(fr.: Grégoire de Langres).
Martirologio Romano: En Dijon, de Borgoña (hoy Francia), san Gregorio, que, después de haber regido la región de Autun, fue ordenado obispo de Langres.
Conde de la región de Autun, firme y severo gobernador civil de la ciudad. Era ya entrado en años, cuando murió su esposa Armentaria y él decidió realizar su deseo de abandonar el mundo y entregar su vida a Dios. Fue ordenado sacerdote y fue elegido obispo de Langres por el pueblo y por el clero.
En este cargo se ganó una reputación de gentileza y capacidad de comprensión. Fue padre de san Tetrico y tío de san Gregorio de Tours. Hacía grandes penitencias en lo referente a la bebida y la comida. Con frecuencia pasaba una parte de la noche en oración, sobre todo en el baptisterio de Dijon, donde habitaba.
En uno de esos momentos de oración, se le apareció san Benigno, el apóstol de la Borgoña, le reprochó el haber descuidado su culto, y le pidió que restaurara su sepulcro en ruinas. Gregorio desconocía la historia del santo, pero obedeciendo a la visión, restauró el sepulcro que él creía de un pagano, y construyó una basílica, y el templo se convirtió desde entonces en un importante centro de peregrinación. Consiguió además, por unos peregrinos, una "Vida de San Benigno" para promover su culto.
San Gregorio, murió en Langrés, después de 30 años de episcopado. Según su deseo, sus restos fueron trasladados al santuario de San Benigno en Dijón. Aun en los milagros que realizó después de su muerte, parece haber tenido predilección por los prisioneros de la justicia humana.
El poeta san Venancio Fortunato escribió más tarde el epitafio del santo, que aun se conserva, y en donde destaca que la severidad que desplegó como juez dio paso a su benevolencia como padre
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