De la antigua familia Mucia.
Se llamaba Louis-Joseph Wiaux. Nació en Mellet (Bélgica), en el seno de una familia trabajadora; su padre era herrero. Recibió en su familia una educación cristiana ejemplar. A los 15 años, entró en el noviciado de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, en Namur, y cambió el nombre por el de Muciano María. Terminado el noviciado, pasó un año en Chiamy y luego otro en Bruselas donde dio clases a los niños del primer curso de primaria. Se dedicó a la enseñanza, y desde 1859 a 1917, estuvo en el instituto de Saint Berthuin de Malonne.
Dificultades de tipo profesional, debidas a su falta de habilidad pedagógica, le pusieron en trance de ser expulsado de la Congregación. Después de esta dura prueba, fue destinado a actividades humildes y oscuras tareas como: vigilante, lecciones elementales de dibujo y de música. Siempre obediente y servicial se afanó en estudiar. Durante más de 50 años halló en el amor de Dios la fuerza para perseverar en ese trabajo nada fácil para él; todos los días practicaba con los instrumentos porque así se lo habían ordenado.
Pidió a los superiores que le dejaran dar catequesis en una escuela aneja de niños pobres. Todos aprendieron de él a descubrir la fe. Su virtud más característica fue la obediencia. El fervor de su oración fue conmovedor; al final de su vida pasó todo su tiempo libre ante el altar. Los alumnos le llamaban "el hermano que está siempre rezando". Tuvo una gran devoción a María y procuró extender esta vocación entre todas las personas que le rodeaban. Y desde el instante de su muerte comenzaron a percibirse gracias divinas. Fue beatificado por SS Pablo VI en 1977, y canonizado por SS Juan Pablo II el 10 de diciembre de 1989.
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