San León. s. III.
El antiguo Martirologio decía: "En Roma, en el campo Verano, san León, Obispo y mártir".
La inscripción de su sepulcro no sugiere que fuera mártir, ya que dice que él, todavía pagano, con el fruto de su trabajo y por vanidad mundana, todo aquello que se encontraba en su sepulcro; más tarde despreció las riquezas y prefirió seguir a Cristo y desde este momento distribuyó sus bienes entre los pobres; después se inscribió entre el clero y mereció ser consagrado obispo; murió con más de ochenta años.
De Rossi, piensa que León fue un auténtico mártir y otros autores dicen que su mujer se llamaba Lorenza e identifican erróneamente a León con el padre del papa san Dámaso. Se supone que el padre era cristiano y que él entró en el clero en su juventud y que no se convirtió a una edad madura no murió con más de ochenta años, desde el momento que su mujer fue viuda durante sesenta años. De todo esto se colige que León no fue mártir, y quizás tampoco santo.
San Alejandro de Pydna. M. c. 390.
Martirologio Romano: En Pydna, en Macedonia, san Alejandro, mártir.
Ha ocurrido con este santo una confusión histórica: el hagiógrafo español del siglo XVII Tamayo Salazar confundió la Pydna griega con una antigua ciudad de España, y sobre esa base, no sólo incluyó a san Alejandro de Pydna entre los santos españoles, sino que hasta lo dotó de una biografía y unas actas, naturalmente no auténticas. Él conocía la inscripción de Alejandro en los menologios griegos, como lo afirma en su santoral, pero consideró que los confundidos habían sido los restantes hagiógrafos y no él mismo.
Lo cierto es que Pydna fue una ciudad en la antigua Macedonia, cuya sucesora, que sigue llamándose igual, queda hoy en territorio griego. Allí fue decapitado, posiblemente en el año 309, este mártir, que se atrevía no sólo a ser cristiano sino a hablar abiertamente de la fe a sus conciudadanos. Sin embargo, no murió enseguida, sino que su martirio estuvo precedido de tantos tormentos -como era usual-, que Dios premió tantos dolores como padeció su testigo, otorgando a sus reliquias el don de curación, por lo que era invocado para casos de enfermedades desesperadas.
Su memoria está incripta en la mayor parte de los martirologios históricos. En los santorales griegos se encuentra frecuente unida su celebración a la de un grupo de mártires de Tesalónica.
San Lázaro de Milán. M. 450.
A quién Dios fortifica.
Martirologio Romano: En Milán, san Lázaro, obispo.
XVII º Arzobispo de Milán que fue el sostén de su grey cuando la invasión de los ostrogodos. Ennodio de Pavía lo alaba por la severidad con la que reprimía, con sólo la mirada, la audacia de los malvados, pero sabiendo tratar amablemente a los humildes.
Según una antiquísima tradición milanesa se dice que instituyó la letanías triduanas para tener alejados de Milán las incursiones bárbaras y que luego se convirtieron en lo que conocemos como “Rogativas”. Luchó contra los herejes, especialmente contra los maniqueos; fundó un monasterio de agustinos. Parece que ejerció durante once años el episcopado.
(Paulina de Fulda. al.: Paulina von Thüringen).
Martirologio Romano: En la región de Fulda, en Alemania, santa Paulina, religiosa.
Princesa alemana. Paulina se casó dos veces, después de la muerte de su segundo esposo, se retiró con otras mujeres piadosas a la soledad de los bosques de Turingia y fundó, junto a su hijo Werner, el doble monasterio benedictino de Zell y el monasterio de Münsterschwarzach (Baviera) donde murió como simple monja benedictina.
En el año 1122 sus reliquias fueron trasladadas a la nueva iglesia del monasterio, que llevó su nombre (Paulinzella) y se convirtió en lugar de peregrinación. La fecha de 14 de marzo es precisamente la del traslado de sus reliquias. En 1534, en el conflicto de la Reforma, el monasterio fue disuelto y la iglesia destruida. Tiene culto local.
Beato Felipe Longo de Turín. M. 1246.
(it.: Filippo da Torino).
Amigo de los caballos o del alto.
Felipe Longo nació en Turín. Aunque era analfabeto, tuvo del Señor el don de penetrar el sentido profundo de la Sagrada Escritura. Cuando supo de san Francisco de Asís y de su nueva Orden, fue a conocerle para ser recibido entre sus primeros doce discípulos. Perseveró después, demostrando en particular un gran celo por la conversión del prójimo. Fue el primer confesor de las Pobres Damas de santa Clara y después se marchó a Francia a predicar. Murió en Perugia con fama de santidad. Lo celebra los franciscanos.
(Arnaldo de Catani, Arnal, Arnoldo, Arnaldo de Santa Justina, Arnaud, Arnón).
Que tiene el poder del águila.
Nació en Padua en la noble familia de los Cattanei de Limena. Ingresó muy joven en el monasterio benedictino de Santa Justina de Padua y tanta fue su piedad, seriedad y ejemplaridad de vida, que en el 1209, con sólo 24 años fue elegido abad del monasterio. Su gobierno fue muy activo: defendió los derechos del monasterio, revindicó los antiguos privilegios, como el que los abades del monasterio participaban en la elección del obispo, restauró el monasterio y construyó nuevas dependencias y obtuvo nuevas posesiones, desvió el agua del río Bacchiglione para accionar los molinos.
Cuando Ezzelino III, en el 1237, conquistó Padua y encarceló al beato Jordán Forzaté, prior de San Benito, el otro gran monasterio de Padua, Arnaldo huyó primero a Ferrara y después a la cercana Monselice. En el 1238, el emperador Federico II le devolvió Santa Justina y al año siguiente fue su huesped durante dos meses. Al partir el emperador, la ciudad quedó al albur de Ezzelino, que en el 1246, arrestó a Arnaldo y lo encerró en la fortaleza de Asolo. El abad languideció, a pan y agua, durante ocho años y tres meses, hasta su muerte. Se dice que cuando murió se vieron dos teas ardientes que descendían del cielo e iluminaron el castillo. Fue sepultado en el monasterio de Santa Justina.
capilla de san Agno Gallur (Zaragoza) |
Beato Agno de Zaragoza. (1190-1260).
(Lope Fernando de Ayn).
Bueno.
El anterio Martirologio Romano decía: “En la ciudad de Zaragoza, en la región de Aragón, beato Agno, obispo, que, siendo canónigo de la catedral, abrazó la vida religiosa en la Orden de los Hermanos Menores y más tarde ejerció el ministerio episcopal en Marruecos, terminando su vida en su ciudad natal”.
Nació en Gallur (Zaragoza, España). Se llamaba Lope Fernándo de Ayn. El sobrenombre le fue impuesto por el papa Inocencio VI en distinción a su bondad. Fue canónigo y superior del Pilar de Zaragoza y el primero que abrazó el Instituto de San Francisco en Aragón.
Comisionado en Roma, se hizo admirar por su predicación, por lo cual fue nombrado obispo de Marruecos y legado apostólico en esta parte de África. En 155 fue comisionado como legado pontificio por el papa Alejandro IV para delimitar el obispado de Cartagena y de otras dos sedes peninsulares, cuyas tierras habían sido arrebatadas a los musulmanes. Al final de sus días se retiró a un convento de Zaragoza. Entre sus escritos destacan cartas sobre la evangelización en África y un cuerpo de sermones.
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