(it.: Ubaldo da Borgo San Sepolcro).
Paz del alma; espíritu audaz.
Nació en Florencia, en el seno de la noble familia florentina de los Adimari. Era un hombre de gran estatura. Su juventud transcurrió entre las turbulencias de aquel tiempo, las luchas entre los güelfos, favorables al Papado y los gibelinos, favorables al emperador de Alemania. Fue jefe del partido gibelino en Florencia, conocido por su vida disoluta y que provocaba desórdenes de todo tipo; en el 1276, llegó el prior general de los servitas san Felipe Benizi, para llevar la paz, acompañado del beato Buenaventura Buonaccorsi y el séquito del Legado pontificio, Latino Orsini.
En los primeros meses del 1280, Ubaldo se encontró con san Felipe Benizi, que lo convirtió, y lo admitió en la Orden de los servitas. Con la gracia de Dios reconquistada, se retiró en una durísima penitencia y oración al monte Senario (Florencia), cuna de la fundación de la Orden, situado a 18 kms de Florencia.
En los primeros meses del 1280, Ubaldo se encontró con san Felipe Benizi, que lo convirtió, y lo admitió en la Orden de los servitas. Con la gracia de Dios reconquistada, se retiró en una durísima penitencia y oración al monte Senario (Florencia), cuna de la fundación de la Orden, situado a 18 kms de Florencia.
Con la sabia ayuda espiritual de su santo prior, Ubando fue un alma mansa y humilde, y obra algunos milagros, como aquel de transportar el agua del pozo del convento, con su hábito, porque se había roto el brocal en el trayecto.
Fue ordenado sacerdote y del 1282 al 1285, siguió a san Felipe en sus misiones por las distintas casas de la Orden; en 1285 asistió en el convento de Todi al traspaso de su General, confortándole con su presencia.
Regresó al convento del Monte Senario, continuó su edificante vida de penitente y religioso, rodeado de muchos prodigios. Fue sepultado en la iglesia del mismo convento, junto a la de los Siete Santos Fundadores. Su culto fue confirmado el 3 de abril de 1821 por Pío VII.
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