
Hacia 1405 comenzó a predicar en el territorio sienés. Fundó el convento de Capriolo, entre Siena y Amiata; de allí partieron sus “campañas” de predicación. Se hizo apóstol de la predicación del Nombre de Jesús, cuyo emblema de Cristo Rey, se hará famoso como enseña para la pacificación entre las ciudades. El monograma de Cristo lo escribió en estas tres letras J.H.S. Estaba en contra de las banderas que anunciaban partidos, el quería la paz, por ello predicó a Cristo, Rey de la paz. Y creó su propia bandera con las iniciales ya descritas que se destacaba en letras doradas inscrito en un círculo de rayos, que este trigrama luego se lo apropiaron los jesuitas (Jesús Hominum Salvator). En 1424 los florentinos lo hicieron pintar sobre la fachada de la iglesia franciscana de la Santa Croce. Los habitantes de Siena lo inscribieron en un círculo azul en el exterior y en el interior de su palacio público. Aprobado en 1432 por el papa Eugenio IV, el trigrama pasó a Francia. Un franciscano que fue a predicar a Toulouse recomendó a los capítulos que lo imprimiesen sobre las puertas de la ciudad y en las fachadas de las casas. Santa Juana de Arco lo hizo bordar sobre su estandarte.
Predicaba de un modo risueño y violento, familiar y tempestuoso, hablaba de un modo natural e irresistible, colorista y duro, y sus diatribas contra la usura y las discordias civiles -su empeño en que no hubiera ni güelfos ni gibelinos (enemigos mortales), sino cristianos que levantaran el emblema de Jesús - eran devastadoras y eficaces.
Durante los primeros quince años de su vida como predicador no destacó demasiado, como ocurrió, en cambio, en los últimos años de su vida, cuando, probado por las acusaciones de los difamadores (hubo sabios que le acusaban de hereje, hasta que el papa Martín V declaró su absoluta inocencia), su palabra se hizo más ardiente y arrebatadora y en sus interminables recorridos por toda la península (la muerte le sorprendió en uno de ellos) era una mezcla de cólera y de intima dulzura, de fervor y de rabioso grito contra el pecado. Sus discursos tenían ese eje conductor que puede resumirlo todo: "Si hablas a Dios, habla con caridad. Si hablas de ti, habla con caridad. Haz que dentro de ti no haya más que amor y más amor".
De 1438 a 1443 tuvo la misión de reformar la Orden franciscana, llegando a vicario general de la observancia. Es el fundador de los franciscanos de la observancia (Osservanti) llamados así porque observaban la regla primitiva de san Francisco. A duras penas, sin embargo, logró reconciliar en parte a "conventuales" y "espirituales". Intervino también en la reforma de los estatutos de varias ciudades, como Siena y Perugia, adaptándose a la severidad de las leyes del tiempo (la hoguera para los "malditos sodomitas") y aceptando la disciplina judiciaria contra los culpables (pero rebosante luego de misericordia). Demostró un gran respeto por las mujeres, que eran frecuentes interlocutoras de sus prédicas, y trató con papas (como Martín V, Eugenio IV y Nicolás V) y con emperadores (como Segismundo I), rechazando siempre honores e incluso el episcopado de Siena (1427), Ferrara y Urbino (1435). Murió en L'Aquila cuando marchaba hacia Nápoles. Acababa de revisar sus "Discursos sobre las Bienaventuranzas". Fue considerado uno de los más importantes misioneros del siglo XV. Propugno la Asunción de María, su mediación universal y su realeza. Hay una historia que narra que en 1406, san Vicente Ferrer predijo durante un sermón en Alessandría que uno de los oyentes recogería su manto y sería éste quien predicaría por tierras italianas cuan él se ausentase. Y fue Bernardino quien recogió el manto y predicó por toda Italia. Fue canonizado el 24 de mayo de 1450 por el papa Nicolás V. Patrón de Siena. MEMORIA FACULTATIVA.
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