15 de marzo de 2015

San CLEMENTE MARÍA HOFBAUER. (1751-1820).


(al.: Klemens Maria Hofbauer).
Mente gloriosa. Misericordioso, dulce, benigno

Martirologio Romano: En Viena, en Austria, san Clemente María Hofbauer, presbítero de la Congregación del Santísimo Redentor, que trabajó admirablemente por la propagación de la fe y la reforma de la disciplina eclesiástica. Preclaro tanto por su ingenio como por sus virtudes, impulsó a entrar en la Iglesia a no pocos varones prestigiosos en las ciencias y en las artes.

Se llamaba Jan Dvorak (“Hofbauer” en alemán) y nació en Tasswitz, en la Moravia, que entonces pertenecía al Imperio austriaco (hoy República Checa); era hijo de un carnicero checo y de madre alemana. Tuvo que ganarse la vida con ocupaciones muy diversas, entre ellas la de panadero en el monasterio premostratense de Bruck, después de hizo ermitaño y durante una peregrinación, con su amigo Pedro Kunzmann, a Roma recibió el hábito de recluso de manos del obispo de Tívoli, el futuro Pío VII, que le cambió el nombre por el de Clemente María. Más tarde volvió a Viena, siendo todavía ermitaño, e hizo estudios de pastoral en la Universidad.
En 1784 Clemente ingresó en Roma en los redentoristas, convirtiéndose así en el primer redentorista austriaco. Fue ordenado sacerdote en 1785 despues de hacer su profesión religiosa. Junto con su compañero Tadeo Hübl, intentáron trasplantar la Orden a Austria. Les destinaron a Varsovia, donde vitalizó un ambiente espiritual muy mortecino ocupándose solícitamente de los fieles polacos y de la nutrida colonia alemana; convirtió a muchos, fundó asilos, colegios y asociaciones religiosas; fundaron en 1787 la iglesia de San Bennón, la primera iglesia redentorista fuera de Italia. En 1788, se le nombró vicario general del superior residente en Italia. La labor que ejercieron los redentoristas en Varsovia fue impresionante, y la prensa en sentido despectivo los conocía como los “bennonitas” por eso no es de extrañar que en 1808, Napoleón deshiciera toda su labor dispersando a los suyos e incluso encerrándole en la cárcel. "Lo que nos parece una contrariedad nos lleva hacia donde quiere Dios", decía. Inició muchos propósitos en un primer momento con gran éxito, pero siempre acababa viendo fracasar sus empresas.
Marchó a Viena, donde pasó de oscuro capellán de unas monjas ursulinas a convertirse en uno de los hombres más influyentes de la ciudad en la que se celebraba el Congreso de Viena para la restauración de la monarquía absoluta. Altos personajes le consultaron, mitigó la entrometida política del josefismo en asuntos de Iglesia y se reunieron a su alrededor intelectuales, artistas, estudiantes y profesores, núcleo de un romanticismo católico (Schegel, el poeta Brentano, el pintor Overbeck, Zacarías Werner). Fue sobre todo el sacerdote humilde del confesionario y del púlpito, de las visitas a los pobres y agonizantes, de la caridad y la plegaria. Estuvo durante años vigilado y espiado por la policía; todavía en su lecho mortuorio le obligaron a firmar su extradición. Murió en Viena donde lo llaman el “portaestandarte de Dios y apóstol de Viena”; le contaron entre los tres hombres más importantes de su tiempo, junto con Goethe y Napoleón. Escribió: “La Crisis de la conciencia europea”; “Ilustración”. “Romanticismo”. “Revolución Francesa”. “Guerras napoleónicas”. “Congreso de Viena”. “Restauración europea”. Un més después de su muerte, el emperador Francisco autorizó personalmente la Orden de los Redentoristas en Austria. Fue canonizado el 20 de mayo de 1909 por san Pío X. Patrón de Viena y la diócesis de Brünn. 

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