Martirologio Romano: En Arezzo, en la Toscana, beata Justina Francucci Bezzoli, virgen de la Orden de San Benito y reclusa.
Nació en Arezzo en el seno de la noble familia de los Bezzoli Francucci. De carácter amable y humilde, pronto adquirió cierta madurez. Era hija única, heredera de grandes bienes, y tenía delante de sí un futuro envidable. A los 13 años, consiguió el permiso de su padre par ingresar como benedictina en el monasterio de San Marcos de su ciudad. Fue una novicia ejemplar. Estuvo en este monasterio durante cuatro años, hasta que toda la comunidad se vio obligada a abandonarlo a causa de la guerra que se suscitó en la ciudad. Se trasladó al monasterio de Todos los Santos.
Años más tarde oyó que había una gruta junto al castillo de Civitella (Civitella della Chiana) y allí vivía como reclusa una vírgen de nombre Lucía. Obtuvo el permiso del obispo, Guillermo Umbertini para vivir como reclusa en este lugar, su padre intentó hacerla regresar a casa. Las dos reclusas vivieron juntas poco tiempo, ya que Lucía murió. Justina estuvo sola dedicada a la oración y la penitencia. A los 35 años de edad, comenzó a tener problemas con la vista y se vio obligada a regresar a su monasterio. Pero el monasterio muchas veces había sido saqueado por los soldados y el obispo Hildebrando traslado a la comunidad a un lugar seguro. En 1315, Justica cambió de nuevo de lugar de residencia.
Tuvo una devoción particular a la Pasión de Cristo. Pasó los últimos veinte años de su vida completamente ciega, sufriendo muchos éxtasis. Vivió en condiciones de gran miseria pero siempre confiando en la Providencia y a cuantos la pedían ayuda les socorría como podía. Murió en la paz del Señor. Su cuerpo se conserva incorrupto en el monasterio benedictino de Santa Maria del Fiore en Lapo. Su culto fue aprobado el 14 de enero de 1891 por León XIII.
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